POR LUZ MARÍA NIETO DE ROJAS – ESPOSA DE GUILLERMO Y MAMÁ DE MEMO 

Las carreras son el único deporte que me gusta y no tienen que ver nada con mi familia, me gustan a mí. Yo anduve 9 años con Guillermo (Rojas, más de 20 veces campeón de México) y nos casamos en 1979 y siempre me encantó lo que él hacía, ser piloto. Cuando tienes 20 años no mides las cosas, andas con un novio que corre, es muy padre, no piensas que alguna vez pueda pasar algo, es parte de la juventud, la vida es muy corta como para no hacer lo que te gusta. Además, yo en lo personal soy muy positiva, yo creo que si llamas la mala vibra, viene, así que hay que ser positivo y yo lo he sido siempre. La cosa cambia un poco cuando ya eres la esposa del piloto, hay una preocupación que todo salga bien atrás de todo el glamour, pero yo nunca he pensado que pueda pasar algo malo, no soy así.

Pero cuando te vuelves mamá de un piloto, entonces es diferente. Un hijo se cuece aparte. Quizás es que yo sentía que Memo (Rojas, campeón internacional en prototipos) empezó muy chiquito. Los primeros años suyos en go-karts se me hacían peligrosísimos, son como una moto, me preocupaba mucho que le fuera a pasar algo. A un hijo no quieres que lo toque ni la hoja de un árbol, es otra cosa. Después de su accidente en Cuernavaca cuando tenía 12 o 13 años, íbamos en la ambulancia y yo nunca lo había tenido que llevar a un hospital, nunca había tenido nada y recuerdo que lo primero que me dijo fue: “No me voy a retirar, ni creas”. Ahí entendí que yo no era nadie para cortarle las alas, esas que nosotros mismos como papás le habíamos formado. De hecho yo nunca dudé que fuera a ser piloto, creía que tanto él como Gabriel (Rojas, su hermano) iban a ser pilotos, pues los llevábamos a las carreras, les gustaba y estaban orgullosísimos de su papá pues era el campeón.

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A los hijos hay que apoyarlos, y con Memo tampoco me preocupé de algo. Creo que cuando te desenvuelves en el mundo de las carreras tu perspectiva cambia, a lo mejor es que me acostumbré, pues sé que sí hay accidentes, pero un corredor va protegido, tiene nomex, casco, una jaula en el auto y además yo no me preocupaba de eso porque soy afortunada, ambos son muy seguros, no se suben a hacer tonterías y eso me da la posición de seguridad que siempre he sentido. Yo le pido a Dios que me lo cuide mucho, a su ángel de la guarda. Soy positiva, pero sí me ha llegado a pasar que no puedo ver una carrera, me pongo nerviosa a veces. También siento que hay momentos en que una tiene que mantenerse al margen, hay momentos en que ni las mamás ni las esposas deben meterse, no puedes ser juez y parte. Yo esas señoras que las ves que son cronometristas y no sé qué más, yo no podría; yo soy espectadora, soy mamá, soy esposa.

Lo que me preocupa es que mi hijo no logre sus metas, yo sé cómo ha luchado, todo lo que ha sacrificado, que es mucho. Por ejemplo no fue a sus graduaciones ni de secundaria ni de preparatoria porque tenía carreras y un compromiso con su patrocinador, que era su papá. Y un día me dijo que terminaba la preparatoria y ya. Pero luego siguió estudiando y Memo hizo carrera y maestría, se llevaba libros para estudiar en el avión cuando corría en Barber y en otras series y bajaba del avión directo al Tec. Muchos no lo saben, pero hizo la maestría becado por su capacidad, no por ser Memo Rojas y eso es otro orgullo, verlo lograr sus metas no sólo en las carreras.

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Yo creo que mi mayor orgullo, más que sus triunfos en las carreras es que es un ser bueno y maravilloso, sigue siendo Memo en la casa y con los amigos, es muy buen hijo. Como padre lo más importante es formar buenos seres humanos, eso siempre será un orgullo.