Artículo publicado en la edición número 406 de Christophorus, la revista para clientes de Porsche.
“Confía en tus instintos”. Esta frase de supervivencia la repite con insistencia Tom Cruise en «Top Gun: Maverick» a un joven piloto para el que tiene sentimientos paternales y que, sólo con la máxima confianza en sí mismo, podrá superar una misión de alto riesgo en la que no hay ni un segundo para reflexionar.
Cruise, quien en la vida real también es un excepcional piloto, no sólo representa en la película el papel de un instructor, sino que él mismo capacitó a los actores durante el rodaje. Junto con varios pilotos de la Marina de Estados Unidos, les enseñó a resistir fuerzas de más de 7G en aviones F/A-18 y a representar sus papeles en la ficción.
“El esfuerzo fue gigantesco”, dijo el director Joseph ‘Joe’ Kosinski sobre una de las producciones cinematográficas más exitosas de todos los tiempos. “Pero cuando hay que representar ante el público estas fuerzas y velocidades, las imágenes deben ser totalmente reales”.
Máxima autenticidad para la gran pantalla. Esa es también la divisa para el cineasta de 48 años en su nueva película sobre la Fórmula 1.
“La velocidad siempre ha sido lo mío”, mencionœ Kosinski en la sala de cine que tiene en su casa, donde a veces recibe a Cruise y, desde hace poco, también a Brad Pitt, quien protagoniza la película sobre automovilismo que se estrenará en 2023.
La casa es una joya arquitectónica y el director un interlocutor tranquilo y sosegado. Sin embargo, quedarse sentado no entra dentro de sus planes.
“Siempre estoy en movimiento, no sirvo para tomarme vacaciones”, confesó.
Cuando era joven, él quería construir autos de carreras. Soñaba con ello desde niño, mientras contemplaba el póster de un Porsche 959 que tenía en su habitación. Fue ese el motivo por el que estudió ingeniería mecánica y tecnología aeroespacial en la Universidad de Stanford, en California.
Llegó a licenciarse, pero rápidamente un profesor detectó la intuición especial de Kosinski para el diseño y lo reorientó hacia la arquitectura. Estudió durante tres años esa carrera en la Universidad de Columbia, en Nueva York, y desde ahí empezó a viajar por todo el mundo.
En esta época de su vida admiró la obra del español Antoni Gaudí en España, el futurismo de la torre Einstein de Erich Mendelsohn en Potsdam (Alemania) y especialmente el legado arquitectónico de Frank Lloyd Wright en su país natal. En paralelo, amplió su formación con estudios musicales.
Era algo que llevaba en la sangre: “Mi abuelo era trompetista de jazz y mi madre concertista de piano”.
Con sólo tres años ya se sentaba al piano y a los diez hacía sus pinitos con el saxofón. Como su abuelo, Kosinski también tocó en una banda, preferiblemente jazz clásico. Charlie Parker, Miles Davis… “pero fui lo bastante inteligente como para reconocer que mi talento no bastaba para ser profesional”.
No obstante, sus conocimientos musicales le ayudan ahora al colaborar con los mejores compositores cinematográficos del mundo, como por ejemplo con Hans Zimmer en el Hold my Hand de Lady Gaga para «Top Gun: Maverick».
La banda sonora del dúo francés Daft Punk para el debut cinematográfico de Kosinski Tron: Legacy de 2010 ganó un Grammy. “El efecto emocional de la música puede ser muy poderoso”, dijo el cineasta, “así que es tan importante como las imágenes”.
El origen de su obra cinematográfica se encuentra en Nueva York. Mientras estudiaba arquitectura, Kosinski comenzó a producir sus primeros cortos de juventud. El cortometraje Desert House solo dura dos minutos, pero bastó para convencer a un experto en marketing de Nike. Al poco tiempo rodaría el primero de sus muchos spots publicitarios llenos de acción.
Dos de sus éxitos cinematográficos son secuelas. La película de ciencia ficción «Tron: Legacy» y, por supuesto, Top Gun: Maverick. ¿También su película sobre la Fórmula 1 se basa en algún modelo?
“En cuanto a inspiración, sin duda”, dijo.
Para él, el documental sobre Ayrton Senna de 2010 es la mejor película sobre automovilismo de la historia: “Eso se debe a su veracidad: nunca se había visto tan claro lo que significa conducir en carreras de Fórmula 1”.
También se refiere a la película Grand Prix de 1966 como un hito cinematográfico: “La acción, incluida la historia de amor, es ficción, pero John Frankenheimer rodó en carreras reales con pilotos reales”.
