Renault parece tener una relación bipolar con la Fórmula Uno, pues a veces la odia y a veces la ama, dependiendo del éxito que tenga con sus autos y motores en la categoría máxima. Ellos son los que llevaron originalmente el motor turbocargado a la F1 en 1977, aprovechando un hueco legal en las reglas, pero nunca se coronaron con el equipo oficial, aunque han obtenido títulos múltiples como proveedores (o socios) de motores, los últimos cuatro al hilo entre 2010-2013 con RBR.
Tras su abandono en 1985 como equipo, en 2002 compraron Benetton y le cambiaron el nombre para 2003, logrando dos títulos en 2005 y 2006 con Fernando Alonso como campeón, pero después del ‘Crashgate’ de Singapur 2008, la firma gala perdió interés y vendió el equipo para la campaña 2010, aunque siguió corriendo como Renault hasta 2011 y luego se cambió a Lotus, equipo que fue adquirido a fines del año pasado de regreso por la fábrica francesa del rombo para regresar a la F1 en 2016.
Renault es también proveedor de motores para RBR, aunque en este año serán llamados TAG-Heuer, pues las peleas entre los franceses y los austriacos de las bebidas de energía fueron feroces en 2015. Y su antiguo director de motores y luego director de Caterham, Cyril Abiteboul, es el encargado de regresar el proyecto a primer plano, con la colaboración de Pascal Vasseur (ART Grand Prix) como director deportivo, además del director técnico Nick Chester y su equipo en la base en Enstone, mientras el retornado Bob Bell supervisa todo el proyecto tras una estancia en Mercedes, siendo el oficial técnico en jefe, y tienen a Chris Dyer, el ingeniero de Schumacher en su época final con Ferrari, como director de ingeniería de carrera.
El equipo recibió una inyección de dinero fresco de Francia, pero aun así son cautos y no esperan pelear el título hasta la tercera campaña (2018), pues perdieron mucho personal talentoso y necesitan rehacer sus filas. Donde tienen más problemas es atrás del volante ya que inician su retorno con un novato, Jolyon Palmer, ex campeón de GP2, y con un piloto de una campaña, Kevin Magnussen, quien no fue el astro que McLaren decía, pero no hubo más ante la salida intempestiva de Pastor Maldonado por problemas con sus patrocinios.
Su RS16 es una evolución del auto fácil de manejar que produjeron en 2015 y que hasta un podio les dio, aunque no pudieron desarrollarlo por falta de dinero. El motor ahora será más cuidado, ya es de casa y deben pelear en la segunda mitad del pelotón en 2016.