Por Cajal
Este es un libro escrito por un ex piloto de motos exitoso, padre y homónimo de otro piloto –el cual llegó a la F1 a tempranísima edad y salió igual de temprano– y más que un anecdotario es un manual para reconocer que aunque todos nuestros hijos tienen potencial, la inmensa mayoría nunca llegará a ser el campeón que esperamos y cuyo nombre será reverenciado por las generaciones venideras como uno de los legendarios de todos los tiempos, en cualquier deporte, pues el libro no trata de automovilismo –o motociclismo– solamente.
Jaime padre es un empresario español exitoso, su serie de revistas como Solo Moto y su idea de crear lo que evolucionó en la World Series by Renault, muestran que es un tipo con visión y además puede aterrizarla y volverla algo productivo. De la misma manera, Jaime narra esos primeros pasos desde que alguien te dice que tu hijo tiene potencial y enumera los pasos necesarios para llegar al tope, y las múltiples causas por las que podría no ocurrir y cómo reconocer la diferencia.
El prólogo es de su amigo y compañero de andanzas en el deporte motor Carlos Slim Domit – cuya Escudería Telmex es una de las excepciones mexicanas a la falta de estructura deportiva– y en él se refuerza la idea principal que plantea el español, pero desde la perspectiva mexicana más amplia, pues en este caso son muchos los “hijos” de la Escudería.
El libro debería ser esencial para todos los padres con hijos deportistas, de donde provienen –en México– virtualmente el 99% de los grandes deportistas que tenemos, pues aquí no hay estructuras para detectar y encauzar el talento, con contadas excepciones.
Pero quizás sea un libro difícil de leer en el sentido que es amargo tener que reconocer que el hijo no es el talento supremo quecreemos y de eso habla en varios capítulos de este manual para padres de hijos con potencial deportivo.
El libro es ameno, entretenido y no profundiza en lo anecdótico, eso será objeto de alguna biografía en su momento, supongo, sino que explica el camino hacia arriba. Jaime ya lo recorrió, llevó a su hijo a la F1 y comenta cuál es la labor del progenitor, dónde están los problemas y –muy especialmente– cuándo deja de ser útil y se vuelve un estorbo para el progreso del futuro crack, lo cual es otro paso que nunca entenderán muchos padres que siempre encuentran el pretexto para entrometerse –veamos ahí a Anthony Hamilton, por nombrar a uno muy conocido– y llevarse algo del brillo –o algo más concreto– que emana de su vástago.
El libro está para un par de horas entretenidas y si piensan que su hijo es una estrella en potencia, harían bien en darle un vistazo. Les puede ahorrar muchas decepciones, desvelos y dinero.