Respeto es la palabra clave, comenta CARLOS JALIFE, para lograr que la serie cumpla el objetivo de internacionalizar pilotos mexicanos de stocks

El entorno

NASCAR México es, sin duda, la serie más importante del país, y en 2011 terminó una campaña espectacular que trajo como resultado el tricampeonato para Germán Quiroga, quien lleva cinco años de dominar la categoría estadísticamente y, más importante aún, en la pista jugando muchas veces con sus rivales a los cuales desmoraliza con su velocidad pura y táctica impecable.

Pero el gran campeón ya no tiene qué hacer en las pistas mexicanas y tenía pactada su incursión a la serie de trocas de NASCAR, la tercera en importancia en Estados Unidos, por lo cual no se esperaba que regresara a las pistas aztecas y así fue.

Tenía un arreglo verbal con el equipo de Kyle Busch, multiganador en la serie, y debía debutar en Daytona, pero las cosas se complicaron, el entorno económico no fue favorable y se ha quedado varado.

Pero el caso de Germán no es sino un síntoma de la falta de importancia -llamémoslo «respeto»– que tiene la serie mexicana en los ojos de los estadounidenses. La serie mexicana es tan competida como la canadiense, pero a diferencia de aquella no está enfocada a un mercado interno en el cual correr muchos años, sino a ser un escalón de la escalera que lleva a las tres grandes series de stocks en Estados Unidos.

Y si el escalón no sirve –que es lo que se ha mostrado al no haber un asiento para un tricampeón y si para pilotos campeones de series como la East y West que tienen reglas similares y menos autos– la serie mexicana queda automáticamente devaluada.

Es en el propio interés de NASCAR hacer que sus pilotos campeones de series subsidiarias vayan subiendo y más cuando se trata de alguien tan hábil al volante como Germán, quien está en la edad exacta para subir a mostrar su talento en los óvalos estadounidenses de primera línea.

Si la escalera no funciona, eso automáticamente desalienta a los patrocinadores, especialmente a todos aquellos que han creído en la políticamente correcta cuestión de la diversidad y que no se dan cuenta que el inmenso mercado hispanoparlante del país del norte lo componen en su mayoría mexicanos de origen (o nacimiento) y que necesitan un campeón mexicano allá.

Eso lo vio ‘Big’ Bill France cando invitó a los hermanos Rodríguez a correr por primera vez en NASCAR en 1959 –y a Ricardo no lo dejaron subir pues era menor de edad y las reglas de seguros de la pista de Trenton no le extendían cobertura por la edad– y siguió insistiendo en su participación hasta el final de la carrera de los pilotos más grandes que ha dado México. Si NASCAR no actúa en su propio interés, el efecto en la serie mexicana puede obligar a que se tenga que alterar el enfoque de la misma y redefinir sus alcances y objetivos.

NASCAR México está en un proceso de evolución desde hace dos años, cuando cambió a sus responsables organizativos y la forma de promocionar las carreras, lo cual se ha traducido en un incremento en la asistencia de fanáticos a las pistas mexicanas en las que se presenta.

El número de autos ha permanecido estable en los treintas medios creciendo y consolidando su importancia. Pero su patrocinador titular, Corona, ha cedido el nombre principal y en 2012 la serie pasará a ser la NASCAR Toyota México, con la entrada del fabricante japonés que hace algunos años definió también su incursión en las series de autos stock estadounidenses como prioridad incluso superior a la Fórmula Uno.

La serie sigue siendo transmitida diferida por cable, pero la transmisión en vivo por tele abierta ha dado paso a una transmisión diferida en la misma cadena, pues el cambio de reglas para hacer que las carreras se corran por distancia y no por tiempo, condenar la tele en vivo a pasar los inicios, pero no los finales de las competencias, algo inadmisible para el televidente.

Una cambio de reglas que beneficia al espectador que asiste a la pista, pero no al que lo ve desde su casa, que es un número cien veces mayor. Y la serie no tiene el poder económico para hacer que la televisión mexicana aguante una carrera que se exceda del tiempo programado, lo cual es frecuente por la cantidad de choques que hacen tan espectacular la serie.

Lo que no cambia es el espectáculo, que es bastante bueno con una docena de pilotos que pueden ganar en cualquier fin de semana, y otros tantos que están cerca de lograrlo.

Mantiene su calendario de 14 fechas aunque la carrera en Chiapas se ha cancelado y se substituye por una tercera incursión, ahora nocturna, en el Distrito Federal, pactada para el verano.

