Acabó dos días después de lo programado, pero la espera valió la pena pues Matt Kenseth prevaleció.
La Daytona 500 terminó en la madrugada del martes tras ser suspendida por un incendio en la pista –aunque ya llevaba 30 horas de retraso por la lluvia– y Matt Kenseth alzó el trofeo del ganador. El volante de Roush Racing, quien había ganado su carrera calificatoria el jueves anterior y lideró 38 giros en la 500, comentó: “Nuestro auto era más veloz ya al frente. Como el jueves, una vez que estaba al frente era difícil que alguien se me pegara. Aprendí algunas cosas para saber qué hacer en esos últimos giros”.
La carrera fue postergada por lluvia el domingo y arrancó el lunes a las 19:00 horas tras más chubascos matutinos. Carl Edwards, también usando un Ford de Roush, encabezó el pelotón de 43 autos tras obtener la PP el domingo anterior.
Se esperaba una carrera más rápida pues el uso de alerones más chicos y restrictores más grandes lo compensaba una pista con más agarre tras la lluvia del día y el clima más frío de la noche.
NASCAR había cambiado las reglas para evitar que los autos se chuparan el aire en tándem, como en 2011, y funcionó, pues hubo grandes grupos moviéndose al parejo, aunque Denny Hamlin, de Joe Gibbs Racing, fue el líder más constante, batallando contra otro de los autos de Roush, el manejado por Greg Biffle. A media carrera, el líder era Martin Truex, quien se embolsó 200,000 dólares por ese simple hecho.
Pero en la séptima amarilla de la noche, en el giro 159, casi todos los autos fueron a lo que pensaban sería su última detención por combustible y llantas. Juan Pablo Montoya, quien paró dos veces en los fosos pues le revisaron la parte inferior del auto, salió a alcanzar al pelotón que circulaba lento detrás del auto insignia, pero cerca de la Curva 3 su auto perdió algo, patinó y dio de lado contra la turbina que limpiaba la pista, rompiendo el tanque de la misma y causando un incendio que envolvió su auto, la camioneta y quemó el asfalto espectacularmente. Los equipos de bomberos tardaron en reaccionar y el fuego no cedió durante varios minutos, mientras los pilotos se detenían en la recta trasera a ver el espectáculo y platicaban.
Montoya, quien escapó antes de que su auto se quemara, dijo: “Estaba hablando con mi observador para pedirle que viera la parte trasera del auto mientras corría, cuando el auto simplemente giró de lado”.
La operación limpieza duró dos horas, pues cinco camiones-bomba de agua fueron necesarios para apagar el tanque de la turbina que tenía casi 800 litros de combustible; luego hubo que quitar el aceite y lavar la pista, para entonces reparar el riel y poner un agente sellador en la zona quemada del pavimento, una franja estrecha que corría del tope del peralte al pasto de la parte inferior.
Quedaban 40 giros y si la carrera no se reanudaba el vencedor sería Dave Blaney, quien aún no se había detenido por gasolina, al igual que los tres que lo seguían pero el ganador ya era Brad Keselowsk, quien tenía su celular a la mano y tuiteó fotos desde su auto, con lo que consiguió 51,000 seguidores más en el receso. Kenseth encabezaba el pelotón de los que ya habían hecho su detención y admitió que pensaba: “Sentado ahí seguro que quería seguir corriendo. Sí, Blaney lideraba y yo era quinto, pero cuando regresas a la acción tienes tanta oportunidad de chocar como de ganar”.
Al acercarse la media noche, los autos rearrancaron y dieron algunas vueltas precautorias atrás del insignia. Aunque había un poco de grava suelta, la línea permanecía muy rápida y Kenseth tomó la punta, seguido por Biffle y Dale Earnhardt Jr. Todavía hubo otro par de banderas amarillas, la última determinando que el final sería de banderas verde, blanca y de cuadros.
Matt se despegó en cuanto vio la verde en el giro 200 y aunque Dale empujó con su auto a Greg no lograron acercarse, Biffle hizo dos intentos de pasar en la vuelta final, pero Matt tenía la línea baja y lo rechazó fácilmente por lo que en la curva final Dale se abrió y pasó a Biffle para quitarle el segundo lugar, pero le faltó más de un largo para alcanzar al ganador.