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La décima generación del Civic, el compacto estrella de Honda, se despide para dar paso a una mucho más moderna y refinada, pero no por ello este modelo desmerece en absoluto, ya que sigue mostrando unas capacidades muy interesantes y una figura muy atractiva. Parece que no pasan los años.

El chasis ha sido recalibrado con miras a conseguir dos objetivos: primero, que exista una mejor respuesta de sus componentes, como dirección, suspensión y frenos; y segundo, que la calidad de marcha sea superior. Honda quiere que el Civic se maneje como un auto mucho más costoso de lo que es.

En general se aprecia muy sólido, de factura buena en ensambles y materiales. Detalles como los ajustes de los plásticos del tablero y cómo cierran las puertas, dan la sensación de que podrá durar en buen estado al paso de los años.

Llega en cuatro versiones con distintos niveles de equipamiento, todos con seis bolsas de aire, ABS, controles de tracción y estabilidad, computadora de viaje, equipo de audio con entradas multimedia, indicadores digitales y climatizador automático, entre otros.

Según se vaya escalando en las versiones, se suman rines de 17”, cámara de visión trasera, quemacocos, vestiduras de piel, pantalla táctil de 17.5 cm, etc.

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Pero lo más novedoso del Civic no es su carrocería peculiar, sino que deja el motor de 1.8 litros y 140 caballos, en favor de dos alternativas más potentes. El escalón de entrada es un 2.0 litros de 158 caballos que se podrá pedir con caja manual de seis, o automática CVT.

Hay también un motor turbo de 1.5 litros nuevo que entrega 174 caballos, aunque sólo disponible con transmisión automática, y que ofrece un desempeño muy superior con respecto a su antecesor; el ajuste del turbo y que la totalidad del torque estén disponibles antes de las 2,000 rpm, le permiten acelerar de forma lineal, sin el clásico retraso ni la “patada” que caracterizan a los sopladores.

El Civic llega a pelear en un segmento nutrido y complejo, aunque parece que Honda entendió que, para destacar, tenía que ofrecer algo muy distinto a lo que ya conocía todo el mundo.

VÍCTOR ORTIZ