Fernando Tornello 

La primera gran polémica de la temporada 2013 de F1 se desató tras el GP de Malasia, en el que se impuso Sebastián Vettel, desconociendo órdenes del equipo para superar a su compañero Mark Webber.

Desde ese momento se escucharon todo tipo de comentarios. Que Vettel había hecho lo correcto ya que las carreras se ganan en la pista; que Vettel es un niño malcriado que debe aprender a obedecer a sus jefes, que Webber le había hecho la vida imposible en otras carreras, y muchos más.

La verdad, desde que me acuerdo existen órdenes de equipo. Son desagradables, injustas, odiadas y hasta han resultado trágicas en algunas ocasiones.

En septiembre de 1978, durante el GP de Italia, en Monza, se accidentó gravemente Ronnie Peterson, quien falleció al día siguiente. Sucedió que en Holanda, la carrera anterior, Peterson había recibido la orden de no superar
a su compañero Mario Andretti. Los dos corrían con Lotus 79, el modelo
que dominó la temporada. El sueco circuló toda la carrera pegado detrás
de Andretti, demostrando a todo el mundo que sólo no lo pasaba por haber recibido una orden del equipo. A Colin Chapman no le cayó bien la actitud de Ronnie y para Italia lo sentó en un modelo viejo, el Lotus 78. Peterson clasificó mezclado entre pilotos más lentos y en los primeros metros recibió un golpe que provocó el accidente, que luego sería fatal.

Cuatro años después la tragedia volvió a manifestarse a raíz del juego de equipo. Dentro de Ferrari, en el GP de San Marino, en Imola, Pironi no respetó un acuerdo y le
ganó a Gilles Villeneuve, quien no se defendió cuando el francés lo superó ya que estaba seguro que lo dejaría ganar más tarde. Claro que eso nunca sucedió. Villeneuve fue a Bélgica, pocos días después, dispuesto a ganarle de cualquier manera a Pironi. En la prueba de clasificación encontró la muerte tras chocar al alemán Jochen Mass. Muchos creen que Gilles estaba obnubilado por la traición de su compañero.

Y hay mucha más historia sobre el tema, aunque no tan trágica.
En 1979 Ferrari le dio vía libre a sus pilotos hasta el GP de Italia, con la condición de que el que se fuera de Monza adelante en el torneo tendría que ser apoyado por su compañero. Villeneuve había pinchado una goma cuando ganaba y luego respetó a Scheckter, que sumó más por ese detalle pequeño. Finalmente, Gilles nunca sería campeón.

En 1981, Reutemann no acató la orden del equipo Williams para dejar ganar a su compañero Jones ¿Resultado? El argentino perdió el título en la última fecha, en Las Vegas, con una misteriosa falla en la caja. ¡Ah, la carrera la ganó Jones!

En 1986, Williams perdió un título que tenía casi ganado. Dejó que la batalla entre sus pilotos, Piquet y Mansell, se desbordara y el campeonato quedó en manos de Prost, en Adelaida, última carrera del año.

Luego vino la madre de todas las batallas y disputas internas en una escudería de F1. Senna-Prost. Duró dos temporadas, 1988 y 1989. Hubo traiciones, cerrones, denuncias, secretos escondidos, agresiones verbales, politiquería, no faltó nada. La F1 vivió en estado de guerra permanente, los periodistas y fotógrafos no olvidaremos jamás esa época, Ayrton y Alain nos dieron letra e imágenes como nunca habíamos soñado. Como en toda guerra, no hubo vencedores, sólo lastimaduras para ambos.

Ya en esta década, la pelea más grande dentro de un equipo se dio en 2007, con Alonso y Hamilton en McLaren. Los dos perdieron ya que el título se lo llevó Raikkonen en el último Gran Premio, en Interlagos. Pero esta historia, por ser reciente, es más conocida por todos los fanáticos.

En 2013 estamos presenciando el enfrentamiento entre Vettel y Webber. Disparejo, sin sentido, entre un tricampeón y un segundo piloto, que seguramente dejará el equipo Red Bull a finales de este año.

En todos los casos, los mayores responsables son los directores de equipo, quienes no solamente deben responder por las pérdidas deportivas sino también por las humanas.

Los mismos personajes que no comprenden que a los grandes campeones no se les debe ordenar ‘no ganar’, todo lo contrario, son ellos quienes salvan siempre a sus escuderías.

Lo más sano sería archivar para siempre esas malditas órdenes.

Compartir
Artículo anteriorSe llama deporte
Artículo siguienteFASTmag Mayo 2013