Es temprano en una mañana de domingo de carrera y Stoffel Vandoorne está sentado afuera de la tienda de hospitalidad de McLaren bajo los rayos del sol, con sus gafas puestas, revisando su celular mientras espera el desayuno. Es una triste realidad que los pilotos probadores y reservistas pasan mucho tiempo en contemplación solitaria durante los fines de semana de carrera.
Vandoorne, de 24 años, subió al puesto que dejó vacante Kevin Magnussen cuando McLaren decidió no renovar el contrato del danés. Magnussen había hecho pocas cosas mal durante su estancia en Woking; evidencia lo cruel que puede ser la F1 cuando los pilotos no tienen la oportunidad de mostrarse en cada jornada. Pero al menos Kevin pudo acomodarse en Renault cuando Pastor Maldonado perdió su asiento.
Vandoorne es objetivo en su visión de la F1: “Un buen número de pilotos han ganado todo en su ascenso a la F1 pero no han recibido una oportunidad real cuando llegan ahí”. Cuando le sirven unos waffles belgas, insiste: “Así ha sido la F1 desde hace un par de años. Siempre ha sido muy competitiva y ha habido una cantidad de talentos que no lo lograron, lo que es una lástima”.
Vandoorne ha estado en el radar del equipo por unos años, habiendo visitado Woking por primera vez en 2012. Fue colocado formalmente en el programa de pilotos jóvenes cuando se llevó el título de la Fórmula Renault 2.0 litros al final de esa temporada. Es un joven inteligente y consciente que cayó en el deporte motor casi por accidente. Creció en el pequeño pueblo belga de Kortrijk, cerca de la frontera con Francia. Su padre –arquitecto– trabajaba en un proyecto en una pista local de kartismo y lo llevó; Stoffel se pasó la tarde manejando en la pista techada y el kartismo lo atrapó.
Pronto, con la ayuda de un tío loco por las carreras (que se convertiría en su mecánico en el kartismo), Stoffel comenzó a mostrar su talento en maquinaria más potente y comenzó a escalar en la jerarquía del kartismo. “Cuando estaba en la escuela competí en muchos deportes, como futbol, tennis, judo, karate y balonmano”, recuerda Stoffel. “Pero el kartismo era lo que más me interesaba, y era lo que quería hacer por encima de todos los demás”.
Con el paso de los años, consiguió dinero para competir, tanto en el campeonato nacional belga, KF2, que ganó en 2008, como en el campeonato mundial, en el que fue segundo lugar en 2009. A fines de ese año, la Federación Belga de Deporte Motor, la RACB, realizó una audición en Le Mans para seis pilotos emergentes en autos idénticos de Fórmula Renault 1.6 litros. Los tres días de corridas, culminaron en una sesión de calificación de 20 minutos, en la que al piloto más rápido se le daría el presupuesto para progresar en los coches. La victoria de Vandoorne pagó su graduación a la F4 Europea, que ganó en su primer intento. Siguió la victoria en la Fórmula Renault 2.0, y eso lo impulsó a conseguir un año en la FR3.5.
“En mi primer año luché de cerca con Kevin Magnussen y terminé segundo en el campeonato”, reconoce Stoffel, “pero él estaba en su segunda temporada en la categoría y yo en la primera. Ese fue un año muy exitoso y muy importante para mí, porque fue también mi primero como piloto juvenil de McLaren”.
Vandoorne entró a la Academia de Excelencia de Pilotos Jóvenes de la FIA en 2011, encabezada por Alex Wurz cuya influencia en la F1 abarca bastante. Wurz utilizó sus contactos en McLaren para lograr presentaciones para Stoffel en McLaren, con el entonces director deportivo Sam Michael y con el ingeniero en jefe Phil Prew. “Tuve una reunión informal con ellos, donde hablamos principalmente de autos, pero ellos querían aprender sobre habilidad técnica y mi forma de pensar”, recuerda el belga. “Luego de que gané el campeonato de Renault, Sam Michael me preguntó si quería integrarme al programa de pilotos jóvenes de McLaren. Obviamente, no titubeé”.