Y la competencia se ha ido estrechando, pues como explica Jimmy Morales, jefe del equipo que defiende los colores de Telmex: “Seguimos con los mismos autos, no hay grandes cambios técnicos ni de reglamento. Las pistas ya las conocen todos, y los equipos tienen datos completos de la puesta a punto que se necesita. Los pilotos se conocen bien, no hay sorpresas y cada vez es más difícil ganar por eso mismo. Ya casi no hay equipos chicos, estamos al mismo nivel la gran mayoría y cualquiera puede ganar”. O sea la madurez competitiva que tanto atrae al espectador y a los patrocinadores, se ha alcanzado, pero si no hay una salida para los talentos jóvenes que vienen llegando a la serie, hay peligro de implosión y esa es la amenaza más grave para la serie.

La salida de Quiroga ha dejado un hueco en el equipo Telcel, el cual será llenado por el internacional ‘Chava’ Durán, quien ya corrió antes en la serie, pero se tomó un sabático en 2011. Es un gran piloto, pero necesita más experiencia en el manejo puerta a puerta y su coequipero, Daniel Suárez es probablemente el más brillante entre los pilotos jóvenes que buscan el título como primer paso a su internacionalización. Ha mostrado gran aplomo y resultados superiores en sus incursiones en EU e incluso batió a Quiroga en una de ellas. No sería sorpresa si la escuadra repite el título por equipos y de pilotos, pues su material humano es de primera.

El equipo que quedó segundo en 2011 fue el Canel’s de Ramiro Fidalgo, con la dupla más experimentada del campeonato, la formada por los excampeones Jorge Goeters y Rafa Martínez. Tienen grandes manos, y nunca se les puede descartar, por lo que serán contendientes ora vez. El piloto más rápido de 2011 fue Homero Richards, subcampeón, quien además ligó cuatro de sus cinco triunfos en forma consecutiva a media campaña, pero ni así pudo contra Quiroga. A ver si ahora que el rey se ha ido es su turno de coronarse, pues debería ser el candidato lógico.

Otro equipo de renombre es el Telmex, con el campeón 2008 Toño Pérez (hermano mayor de Sergio) y Rubén Rovelo. Ambos ganadores, son de los posibles en cada fecha, al igual que la tercia de ases Hugo Oliveras, Rogelio López (el mayor ganador en la serie) y Rubén Pardo, cuya alianza técnica y táctica los vuelve más peligrosos que cuando corren independientemente, como es el caso actual de José Luis Ramírez, quien enseña con su escuadra Rayere todo lo aprendido en la NASCAR West en sus incursiones a EUA. Y nunca se puede descontar al gran internacional Carlos Contreras, el mexicano que más ha corrido en la NASCAR grande, ni a Patrick Goeters, hermano de Jorge, y también multicampeón nacional.

En un nivel un poco más abajo están pilotos jóvenes y talentosos como los excampeones de la V6, Abraham Calderon e Irwin Vences, junto con los veteranos Carlos Peralta y Freddy Tame, quien han hecho equipo con el multiganador de la Panamericana, Carlos Anaya, quien alternará su asiento con Óscar Peralta, hermano de Carlos. También tenemos a los ‘rockstars’ mediáticos Óscar ‘Vampiro’ Ruiz e Israel Jaitovich, quienes ganan siempre… a la hora de dar autógrafos.

Otros pilotos noveles con futuro son Alex Capín, Jorge Arteaga, Rodrigo Peralta, Elliot Van Rankin, Juan Carlos Herrero y Rodrigo Marbán, aunque estos dos últimos tienen problemas de patrocinio que les han impedido completar temporadas. De los novatos, quizás el más destacado sea Rubén García Mateos (hijo del suspendido RGNovoa), quien es campeón de V6 y su futuro parece prometedor.

Otros pilotos jóvenes de segunda generación son Alex Villasana, Alan Williams, Javier Razo y Jorge Contreras, quienes no han mostrado mucho y deben justificar la inversión. Hay muchos veteranos en esa tesitura, pero como en todo, pocos son líderes y más son seguidores. Y habría que mencionar que la única mujer del grupo, Estefanía Reyes, necesita ser presencia constante en las pistas, lo cual ayudaría mucho a la categoría, pues el deporte motor en México tiene que pugnar por alcanzar los niveles de 40% de espectadores femeninos que se logran en EUA.

En suma

Espectáculo hay, parrilla con nombres y calidad también, pero falta que la serie mexicana tenga el respeto de su matriz para que sea una verdadera escalera para nuestros pilotos. Y si no se consigue, entonces habría que replantear sus metas al estilo argentino, donde el exterior no importa.