…..el auto que dio la vuelta más rápida, determinada por la velocidad promedio mayor en una sesión oficial de GP

¿Cuál es el criterio máximo para determinar qué tan grandioso puede ser un auto de la F1? Cuando se trata de rapidez, ningún auto en la historia de la F1 puede vencer al Williams FW26. Durante la calificación primera del Gran Premio en Italia de 2004, Juan Pablo Montoya recorrió a Monza con un motor BMW a una velocidad promedio de 262.244 kph, la vuelta más rápida jamás vista en una sesión oficial de fin de semana de carrera de F1. Montoya eclipsó su propio récord establecido dos años antes en la misma pista en el FW24. A su vez, ese récord de 2002 había eclipsado el de Keke Rosberg en un Williams-Honda FW10, en la clasificación para el GP Británico de 1985: que había mantenido durante 17 años.

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Mientras que el antiguo récord de Rosberg –establecido en un Silverstone sin chicanas durante el apogeo de la era turbo en la F1, y pese a una pinchadura lenta en la llanta delantera izquierda– permanecía como fragmento de celebración en el folclor de la F1, la marca de Montoya es aparentemente una nota a pie de menor importancia en la historia de este deporte. Los cambios subsecuentes en las reglas, restricciones aerodinámicas notables, motores más pequeños y un cambio en la filosofía del diseño de los circuitos, son la razón principal por la que el récord del FW26 no sea retado desde hace 11 años.

Con toda la tecnología híbrida 
del Mercedes F1 W05, la PP de
 Lewis Hamilton en Monza establecida el año pasado fue a un promedio de 247.953 kph. Pero esto también se debe a que un auto rápido no necesariamente es un auto ganador de F1.

A una velocidad promedio de 262.244 kph, Montoya eclipsó su propio récord logrado ahí mismo dos años antes

El FW26 no necesariamente fue un gran auto: sólo ganó una carrera (el GP brasileño en 2004), y ese año el Williams acabó cuatro en el campeonato de constructores. Es posible que sea recordado más por sus “colmillos de morsa” desproporcionados, que por suerte fueron reemplazados por una trompa más común unas carreras antes de Monza. Aunque el FW26 tenía ritmo, era difícil de preparar, le faltaba carga aerodinámica y fuerza en general para combatir al Ferrari F2004 dominante. Pero en Monza –una anomalía histórica de pista, compuesta por rectas muy largas y chicanas muy cerradas que recompensan la velocidad en línea recta, más que el agarre a media curva– la falta de carga aerodinámica en combinación con el gruñido del poderoso BMW V10 de tres litros, lo hizo fenomenalmente rápido.

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A pesar de la vuelta récord de Montoya, éste no calificó en la PP: por el extraño sistema de dos partes y una vuelta en cada una que se usó en 2004. Los resultados de la primera calificación en la que estableció su marca quedaron supeditados al orden de carrera determinado por la segunda calificación. El Ferrari de Rubens Barrichello era más rápido en esa temporada (con un promedio “simple” de 260.393 kph) para quedar en la PP, secundado por Montoya. Barrichello ganó la carrera mientras Montoya quedó en quinto lugar. La historia del FW26 es una prueba de que en la F1 la velocidad absoluta no lo es todo. Pero en un deporte que se enorgullece por ser el más rápido en el mundo, el auto más rápido de la historia sin duda merece ser celebrado.