“Loneliness is just a word” –Chicago
Hace días me llegó la foto de Michel Jourdain rumbo a Indianápolis para intentar correr por segunda ocasión consecutiva la Indy 500. Hay 34 inscritos y 33 lugares, pero aunque Michel tiene muchas más “manos” que 3/4 partes de los que están ahí, tuvo problemas con la puesta a punto y quedó fuera como el auto 34 y único no calificado.
Lo interesante de la foto (de un cel) es que veo lo lejos que están de las eras de gloria de los mexicanos en CART/ChampCar/IndyRacingLeague/IndyCar. Bien podría ser un jornalero que va a trabajar a Estados Unidos (aunque Michel es más alto y mucho más güero que el jornalero promedio, je, je). Nada de fanfarrias, sin periodistas en el aeropuerto, sin gente de relaciones públicas, sólo con su gorra del patrocinador, listo para ir a enfrentar la vida, su vida en las pistas.
Michel es un caso que a mí me intriga. Un par de decisiones que pienso que si hubieran sido tomadas con más lógica y menos lealtad podrían tenerlo como ganador de la Indy 500 y probablemente seguiría en activo de tiempo completo, pero nunca se sabe qué vueltas da el destino. Si él se va con Rahal a la IRL en lugar de permanecer fiel a Champ Car –que le pagó su lealtad con un auto chafísimo – ahí estaba la victoria que Buddy Rice consiguió en el que hubiera sido su auto en la Indy 500.
Después tuvo campañas en NASCAR, en WTCC, pero lo de Michel siempre han sido los monoplazas no los laminazos. Es más joven y/o contemporáneo de muchos de los ases actuales de IndyCar y debería seguir corriendo ahí, pero ahora México se ha volcado a F1 –con justa razón por sus éxitos en la máxima categoría– ¿pero a poco el país no da para patrocinios en Indy cuando el 80% de nuestras exportaciones son precisamente a EUA?
México debería tener pilotos fuertes en ambos lados del Atlántico, digo, la economía 11 del planeta debería dar para eso. Y me da tristeza ver a Michel solo –que vale más que mal acompañado– rumbo al destino implacable. Creo que merecía más…