Estuvo reñido entre las estrellas de Chevy y, cuando menos, vimos algo de acción, comenta MARK GLENDENNING
El Campeonato Mundial de Turismos sufre cada vez más para justificar la necesidad –o demanda– de una serie global con autos turismo de producción. Pero, aun en ese contexto, la temporada 2011 fue particularmente pobre, con una parrilla flaca en talento, un sistema de calificación ampliamente impopular, y un calendario inestable. No menos de cuatro fechas se reagendaron tardíamente.
Pese al contexto fallido, Chevrolet se las ingenió para presentar una batalla decente por el título, aun con la falta de rivales de peso que los llevó a fomentar rivalidades internas. Yvan Muller arrancó el año como favorito para defender su corona 2010 y, pese a que el francés lo consiguió, pocos esperaban el nivel de resistencia que presentó su coequipero Rob Huff. El británico puede ver la temporada como una oportunidad perdida luego de dejar ir una ventaja tempranera –iba 36 puntos arriba de Muller tras seis carreras, y permaneció al frente hasta la fecha ocho en Oschersleben en julio. Aun después de ser rebasado por Muller, Huff nunca dejó de pelear. Su déficit con Muller alcanzó su máximo después de Tianma, con 20 puntos y sólo las dos carreras en Macao por disputarse; aun así, se las ingenió para regresar y caer apenas por tres puntos en la clasificación final. No se podía pedir más del último fin de semana que una PP y dos triunfos, y casi fue suficiente para darle el premio mayor.
Que apenas abordemos el caso de Alain Menu, tercer hombre de Chevy, nos daría la impresión que su temporada fue peor que lo que fue. Estuvo al parejo con Huff y Muller con cuatro PPs en la temporada (él y Huff también tuvieron una PP en parrilla invertida cada uno), y sus cinco triunfos fueron dos más de los que Muller requirió para ganar el título 2010. Pero la oposición de este año fue tan débil que tanto Muller como Huff fueron capaces de ganar ocho veces cada uno.
Sin embargo, el verdadero problema de Menu fue que estaba peleando con una mano atada a la espalda desde el principio de la temporada luego de ser sacado del podio por Muller en Monza. Ordinariamente, un abandono no sería la diferencia, pero cuando tus dos únicos rivales virtualmente no dejan ir puntos, te lo ponen complicado. Es mérito de Menu que fuera capaz de permanecer en la batalla hasta la penúltima fecha en China.
Más allá del garaje de Chevrolet, la estrella de la temporada fue Tom Coronel. Alentado por su regreso a un ‘auto real’ en el receso de pretemporada, al cambiar de un SEAT de tracción delantera a un BMW de tracción trasera preparado por el antiguo equipo oficial ROAL, el holandés se dio cuenta desde el inicio de que nunca podría competir con los Chevrolets y, en cambio, buscó ser el mejor del resto. Solo logró un triunfo en parrilla invertida, en Suzuka -victoria celebrada con un clavado desde su 320 TC a los brazos de su equipo- pero fue su consistencia y cabeza fría rodando en el tránsito lo que realmente hizo la diferencia.
Los cambios notables al calendario incluyeron la primera visita de la serie a Suzuka, pese a que la emoción de los pilotos por correr en uno de los grandes circuitos en el mundo amainó considerablemente por la configuración Este, truncada dramáticamente de la usual, que los esperaba.