Desde el renacimiento del músculo americano de la era nueva a inicios de este siglo, no había existido algo tan brutal como el Dodge Challenger Hellcat Redeye. Antes hagamos un poco de memoria, después de una vida prolífica en los setenta, el pony de Dodge volvió a la vida en 2008 y desde entonces ha recibido una lista interesante de mejoras, aunque en el fondo sigue siendo el mismo coche.
Eso quiere decir que comparte muchos elementos con el Charger, el Chrysler 300 y todos a su vez con un Mercedes-Benz Clase E de hace algunas generaciones; de cuando Chrysler y Daimler eran parientes y Dieter Zetsche era el mero patrón. Claro, el chasis ha ido evolucionando y sorprendentemente se sigue percibiendo muy actual, no se le nota la edad. Hay que aclarar que el Challenger dejó de ser un pony car desde hace 40 años y hoy es un muscle car en toda la extensión de la palabra.
El inicio
La versión Hellcat llegó hace algunos años con mucho escándalo por parte de este coupé voluptuoso con sus increíbles 707 caballos de potencia, escribiendo un capítulo sin precedentes en la historia de la industria automotriz.
Rápidamente se convirtió en un objeto de culto y sobre él se fue gestando un hito que hoy vive su etapa más febril, a tal grado que existen más versiones del Challenger que de otros sedanes compactos. Desde el discreto pero efectivo GT V6 de 300 caballos, hasta el demonio de los drag strips que acelera de 0 a 100 kph en 2.3 segundos gracias a sus 840 caballos, es una verdadera locura.
Así las cosas, FCA puso toda la carne en el asador y actualizó la gama Hellcat. A éste le dio 717 caballos, 10 más que antes, y como cereza en el pastel introdujo el RedEye con 797 caballos, es decir, casi la misma cifra del Demon. De hecho, el motor del RedEye es más una versión “descafeinada” (ja, ja, ja) del Demon, que una progresión del Hellcat normal.
El resultado es mágico y espeluznante a la vez. ¿Se alcanza a comprender que estamos al mando de un coche de casi 800 caballos que no es de ninguna marca exótica italiana o sueca? ¿En qué momento pasó?
Diseño
La apariencia es absolutamente coherente con los fierros que esconde bajo la carrocería. Empezando con el wide body que lo hace lucir sensual y diabólico a la vez, se suma un cofre con toma doble de aire que, además de ser único del Dodge Challenger Hellcat Redeye, anticipa sus capacidades sin par. Luego está esa mirada penetrante y amenazadora, cortesía de los faros con aros LED que cambian de color según actúen las luces. En ellas reside un secretito del modelo, pues los “faros” interiores están huecos, ya que aparte de servir como luces direccionales son también sendas entradas de aire auxiliares.
En los costados no necesita nada más que las citadas salpicaderas ensanchadas y unos rines hermosos en gris oscuro satinado que dejan ver el tamaño descomunal del sistema de frenos Brembo que, seamos justos, hace muy bien su chamba de detener a esta mole de dos toneladas desde velocidades francamente estúpidas.
Manejo
Acomodarse en los asientos es tarea fácil, son enormes y la combinación entre comodidad y soporte es fenomenal. Presionamos el botón de encendido y la bestia cobra vida con un bramido que molesta a los vecinos, hace vibrar las ventanas de la casa y activa algunas alarmas de los autos cercanos. Es una delicia auditiva que sólo los más apasionados podemos entender y compartir.
Ponemos la caja en Drive y en tanto no se desarrolle la delicadeza necesaria para operar el acelerador, inevitablemente dejaremos la inmovilidad patinando las ruedas traseras; es casi imposible no hacerlo… y eso que vamos en modo de manejo normal con todas las asistencias encendidas.
Dejando atrás topes, tránsito y semáforos es hora de pisar con más decisión el pedal de la “gas”. Sucede otra vez, las ruedas traseras giran libres como si estuviésemos manejando sobre el cemento pulido al interior del súper. Dosificar 797 caballos y 707 libras/pie de torque no es tarea sencilla.
Llegamos a otro semáforo y con él una oportunidad nueva de acelerar civilizadamente, pero no, ahora sí con toda la intención hundimos el pedal derecho y al RedEye se le mete el diablo. Tiene tanto par que el coche se inclina hacia un lado, el compresor volumétrico grita como felino en brama y avanzamos pegados al asiento al tiempo que dejamos la calle inmersa en una neblina ilegal y hermosa a la vez, producto de la capa de llanta fundida que acabamos de pintar atrás.
No exageramos al decir que ese burn out será tan largo y demencial como se lo pidamos, de unos cuantos metros
y un par de segundos o de la cuadra entera con las llantas patinando hasta en quinta velocidad. Una bestia, sin más.
No obstante, su brutalidad no para ahí. Sí, acelera rápido de 0 a 100 kph, en torno a los 5 segundos según nuestras mediciones, porque en realidad es casi imposible hacer que el RedEye ponga toda la tracción en el pavimento (3.5 segundos oficiales).
Contundente
Sin embargo, pasados los 100 kph es cuando viajamos a un universo paralelo, pues el salto de 100 a 200 kph es de lo más brutal que este articulista del motor haya experimentado en casi dos décadas. La percepción de la realidad cambia, entramos en efecto túnel y el velocímetro no deja de sumar.
Incluso le toma poco llegar a 300 kph, y aquí ya da miedo pensar que algo se atraviese y tengamos que frenar de emergencia. A 320 kph el coche sigue empujando, pero se termina la recta. ¿Cuál es su velocidad máxima? Quizá nunca lo sabremos, aunque varios medios hablan de 330, o sea que estuvimos cerca.
Por lo demás es un auto común, con espacio para cuatro, calidad general buena, un equipamiento más que completo tanto en seguridad como
en infotenimiento y la cajuela
más grande entre sus rivales.
Tecnología
Del sistema Uconnect lo más destacable son las Performance Pages, una serie de menúes desde donde se puede controlar muchos aspectos del coche, hasta los más inverosímiles.
Se puede ajustar la respuesta de acelerador, motor, caja y suspensión, pero también se puede seleccionar el nivel de potencia (500 o 797 caballos), el régimen de giro para los cambios y el launch control, además tiene un cronómetro para aceleraciones y hasta un dinamómetro en tiempo real para saber cuánta potencia estamos usando.
Conclusión
Es un auto único y brutal que no necesita justificación y que consume quizá unos 2 o 3 kpl, nadie sabe a ciencia cierta y a nadie le importa. Y no, no es un coche sólo para acelerar en recta, pues en modo Track se comporta sorprendentemente ágil y obediente en pista, mejor que ningún otro Challenger. Un objeto del deseo que, aunque parezca caro (casi $1.8 MDP), no existe otro modelo que ofrezca tal cantidad de potencia y emociones como el Dodge Challenger Hellcat Redeye, quizá el último de su especie en la historia moderna del automóvil. Gracias FCA.
VÍCTOR ORTIZ