La carrera de Martin Tomczyk parecía haberse estrellado en el desierto. Fue entonces que se alió con Phoenix Racing. JAMIE O’LEARY detalla una temporada de sorpresas.

Martin Tomczyk se convirtió en campeón del DTM en su undécimo intento. Luego de una década con el poderoso equipo Audi ABT Sportsline, fue relegado a un A4 especificación 2008 en Phoenix Racing, escuadra que no había ganado en el DTM en una década. “Fue una degradación, no hay duda”, dice Tomczyk. Sin embargo, había una leve esperanza. Mike Rockenfeller apuntó al cambio de llantas: “Cuidado con los autos viejos este año. Hay una mayor ventana para trabajar las llantas de Hankook que las Dunlop (de años pasados), además nadie tiene datos reales, así que la ventaja de los equipos grandes se ha ido. Y también son 25 kilos más livianos, por lo que desgastarán menos sus llantas delanteras. Definitivamente, tienen más oportunidad de ganar carreras que antes”.

Fue el último punto el que hizo la ruta de Tomczyk al título tan directa, como improbable parecía. Pero no descalifiquen su desempeño al volante: de las 10 carreras, fue el único en sumar en cada una, añadiendo cinco podios a sus triunfos en Spielberg, Lausitz y Brands Hatch. Fue también el mejor piloto en autos viejos, siendo derrotado sólo una vez, por Felipe Albuquerque en Valencia, irónicamente el día que amarró el título. Tomczyk declaró: “Teníamos un sólo objetivo: primero, ser el mejor auto viejo, y luego, ir por todo”.

Hay un área en particular en la que el jefe del Phoenix, Ernst Moser siente que Tomczyk fue un activo: “Las paradas en fosos; pasamos mucho tiempo esta temporada analizando dónde podíamos mejorar, y eso vino de Martin. Cambiamos gente de una llanta a otra, o de quitar la llanta a accionar la pistola, todo buscando la perfección. Y funcionó”.

Los resultados de Phoenix fueron evidentes en Lausitz, fecha cuatro en junio. Tras agarrar descuidado a Jamie Green en la segunda vuelta y quitarle el segundo, Tomczyk redujo a nada un déficit de 1.5 segundos frente a Bruno Spengler para cuando se abrieron los fosos. Al quedarse en la pista dos vueltas más, y detenerse medio segundo menos, le ganó la posición en pista al canadiense y enfiló al triunfo, que lo puso al frente de la serie por un punto, dándole el respaldo de Audi y la asistencia de otros ocho A4 en la pista. Esta es una táctica ya probada de Audi que les ha redituado en tres de las cuatro temporadas anteriores, en contraste con la de Mercedes de permitir a sus pilotos competir entre ellos.

Con Mattias Ekstrom en racha ganadora en la segunda mitad del año, y Oliver Jarvis, Timo Scheider y Rockenfeller ayudando a Tomczyk desde agosto, Spengler se quedó como un caballo solitario en Mercedes. Un segundo lugar fácil se le esfumó en un Oschersleben mojado al romper el amortiguador delantero derecho como resultado del constante uso de los bordes en la chicana, sacándolo de los puntos.

“Ahí perdimos el campeonato”, dice Spengler. “La sensación que tenía luego de Oschersleben fue la misma que tenía en Shangai el año pasado. Ocho puntos más y hubiera sido un panorama muy distinto en las últimas dos carreras”. Tal vez. Spengler fue anónimo en Valencia y Hockenheim, al arrancar en los lugares 12 y 6 de la parrilla y lograr apenas dos puntos contra 14 de Tomczyk.

Su caída se combinó con la racha de Mattias Ekstrom quien sólo dejó ir dos puntos de los últimos 40 para Audi, dominando en Nürburgring, Oschersleben y Valencia. Pero Spengler no tendrá desventaja frente a Tomczyk el año próximo. Ambos corren con BMW cuando el gigante bávaro regrese al DTM luego de 20 años. Esperen que la batalla, ya de por sí caliente, suba otro grado.