El octacampeón pierde un minuto ante Jari-Matti Latvala en la apertura antes de obtener un triunfo resonante.

Tras días y semanas de pontificaciones acerca de los contratos de los promotores, de los qataríes y del dinero faltante de Rusia, hace unas semanas en el inicio del Campeonato Mundial de Rallies (WRC) 2012 finalmente la atención se concentró en una cosa: las llantas.

El primer día –de un total de cinco– arrancó en Valence, Francia, con el campeón Loeb en su Citroën ganando la etapa inicial por un segundo sobre su antiguo coequipero Dani Sordo, en el Mini, mientras los Ford con las llantas súper suaves de Michelin sufrían. Pero en la segunda etapa Sordo le pegó a una barda y tuvo que dejar ir a Loeb, aunque sólo cedió tres segundos en 19 kilómetros pese a los desperfectos.

Latvala, de Ford, arriesgó con el arreglo diagonal: una llanta lisa y una con clavos al frente y atrás, lo cual significaba que subviraba en el 50% de las curvas y sobreviraba en la otra mitad, pero fue la receta ideal para el pavimento congelado con lo que el finlandés le quitó 52 segundos a Loeb y se puso de líder, con su coequipero Petter Solberg en tercero.

Para la segunda pasada en la tarde Citroën mandó con súper suaves a los suyos y Ford con llantas suaves simplemente, y en la segunda pasada por Burzet, Loeb presionó a Latvala, quien se volcó y dejó al galo en la punta con más de un minuto sobre Sordo y Solberg.

Para el Día 2 Loeb escogió bien las llantas, la nieve se mantuvo a raya y con cinco victorias en seis etapas, aumentó su ventaja sobre la batalla del segundo sitio entre el español y el noruego, que intercambiaron posiciones varias veces para terminar con Sordo adelante por 3.7 segundos.

El viernes llegó el hielo negro sobre el pavimento y la ventaja de ser local funcionó para Loeb, quien mezcló llantas con clavos y súper suaves en patrón diagonal al inicio y luego puso todas las de clavos para quedar cómodamente al frente sin arriesgar el resto del día, en el que los mejores tiempos del final fueron para su nuevo coequipero Mikko Hirvonen, quien luchaba por alcanzar a Solberg en el tercer sitio, tras que el noruego usó las súper suaves en la segunda etapa y patinaba por el hielo hasta 100 metros cada vez que aceleraba, con lo que Sordo se le despegó.

El sábado, tras dormir ya en Montecarlo, la sesión inició con un servicio a las 13:15 para las etapas que luego concluirían en la noche. Loeb inició con una ventaja de dos minutos y acabó con más. El rally era suyo y se divertía en ganarlo. Su navegante, Daniel Elena, incluso saludaba a los espectadores en la Col de Turini, confirmando el resultado. Sordo se la tomó tranquila, pero Solberg atacó y le quitó medio minuto a la ventaja, con lo que Hirvonen decidió ya no arriesgar y quedarse cuarto, seguido por el ruso Evgeny Novikov y el veterano Francois Delecour en sexto.

Para el domingo Loeb ganó la etapa de poder, con puntos adicionales, y parado en el techo de su Citroën en la Col de la Madone, donde disfrutando el sol era un hombre feliz. “Éste es mi rally” dijo y sonrió. Nadie podía estar en desacuerdo.

En la clase de Producción (PWRC), el mexicano Benito Guerra usó uno de sus dos byes del año y solamente se formaron tres autos. El ganador fue el polaco Michal Kosciuszko (Mitsubishi), con gran ventaja sobre la inglesa debutante Louise Cook (Ford) y el italiano Lorenzo Betrellei (Mitsubishi) abandonó. En la clase Sport2000 (SWRC) el ganador, y único en acabar, fue el Ford de Craig Breen.