Con motivo del 50º aniversario luctuoso de Pedro Rodríguez, CARLOS JALIFE, Biógrafo Oficial de los Hermanos Rodríguez, enlista los mejores triunfos del legendario piloto mexicano en su trayectoria.
#6 – 24 Horas de Le Mans – Ford GT40 – 28 y 29 de septiembre de 1968
En 1968 Pedro va a correr en las 24 Horas de Le Mans con un Ferrari del NART de Luigi Chinetti. Pero el equipo oficial de Ford, el John Wyer Automotive Engineering, patrocinado por Gulf, ha encontrado muchos problemas para conformar sus tres duetos de pilotos.
Cuando Jacky Ickx se rompe la pierna en el GP de Canadá, hay sitio en el Ford GT40 número 9 para un copiloto de Lucien Bianchi. El agente de Pedro contacta al JWAE y arregla que maneje para los ingleses. Wyer decide poner a Bianchi con Pedro, pues ambos son especialistas en el circuito de La Sarthé, Bianchi con 12 participaciones y Pedro con 10 seguidas.
La pista ha sufrido una pequeña modificación, la llamada “Chicana Ford” antes de la meta, que alarga la pista en 8 metros, pasando a 13,469 metros. Hay diez autos Grupo 3, doce autos Grupo 4 y 33 Grupo 6, 55 en total el límite autoimpuesto por el ACO.
En los entrenamientos oficiales del miércoles dominan los prototipos Grupo 6 al frente con tres Porsche 908L seguidos por el Ford GT40 de Pedro, el cual marca 3’39.8” siendo el mejor auto Grupo 4 y el último en romper 220 segundos. Wyer empieza a tener dudas acerca de la victoria. Los alemanes, en contraste, no confían en la resistencia de los 908.
Pedro discute con Lucien la estrategia y determinan que él será el encargado de tomar la salida, su especialidad, y si las circunstancias lo ameritan podría manejar más tiempo de noche o en la probable lluvia. La arrancada está adelantada a las 3 de la tarde pues el otoño ha caído y los organizadores quieren que las condiciones sean similares a las de junio en cuanto a luz.
El sábado en la mañana Pedro platica un poco con Chinetti, quien le dice: ‘Nada más falta que ganes ahora que no corres conmigo’ y ambos ríen juntos. Pedro usa su nómex con los parches de Goodyear pues iba a correr con el NART y no hubo tiempo de cambiarlo aunque el JWAE era patrocinado por Firestone. Chinetti le comenta la discrepancia y siguen bromeando.
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Los ingleses ven a Pedro con su overol de marca llantera distinta pero nadie le comenta lo obvio pues saben que son afortunados en poder contar con sus servicios y Pedro, apenado, le dice a Wyer que no sabía de las llantas que usaban los Ford y ofrece ir a París a cambiarlo pero el inglés le dice que no importa mientras gane y promete conseguirle un parche de Firestone aunque luego se olvida.
Al 10 para las tres de la tarde la lluvia cae en los fosos, algunos autos empiezan a cambiar llantas y Wyer da la señal de hacerlo al ver que los Porsche las cambian. Giovanni Agnelli, dueño de FIAT, encargado de dar la salida y Pedro corre rápido a su auto junto con los otros 54 pilotos. Es de los últimos en entrar a su auto y se abrocha los cinturones sin problemas.
Enciende el motor, pero deja pasar a su compañero Hawkins y lo sigue lento esperando que Muir se incorpore en el otro GT40. Van atrás de todos los Porsche oficiales pero Pedro no está preocupado y procede a rebasar a algunos autos que lo han adelantado y pasa la primera vuelta en el sitio 10 entre Hawkins y Muir, sus coequiperos. Pedro no quiere ir en la punta de los GT40 pues el circuito está resbaloso y prefiere que otro sea el que marque el paso por si hay algún imprevisto.
Antes de 10 giros Pedro se pone cuarto atrás de tres Porsche 908L, pero se detiene alrededor de la vuelta 12 y pone llantas de seco, de compuesto duro, pues la lluvia cesa. Sale decimoquinto sin forzar la marcha pues obedece el plan de carrera; remonta y para cuando es relevado al final de su turno de dos horas, ya va entre los tres primeros.
Bianchi es otro especialista en malas condiciones climáticas por lo que el Ford continúa avanzando. Antes del fin de su turno el belga hereda el liderato y se detiene pasadas las siete de la noche; Pedro sale tercero y circula con vueltas muy consistentes. La lluvia arrecia y para las 9 de la noche Buzzetta lidera con 90 vueltas igual que Pedro. Poco después el Porsche sufre del alternador y el GT40 toma la punta.
Pedro muestra su maestría en la lluvia y en la noche con lo que empieza a dejar atrás a sus contrincantes y toma dos turnos seguidos en las condiciones miserables y aunque se detiene a las 2.30 de la mañana por llantas completas de lluvia. A media carrera Pedro lleva 177 vueltas, cuatro más que el Matra en segundo sitio.
Para las 5 de la mañana Pedro rebasa 200 vueltas con siete de ventaja, por lo que le ordenan no pasar de 5,500 revoluciones. Cando se baja comenta: “Es un poco como manejar sentado en una mecedora, muy aburrido”. Bianchi conserva el auto igual que Pedro y su más grave enemigo es el hastío.
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Las horas pasan monótonas, sin enemigo al frente. Mauro Bianchi, hermano de Lucien, choca en la primera curva de las Eses al fallar sus frenos y es llevado al hospital con quemaduras menores. Cerca de la una de la tarde Pedro pasa frente a los fosos y muestra el pulgar indicando que todo está bajo control y poco después se detiene para dejar el volante a Lucien quien cerrará. En la meta, Pedro lo espera para subirse al techo, envuelto por decenas de seguidores y los mecánicos que empujan a los vencedores hasta el podio.
Han recorrido casi 331 giros en 24 horas para 4,452.88 km. a un promedio de 185.536 kph, con cinco vueltas de ventaja. Pedro, ‘l’enfant Rodríguez’ ha ganado finalmente la prueba en su undécima participación y, de paso, le ha dado el título a Ford que llega a 45 puntos por 42 de Porsche.
Ermanno Cuoghi, su jefe de mecánicos, recuerda: “Rodríguez estaba tan confiado en esa carrera que no podías creerlo. Él realmente lo sabía, sabía que iba a ganar su primera Le Mans. Nunca estuvo cansado de manejar… Pedro hizo muchas más horas que Bianchi y también quería acabar la carrera”.
Brian Redman comentaría después: “Cualquiera que hubiera manejado con Pedro en Le Mans hubiera ganado ese año con ese auto”. Pedro simplemente declara: ‘La victoria es por Ricardo’, e insiste en que con Ricardo hubiera conseguido ese triunfo más pronto. Cierto…