Nada está escrito y nadie sabe qué sucederá en esta campaña, un poco como en 2009 cuando Brawn arrasó al inicio de temporada con su difusor doble y para cuando los demás quisieron alcanzarlo, el título estaba perdido para ellos, ganado para el equipo efímero.
Regresan los motores turbo, ausentes desde 1989, pero con sistemas de recuperación de energía (ERS), y limitaciones en las revoluciones del motor.
Pirelli ha producido llantas más duras y, como se vio en Jerez, los autos son significativamente más lentos y callados que sus contrapartes de hace una década, los V10 de 3 litros. Pero a la vez son más ecológicos y amigables con el ambiente, aunque probablemente ninguno de estos adjetivos sea importante para los aficionados actuales y la apuesta por los aficionados futuros está todavía muy verde.
Los primeros resultados muestran velocidad y resistencia en Mercedes y Ferrari, mientras Renault parece estar yendo por un camino equivocado que habrá de rectificar ante la amenaza tácita de perder con su estrella, el tetracampeón consecutivo Sebastian Vettel, quien ha sido intocable desde 2010 en las pistas del mundo.
La incertidumbre llega para la primera mitad de la campaña, pues para la segunda probablemente todos hayan encontrado el hilo negro y sepan qué se necesita en esta nueva era. Fácil, nosotros lo dijimos desde antes: experiencia. No hay substituto para las horas quemándose las pestañas en el restirador o la computadora. Y en 2014, será lo que marque la diferencia.