El finlandés, campeón en 2007 al aprovechar la guerra interna en McLaren, pudo haber sido campeón desde tiempos de Schumacher, pero tuvo un poco de mala suerte que le impidió ganar el título. Originalmente, llegó a la F1 en 2003 con Sauber cuando tenía 23 carreras, se le puso en observación y sacó puntos en la primera fecha que disputó, lo cual fue la muestra de su talento que hizo olvidar todo lo demás. Estuvo en McLaren entre 2004 y 2006, para irse como reemplazo de Schumi a Ferrari en 2007 y ganar su único título ese año, aunque luego se le pagaría un sabático en 2010 para hacerle lugar en Maranello a Alonso, cosa que aprovechó para irse a correr rallies.
Regresó en 2012 con Lotus, ganó en las dos temporadas con ellos y se mostró como un piloto renovado, pero su regreso a Ferrari en 2014 fue malo, sin podios siquiera y quejándose del auto –con razón– constantemente. La llegada de su amigo Vettel en 2015, lo ha vigorizado, tienen estilos de puesta a punto similares, pero él sabe que no es la apuesta a futuro y cumple bien con ser el apoyo del germano en Maranello, aunque está listo para tomar el relevo si se necesita, como en 2009. A la vez, también podría cansarse e irse a seguir siendo feliz sin una duda y sin extrañar la F1 ni un ápice.