Al final de 2013, muchos daban por acabado en la F1 a Sergio Pérez, quien se había convertido en el piloto mexicano con más participaciones en la máxima categoría del automovilismo. Los no conocedores decían que no era posible que McLaren hubiera tenido un auto tan malo y que el problema era la falta de mentalidad ganadora del tapatío, misma que había causado el problema del mexicano.

Sergio acabó firmando de última hora con Force India, casi el único asiento decente que quedaba, a menos que Sauber hubiera decidido volverse 100% mexicano, y regresó listo para demostrar que 2013 fue un asterisco en su historia atribuible a su paso por Woking, no a su talento inherente. En 2014 Button ya tiene un podio, Sergio tiene otro, entonces queda demostrado que el problema de 2013 fue el pésimo McLaren MP4-28 que nunca funcionó para los pilotos que lo manejaron. La campaña no fue tan grave para Jenson, que es inglés, excampeón y maneja en un equipo inglés que no tiene campeones, así que su valor es muy alto, su figura es intocable. Por ello un mexicano sin victorias –esas que debieron llegar si McLaren cumple con darle un auto bueno– fue elegido para ser el chivo expiatorio de Woking de cara a salvar su reputación, aunque sin poder manipular las estadísticas que condenan al mísero MP4-28 como lo que es. Y se contrató a un novato prometedor, pero no mucho más, para substituirlo en 2014, como reforzando el punto.

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Ahora, en Australia Sergio no anduvo tan bien, pero perseveró y terminó con un punto tras la descalificación de Ricciardo. La carrera en Malasia, en la que volvió a calificar detrás de su coequipero Nico Hulkenberg no fue tal pues un problema lo marginó de arrancar y Sergio se quejó de lo “aburrida” que fue verla en TV. Llegó Bahrein y Sergio empezó a evolucionar con el equipo. Calificó muy bien tras unas prácticas que lo mostraron más rápido que Nico y superó al alemán para quedar cuarto en la parrilla –otra vez gracias a una penalización para Ricciardo– y desde que las luces rojas se apagaron manejó en forma excepcional para terminar en el podio habiendo pasado a Hulkenberg en la pista con gran manejo –por cierto, el alemán, como Button en 2013, se quejó en el radio del rebase, como si Sergio tuviera que pedir permiso para hacerlo– y ganó sus batallas con todos los que se le presentaron, desde Bottas hasta Alonso, mostrando una madurez en su manejo y, más importante, en su postura en el equipo, sin triunfalismos.

Un cuarto podio para Sergio que viene a seguir la línea evolutiva que había quedado interrumpida por McLaren en 2013. Un podio que demuestra talento, ganas y manejo, que son las razones por las que lo había contratado McLaren justamente. Además, un podio que hace que Force India tenga más puntos que los de Woking y termina de aplicar sal en la herida que sangra en los ingleses. Un podio que muestra que Sergio nunca fue el problema. Su actitud pudo haber cambiado, pero su talento sigue igual, listo para explotar con el auto adecuado, el cual nunca recibió en 2013. Sergio ha superado su annus horribilis y retoma la luz pública como mexicano triunfador. Los amigos de ocasión regresan a buscarlo y ensalzarlo, los cronistas deportivos ya vuelven a mencionarlo. Pero nunca se fue, simplemente padeció un mal año por un mal auto. Hasta de eso se aprende y celebramos el cuarto podio, porque las posibilidades del primer triunfo aumentan. Sergio tiene la onza de oro proverbial, y ya es hora de cambiarla.

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