En un mundo en el que pululan cada vez más SUVs en todos los tamaños, colores y sabores, apostarle a un sedán como el Nissan Altima, es una jugada arriesgada, al grado que gigantes como Ford, GM o FCA han eliminado de sus filas (o están a punto de hacerlo) a modelos como Fiesta, Focus, Fusion, Cruze, Malibu, Impala, Dart, 200C y otros.
Obvio, si la gente quiere camionetas –que además dejan un margen de utilidad mucho mayor–, hay que darles camionetas. Sin embargo, también hay marcas como Nissan que, aun cuando tienen una gama saludable de SUVs, deciden renovar por completo su familia de sedanes Versa, Sentra, Altima y Maxima.
Ahora bien, hablemos del mediano, el Altima, que es quizá el que ofrece el mejor balance entre sus hermanos en cuanto a tamaño, potencia, equipamiento, espacio, tecnología y precio. Vive su sexta generación (de código L34) y, como es de esperarse en este segmento, su mercado principal es EUA y algunos sectores de Asia y Medio Oriente. Sólo se fabrica en dos plantas en EUA y una más en China.
Las formas exteriores están claramente inspiradas en el Maxima, que fue el modelo que estrenó este lenguaje de diseño nuevo que ahora vemos en los demás sedanes. Resalta por la parrilla V-Shape enorme, los faros afilados y la forma del poste “C”. Digamos que es como el Maxima, pero menos efusivo. En tanto la parte posterior es probablemente su lado más conservador y el más parecido –cuasi idéntico– al Versa.
Por dentro sobresale el espacio interior, así como el tamaño y comodidad de los asientos delanteros Zero Gravity; el espacio para piernas en la segunda fila también se lleva una calificación satisfactoria. Por su parte, el tablero presume formas, acabados y controles de aspiración premium, y es incluso más moderno y refinado que en el Infiniti Q50. El sistema de infotenimiento funciona bien y se nota un buen salto en relación al anterior. El cuadro de instrumentos es análogo, aunque incluye una pantalla central funcional. Hay climatizador doble, ajustes eléctricos para todo, techo panorámico, audio Bose, Apple CarPlay y Android Auto, iluminación LED, cámaras 360°, entre otros.
Mecánicamente destaca el motor, un 2.0 litros turbo de inyección directa que estrena un sistema de compresión y desplazamiento variables, el cual sirve para reducir el consumo al mínimo cuando no se le exige y elevar la potencia a su máxima capacidad cuando hundimos el pedal. Es el primer propulsor de su tipo en el mundo que se monta de forma masiva en un coche; lo comparte con la Infiniti QX50.
Entrega 248 caballos de potencia y se acopla a una caja CVT que funciona mejor que la generación previa. Acelera bien, el ruido es moderado y se logran consumos muy buenos; en torno a 14/15 kpl de media.
La calidad de marcha es adecuada y más que probada, pues el chasis “D” de la marca no cambia, sólo recibió algunos ajustes para rodar mejor, y lo consigue. No tiene ese tacto semideportivo que encontramos en un Mazda 6 o un Honda Accord, pero no lo hace nada mal en una carretera sinuosa. Rueda mejor, por ejemplo, que el propio Maxima que es más blando e impreciso.
De formas atractivas, un interior amplio, equipamiento completo, acabados muy buenos y un motor turbo bastante avanzado, el Altima se convierte en una alternativa muy interesante dentro del mundo cada vez menos comprendido de los sedanes.
VÍCTOR ORTIZ