Kosinski comenta con admiración la labor pionera del director estadounidense: “Diseñó una cámara que se podía montar en los autos de carreras e incluso girarse. Para mí, sigue siendo uno de los logros de ingeniería más vanguardistas de la historia del cine, y hoy lo trasladamos a nuevas dimensiones. Nosotros lo conseguimos con cámaras especiales en jets, y para la película sobre Fórmula 1 podemos ir incluso más allá en el ámbito técnico”.
No solo la velocidad es un elemento común en sus películas. También el entusiasmo infantil por los autos y su pasión por Porsche encuentran cada vez más espacio en la obra de Kosinski.
“El ADN de un Porsche es como una película en la que se reconoce de inmediato quién la ha dirigido”. Con 33 años se compró su primer deportivo de Stuttgart, un 718 Cayman S. “¡Por el motor central, era un coche con un equilibrio fantástico! Pero cuando nació nuestro primer hijo me compré un 911 Carrera S, modelo 997”. Le siguieron otros 911.
“El más llamativo era el 911 Turbo, modelo 991”, dijo. “Me pasé una eternidad componiendo el equipamiento y esperé por él medio año”. Eso fue en 2017. La alegría duraría poco más de un año.
“Un joven de un servicio de estacionamiento dedicó hacer carreras con el Turbo y chocó de frente con un colega en la rampa de acceso”. Como película, habría sido probablemente una comedia. En la realidad, la pérdida resultó muy dolorosa.
Ahora Kristin y Joe Kosinski ya tienen dos hijos, de doce y ocho años, y una hija de dos y viajan todos juntos en el Cayenne GTS Coupé. Al lado hay estacionado un 911 Carrera Coupé (993) de 1996.
“El auto es compacto y ligero, adoro el sonido de la refrigeración por aire y soy capaz de ajustarlo por mí mismo”. Le encanta disfrutar con su clásico de la sinuosa Tuna Canyon Road, la única carretera de un carril que hay en el cañón en California.
“Y en la Mulholland Highway de Malibú aprecio mucho la prestancia del Cayenne”. Cada pocos meses, el aficionado se entrena en el Porsche Experience Center y espera ya con impaciencia el 911 GT3 con paquete Touring que tiene encargado.
No obstante, la velocidad sube aún más en los preparativos de su próxima película cuando se desliza en el estrecho puesto de conducción de un nuevo monoplaza: “Quiero comprender la perspectiva del conductor ante el vértice de una curva”, expresó.
Por su parte, Pitt ya conduce en Fórmula 2. “También esta película debe ser auténtica”, dijo Kosinski. Como asesor y productor ha incorporado a bordo al siete veces campeón mundial Sir Lewis Hamilton.
“Y trabajamos mano a mano con la dirección de la Fórmula 1, igual que hicimos con la Marina de Estados Unidos”, afirmó.
Kosinski dio pistas de algunos rasgos de la trama: “La historia trata de outsiders disruptivos”. Brad Pitt encarna a un ex-piloto, una estrella emergente en la década de 1990 a la que se le niega el éxito definitivo. Décadas después, regresa como jefe de una escudería de poca monta, y la dirección técnica del equipo es femenina.
Para el estadounidense son importantes los personajes femeninos fuertes. Además de la piloto Phoenix de Top Gun, que hizo convivir siempre con mujeres piloto reales de la Marina de Estados Unidos, también creó para el superventas el personaje de Penny Benjamin: “Una mujer de negocios independiente y experta marinera que mira de igual a igual a Maverick”.
En el final romántico de la película, Penny pasa conduciendo su 911 S de 1973. El deportivo es más que un homenaje al 356 Speedster de la primera película de Top Gun.
“La escena con Jennifer Connelly y Cruise tenía que convertirse en un momento emblemático de Top Gun”, aseguró. “En ella quería mostrar a toda costa uno de los Porsche más bonitos construidos en la historia. Las imágenes son como la firma personal de Kosinski”.
“Naturalmente, el hecho de que el auto y él sean del mismo año no es coincidencia. Los personajes que crea son coherentes y fascinantes pero, afortunadamente, se alejan de los superhéroes absolutos. Ese es el objetivo también en la película sobre la Fórmula 1”.
“Hablamos sobre las relaciones únicas entre la técnica, el talento de conducción y el negocio. Queremos trasladar al público esto y la máxima velocidad”.
Su trayectoria le viene a Kosinski como anillo al dedo: experiencia en técnica de vehículos, aerodinámica y música, unida a su pasión por los autos y la velocidad.
“Tengo la gran suerte de no haberme convertido en director estudiando en una escuela de cine”, así resumió su polifacético currículo antes de echar un discreto vistazo a su reloj. Kosinski utiliza un Chronograph I negro de Porsche Design, igual que Maverick en la película.
También en la nueva producción debe tomar de nuevo decisiones cruciales en cuestión de minutos y superar con total precisión situaciones de estrés extremo. Lo consigue confiando en sus instintos. Como los héroes de sus películas.