El biógrafo de los hermanos Rodríguez y editor en jefe de FASTmag, CARLOS EDUARDO JALIFE VILLALÓN, nos relata un poco de la historia del primer piloto mexicano de F1, quien falleciera el 1 de noviembre de 1962 durante las prácticas no oficiales del I GP de México.
Ricardo Rodríguez estaba destinado a ser grande, pero nunca viejo. Su talento natural lo hacía destacar de otros niños, incluso de otro súper dotado como era su hermano mayor Pedro, a quien iba superando en el camino que seguían en el deporte, primero como campeones infantiles nacionales de ciclismo, luego campeones nacionales de motociclismo, del cual se retiraron antes de cumplir 16 años de edad. Y Ricardo sería el primero de ellos en competir en serio en automovilismo, aprovechando que Pedro estaba fuera de México estudiando High School en Estados Unidos.
Para cuando Pedro regresa a México en el verano de 1957, Ricardo ya era la sensación de las pistas nacionales y el hermano mayor se niega a ir a EU, pues también quiere correr; en septiembre, ambos ganan en Torreón carreras del jubileo de fundación de la ciudad lagunera, antes de acometer la primera aventura internacional en la inauguración del circuito de Riverside, California.
A los 15 años y 271 días, Ricardo gana en su clase de autos Sport hasta 1.5 litros con un Porsche –Pedro no compite por falta de auto– y con más victorias de ambos antes de fin de año en la Semana Internacional de la Velocidad en Bahamas, de pronto son los ídolos nacionales cuando ni siquiera alcanzan la mayoría de edad.
La carrera de Ricardo Rodríguez es fulgurante, la de Pedro es brillante, pero más pausada y también se enfoca a los negocios que les permitirán correr en el futuro, siempre en compañía de su hermano, con quien pone la Distribuidora Hermanos Rodríguez en 1961 para importar autos ingleses de la firma Rootes (Sunbeam, por ejemplo) y de Ferrari.
Han corrido incesantemente en los años recientes obteniendo buenas clasificaciones en Sebring, Le Mans, Nassau, la Targa Florio y otras épicas de resistencia haciendo pareja, y el día que Ferrari los obliga a correr separados –no juntos en el auto oficial del año anterior comprado por el North American Racing Team de Luigi Chinetti, que es su montura habitual– Ricardo queda segundo en las 24 Horas de Le Mans de 1960 y Pedro ni siquiera toma el volante porque su coequipero se queda sin gasolina en el primer turno, por un mal cálculo de la Scuderia de Maranello. En adelante, no volverán a permitir ser separados en una carrera que requiera copiloto.
NO TE PIERDAS: Cincuentenario del accidente de Pedro Rodríguez
Ricardo es el más joven en correr y en conquistar el podio en las 24 Horas de Le Mans a los 18 años y 131 días. Matt McMurry rompió la marca de piloto de menor edad en participar en 2014, pero la segunda se mantiene.
Con sus comentarios sobre la habilidad de los hermanos –y su gran actuación en Le Mans ’61 cuando lideran la prueba hasta cerca del final frente a los autos oficiales de Ferrari – su director tiene que pedirle a Chinetti que les ordene bajar el ritmo. Llama la atención del Comendador Ferrari, quien decide ofrecerles una prueba ese verano.
Ricardo acepta de inmediato, pero Pedro sabe que las finanzas no son buenas y prefiere aplazar su prueba hasta un futuro cercano. Como era predecible, Ricardo impresiona a todos en Módena, marca tiempos competitivos sin haberse subido jamás a un F1 y Ferrari le ofrece un contrato para debutar antes del final de 1961.
Ricardo debuta en el GP de Italia con un Ferrari 156 pero usando el motor viejo que es menos potente; pese a ello bate a casi todos sus coequiperos –y a otros 30 pilotos en la parrilla– siendo la excepción el alemán Wolfgang von Trips, líder del campeonato y de la Scuderia, quien es ligeramente más rápido que el mexicano en el circuito de 10 kilómetros de Monza con su óvalo peraltado y ambos comparten la primera fila, hecho inédito para un debutante y menos de 19 años y 260 días de edad, el piloto más joven que ha visto la máxima categoría hasta que Jaime Alguesuari batió su récord en 2009.
Aunque abandona, Ricardo ha dejado constancia de sus grandes dotes y es firmado para Ferrari en 1962, aunque la temporada no será muy exitosa para los autos rojos. En cuatro carreras disputadas –otras no las corren por problemas de huelgas industriales– Ricardo se mete entre los seis que obtienen puntos en dos ocasiones, en Spa y Nürburgring, los dos circuitos legendarios.
