Renunciando a su raison d’etre original, la serie cambia para sobrevivir en una zona en que NASCAR proyecta su sombra ubicua. CARLOS JALIFE explica.
La serie de monoplazas más rápida de Norteamérica inicia 2012 con cambios en su reglamento de competencia, que han permitido la aparición de nuevos fabricantes en el área de motores, y pronto también entre los fabricantes de chasises que se preparan para la introducción de los nuevos autos 2013, aunque este año todos usarán los Dallara, modelo DW12 de fibra de carbono desarrollados en Italia y armados en Indiana. Los autos han recibido una modificación aerodinámica muy peculiar en los pontones para que no sean tan rápidos en los óvalos, lo cual provocó muchas quejas de los equipos que no encontraban una buena puesta a punto que sirviera en todo tipo de circuitos.
En motores, este año regresa Chevrolet como fabricante de motores, aparece Lotus por primera vez y sigue Honda, que había sido la única marca proveedora de potencia en los años más recientes. Son motores turbocargados V6 de 2.2 litros que dan entre 550 y 700 caballos dependiendo de la especificación y usan limitador de revoluciones para emparejarlos. En lo que siguen siendo monomarcas es en llantas, pues Firestone proporciona todos los compuestos usados.
Pero los cambios tienen por objeto mejorar el espectáculo, pues no pueden competir contra NASCAR, la serie favorita del aficionado estadounidense promedio, y para ello han tenido que renegar incluso de sus principios. Su esencia ovalera va quedando atrás ante la realidad del mercado y sus filas también las integran una mayoría de pilotos extranjeros, quienes generalmente están más a gusto corriendo en circuitos.
Como su rival Champ Car, con la cual se fusionó en 2008, IndyCar corre ahora en superóvalos y óvalos cortos, circuito permanentes y callejeros y es la serie de mayor diversidad en el mundo. Sin embargo, por el accidente en Las Vegas en la final de 2011, para esta campaña se recortaron los óvalos que habían sido la razón de su fundación en 1996 cuando se salieron de CART y se llamaban Indy Racing League.
Además, los pilotos, quienes no se opusieron con fuerza a la aventura mal planeada y peor concebida de Las Vegas, no están a gusto de correr en Texas, cuyo óvalo tiene un peralte exagerado que provoca un incremento en las fuerzas G peligroso para el físico de los pilotos. Ante eso y la falta de asistencia a sus eventos, la serie se ha ido llenando de circuitos callejeros, aplicando la máxima “si el público no viene a ti, tú ve al público”. Y también han anunciado una carrera callejera en China, tras perder la del óvalo de Motegi en Japón, por la falta de interés local.
En la pista, la batalla promete ser una vez más entre los equipos que han dominado la serie desde hace años, el Ganassi de Honda, el Penske de Chevrolet y como tercero en discordia, el Andretti, de Chevy. Dario Franchitti, tetracampeón en 2007, 2009-11 y Scott Dixon, campeón en 2003 y 2008 defienden los colores de Ganassi, mientras que Will Power, subcampeón en las dos temporadas más recientes es acompañado por Ryan Briscoe y Helio Castroneves del lado de Penske, que es el equipo con más victorias en este tipo de autos.
Andretti tiene a tres pilotos, su hijo Marco, Ryan Hunter-Reay y James Hinchcliffe, con menos honores, pero son un equipo siempre bien preparado. Del resto destaca la tercia de KV Racing, con el excampeón Tony Kanaan (2004) y el recién llegado de la F1 Rubens Barrichello, además del venezolano Ernesto Viso.
Hay otros ex F1 como Justin Wilson, Takuma Sato y el tetracampeón de CART, Sebastian Bourdais, con un par de pilotas que añaden diversidad de género, Simona de Silvestro y Katherine Legge, pero por mucho los triunfos deben quedarse, como en la F1, en los tres equipos grandes.