Por Fernando Tornello

No es casualidad que los mejores circuitos de todos los tiempos sean reconocidos por algunas curvas o sectores famosos, cuya historia se forjó a través de grandes maniobras o accidentes impresionantes. Esas pistas que atraen a los pilotos y maravillan al público, más allá de la infraestructura que el autódromo ofrezca, se destacan por tener una o más curvas de esas que quitan el aliento al encararlas.

La gran mayoría de los circuitos modernos, diseñados por el arquitecto alemán Herman Tilke, están lejos de poseer esos sectores atrapantes, que ingresan a la categoría de mitos en la rica historia de la F1.

Para encontrar los sectores más tradicionales y peligrosos hay que buscar en aquellos autódromos que están en el calendario desde la primera hora, cuando en 1950 se creó el campeonato mundial, con un par de excepciones que se sumaron a través de los años.

Así, uno debe recurrir a Spa Francorchamps, el circuito preferido por los pilotos, en el que se destacan varios sectores que producen adrenalina en los que conducen y entre los que miran.La muy nombrada Eau Rouge, el curvón Pouhon y la temible Blanchimont, son curvas que quitan el aliento y hacen de Spa una de las mejores pistas que la categoría haya transitado. Spa cumple con la regla que dice que para ser un circuito destacado a través de los años, debe tener por lo menos un sector mítico, y la pista belga tiene por lo menos tres.

A pocos kilómetros de ella, en el otro extremo de las Ardenas, ya en territorio alemán, sobreviven todavía los más de 22 kilómetros del antiguo Nürburgring, el trazado que rodea al castillo del Nürburg, en los montes Eiffel, y en el que todavía resuenan las grandes hazañas de Juan Manuel Fangio. Es el “Grüne Hölle” o Infierno Verde, según lo bautizó uno de sus Maestros, el escocés Jackie Stewart, quien produjo allí actuaciones memorables.


Es el circuito del Flugplatz, en el kilómetro 2, un salto que convertía a aquellos autos sin alas en verdaderas naves voladoras, y el del Karussell, en el kilómetro 12, una de las curvas más recordadas de la F1.

Siempre me cuenta don Pepe Froilán Gonzalez que cuando él y Juan Manuel Fangio llegaban a ese sector, se guiaban por un gran árbol al que le apuntaban para hacer ese retome de la manera más rápida posible.

Esos sectores están en el denominado Nordschleife, la pista más grande, de 22.8 kms, que poseía identidad propia, muy a la inversa del actual trazado que pasó a ser uno más de los tantos que transita la categoría más importante.

Un poco más al sur, en Italia, vecino a la populosa Milán, el autódromo del Parque Nacional de Monza resiste al paso del tiempo y entrega cada año las imágenes de una de las pocas pistas super veloces que transita la F1.

Claro que la Parabólica actual poco tiene que ver con aquellas peraltadas de mediados de los años 50, que sufrieron el boicot de los equipos ingleses en 1955, cuando se reestrenaron, en carrera ganada por Fangio, y que se utilizaron una vez más, en 1956, para que Stirling Moss se anotara en Monza uno de sus mejores triunfos.

Las dos parabólicas construídas con el circuito, en 1922, se dejaron de usar a mediados de los años 30 y se recuperaron para el GP de Italia de 1955, conformando una traza de 10 km por vuelta. Por el accidente de Le Mans, ocurrido ese año, las escuderías británicas no concurrieron al GP italiano.


En la parte superior de esas famosas curvas, el ángulo de inclinación llegaba a 72 grados, hecho que no permitía que un hombre caminara sobre la pista. La idea era que aquellos autos pudieran arrimarse a los 300 kph ayudados por el peralte ante la falta de alas, aunque rápidamente quedaron fuera de uso por cuestiones de seguridad.

Para terminar con los grandes circuitos que forman parte del calendario desde los inicios no se puede ignorar a Silverstone, pista que ha mantenido sectores que provocan, todavía, grandes desafíos. Para muchos de los actuales pilotos la que era primera curva luego del sector de fosos ya reemplazado por el nuevo, Copse, está al nivel de las mejores.

No todos la pueden tomar a fondo, es ciega a la salida y posee un desnivel que, a muchos, les hace contener la respiración por unos segundos, tal como alguna vez contó David Coulthard. Saliendo de Copse los autos van por una corta recta que los deja en otro sector único en cuanto a desafío: el complejo de curvas zigzagueantes llamado Magotts, Becketts y Chapel que se llevan unos seis segundos transitarlas.