Así, llega a México a fines de octubre como bicampeón de los 1000 Kilómetros de París, con contrato para 1963 con Ferrari y es la estrella del primer Gran Premio de México, en el cual debutarán en F1 su hermano Pedro y su rival Moisés Solana, el mejor piloto nacional que no sale de las fronteras del país por su actividad como gran delantero de jai-alai profesional.
Pero Ricardo correrá con un Lotus 24 del equipo privado Rob Walker Racing, el cual ha sufrido un despiste en el GP de Estados Unidos unas semanas antes y la suspensión –punto débil de la marca– se ha resentido. El miércoles 31, Ricardo va al aeropuerto a recibir a Alf Francis, quien se hará cargo de su auto y del equipo ante la ausencia de Rob y en el autódromo de la Magdalena Mixiuhca se prueba el asiento del auto, le ajustan los pedales y se acomoda sin encenderlo.
Al día siguiente hay una práctica no oficial, para que los pilotos conozcan el circuito, pues es nuevo en el campeonato mundial. Es 1 de noviembre de 1961 y Ricardo es el primero en salir a la pista, primero en marcar un tiempo, primero en imponer récord de vuelta para F1, primero en perderlo y en recuperarlo.
Es la primera vez que no usa un Ferrari en F1, y también por primera vez usa un casco moderno con protecciones laterales en las orejas, no los de tipo polo que acostumbraba. Todo su equipo lo estrena en esa práctica, y el auto está marcadao con el número 1, para una conjunción de más de 20 detalles que tienen ese número como eje.
Su registro es de 2m04s en el circuito de cinco kilómetros, pero hay detalles de la carburación que no quedan y Ricardo siente el auto muy inestable, con un ruidito en la suspensión. Surtees, en otro Lotus 24 marca 2m03.8s y Ricardo ya cambiado a ropa de civil ve llegar a su padre, quien le informa que su Ferrari 250 GTE ya está en su casa.
Revisan los tiempos y juntos ven el auto con Pedro. En eso se acerca uno de los mecánicos y le dice a Ricardo que la carburación está mejor y don Pedro, le pide que se vuelva a subir al auto para que lo pruebe y él pueda verlo correr. Ricardo se cambia para ponerse su overol de nuevo y regresa a la pista semivacía, pues son las 5:00 PM y la práctica ya terminó oficialmente, pero nadie le va a negar dar una vuelta al ídolo nacional.
RELACIONADO: Las diez mejores victorias de Pedro Rodríguez
Antes de arrancar su padre se acerca con Alejandrito, su hermano, tomado de la mano izquierda y le tiende la mano derecha a Ricardo, quien la besa automáticamente, y se le oye ir aumentando la velocidad en la parte trasera del circuito. Cuando pasa frente a los fosos levanta la mano para indicar que todo está bien y va a dar unas vueltas en serio. Son la 5:05 PM, en la torre de control los comentaristas oficiales anuncian el progreso de Ricardo en las distintas secciones de la pista por los altavoces hasta que hay un silencio y luego empiezan los gritos que hablan de un accidente.
El Lotus ha entrado a la Peraltada a unos 200 kph y en el notorio brinco a mitad de la curva, de súbito, la suspensión trasera derecha se rompe, el auto se clava a la izquierda para ir a estrellarse con el riel de contención y la punta del Lotus se mete entre el piso y el riel. La trompa se rompe, el auto se encabrita como caballo de rodeo y lanza a Ricardo hacia el frente, pues no llevaba cinturones de seguridad.
El auto queda semimontado en la barrera y empieza a incendiarse, pero un bombero le vacía su extinguidor y lo controla rápidamente. Otros comisarios se acercan y empujan el auto de la barrera a la pista y éste cae en su posición normal a la misma y resbala en el peralte. Más allá Ricardo ha ido a caer sobre uno de los postes que detienen la barrera, a unos cuatro metros del auto y virtualmente partido en dos por el parabrisas. Pedro llega corriendo, pero su hermano ha pasado al panteón de los inmortales y nada puede hacerse.
Todo México irá a rendir sus respetos al héroe caído esa tarde en la casa de sus padres en Polanco, incluso el mismo presidente López Mateos y, al día siguiente, Día de los Muertos, habra valla de gente del pueblo desde ahí hasta el Panteón Español donde miles de personas rinden tributo al hijo que México ha perdido. Aún no ha cumplido 21 años, la mayoría de edad, y ya es inmortal.
Ahora lo recordamos como lo que fue, el gran piloto que abrió el camino para México en la Fórmula Uno.
Relato actualizado de 2012.