Como siempre, en FASTmag quisimos aprovechar el inicio de la campaña para darle a nuestros lectores las primeras notas acerca de la F1 y NUESTRO COLUMNISTA Santiago Musi fue a Melbourne a ser testigo presencial, por lo que le tocó vivir la odisea del GP de Australia y el regreso a México.
El inicio de la temporada siempre es interesante, autos y pilotos nuevos, cambios de equipo, innovaciones técnicas y demás, pero lo que para mí lo hacía todavía más interesante es que este año yo estaría en Australia para presenciarlo en persona.
Aunque el año pasado también tuve la suerte de ir GP de Australia, sufrí la mala experiencia de perder a mi gran amigo Charlie Whiting, de quien yo era invitado ese fin de semana. Fuimos amigos durante más de 30 años y tuve la fortuna de poder intercambiar ideas de manera regular con uno de los grandes del deporte que es mi pasión. Compartí con él su último día con nosotros y siempre estaré agradecido por su amistad y todo el tiempo que me dedicó.
La llegada
El miércoles 11 de marzo de este año llegué a Melbourne y después de instalarme, me dirigí inmediatamente por mi acreditación a un complejo deportivo en una orilla del Albert Park. Las semanas previas al Gran Premio vieron varios eventos deportivos importantes cancelados o pospuestos como resultado de la pandemia de COVID-19.
Entre los eventos de automovilismo afectados se incluyeron el GP chino de F1, el Mundial de Resistencia, MotoGP, la Copa Mundial de Turismos, la Fórmula E, el Mundial de Rallies, la Súper Fórmula japonesa y la IndyCar. Se hablaba de que la F1 podría correr la misma suerte, pero había confianza en que el GP se llevaría a cabo en Melbourne.
El Departamento de Salud del Estado de Victoria anunció que el GP de Australia se realizaría según lo planeado, y Ferrari y AlphaTauri expresaron su preocupación, ya que ambos equipos tenían su base en Italia, país que había sufrido uno de los peores brotes del virus fuera de China. Como el gobierno australiano no implementó inicialmente una prohibición de viajar a Italia como lo hizo para China, Irán y Corea del Sur, Ferrari y AlphaTauri estaban preocupados por la capacidad de su personal para abandonar la zona de cuarentena establecida en el norte italiano.
El jueves 12 de marzo llegué temprano a la pista y aunque había mucha plática relativa al virus, todo marchaba prácticamente de manera normal, los pilotos se tomaron sus fotos oficiales con los cascos, los coches se terminaron de armar y las categorías de soporte tuvieron sus prácticas y calificaciones.
Con medidas y precauciones, el fin de semana comenzaba con las ruedas de prensa usuales, pero con sana distancia; los pilotos comparecieron a dos metros de los periodistas, se cancelaron las firmas de autógrafos y no hubo selfies ni acercamientos físicos con los aficionados. Conforme iba avanzando el día, las noticias seguían fluyendo y el entorno cambiaba cada hora.
Problemas a la vista
Ross Brawn, director deportivo de la F1, anunció que los Grandes Premios no seguirían adelante si un equipo era bloqueado para ingresar a un país sede, pero todas las escuadras ya estaban en Melbourne, así que la carrera parecía segura; luego Brawn clarificó que una carrera podría tener lugar si un equipo elegía voluntariamente no ingresar a un país anfitrión.
Acto seguido, los organizadores del GP de Bahrein –que estaba programado para una semana después del de Australia– anunciaron que su carrera sería a puertas cerradas, es decir, que no se les permitiría a los espectadores asistir al evento. La noche llegó con dudas crecientes.
Para el final del día, McLaren anunció ese jueves por la noche que se retiraba de la carrera. Cinco miembros de los equipos de F1 –cuatro de Haas y uno de McLaren– entraron en cuarentena al llegar a Melbourne cuando mostraron síntomas parecidos a la gripe. Los cinco fueron evaluados para COVID-19 y los resultados fueron negativos para los de Haas, pero positivo para el de McLaren.
Inicia el Caos
El viernes 13 de marzo me trasladé temprano hacia la pista y había mucha incertidumbre sobre si se llevaría a cabo la carrera. Los aficionados con boletos esperaban en los accesos sin permiso para entrar, mientras el caos se apoderaba del paddock.
Como el Albert Park es un parque público, el Gobierno del Estado de Victoria ya estaba prohibiendo los eventos masivos en sus dominios y eso afectaba la carrera, por lo que obviamente había mucho descontento en los accesos de la pista. Sin embargo, el Minardi F1 biplaza dio algunas vueltas de demostración temprano ese mismo viernes.
En un principio, los organizadores australianos quisieron optar por medidas similares a Bahrein, disputar la carrera a puerta cerrada. La regla también aplicaría a las preliminares, incluidas las series de Supercars SV8, los monoplazas S5000 y la TCR Australia.
El Estado de Victoria estaba siendo criticado por permitir que el Gran Premio siguiera adelante, pero respondió diciendo que cancelar la carrera sería una reacción desproporcionada a los consejos que se le había dado al gobierno estatal. Lewis Hamilton y Kimi Raikkonen también criticaron la decisión de celebrar la carrera, citando la decisión de la NBA de suspender indefinidamente su campaña 2019-2020.
Lo que detonó todo fue cuando se supo el resultado positivo por coronavirus del miembro de McLaren. Después de una negociación de los jefes de equipo en un hotel del centro de la ciudad, la mayoría votó por no correr el fin de semana y evitar los riesgos de exposición para pilotos, escuadras, trabajadores y aficionados.
Esta mayoría estuvo compuesta por Ferrari, McLaren, Alfa Romeo, Haas, Renault y Mercedes; se entiende que Red Bull, AlphaTauri y Racing Point eran partidarios de competir. Todo el programa de las categorías de soporte también fue cancelado pese a que ya habían realizado sesiones formales el jueves.
Éxodo
Hablando con los demás periodistas, fotógrafos y miembros de los equipos parecía que eso era un éxodo total. Todo mundo estaba viendo cambiar sus boletos de avión y adelantar su regreso. Yo tenia un viaje a Nueva Zelanda el martes 17 de marzo, por lo que no me preocupé tanto.
No obstante, el domingo 15 de marzo me cancelaron el viaje y las fronteras entre los estados de Australia se cerraban. La liga de footy –futbol australiano– había acordado aislar a todos sus integrantes y tener puros juegos a puerta cerrada, pero el cierre de fronteras puso alto a todo eso.
La situación fue empeorando y no podía comunicarme con la agencia de viajes online donde había comprado mis boletos de avión, ni siquiera para ver si mis vuelos seguían confirmados. Los restaurantes, lugares públicos y estaciones de tren, camión y metro cerraban.
Cuando decidí llamar directamente a la línea aérea me informaron que, aunque faltaban varios días, mi vuelo ya había sido cancelado y que si no quería permanecer en aislamiento por lo menos hasta el mes de mayo en Australia, me dirigiera inmediatamente al aeropuerto. De ahí me mandaron en un avión con destino a Hawái con la esperanza de que ahí me fuera más fácil regresar a México vía Estados Unidos.
Es muy extraño llegar a un aeropuerto internacional prácticamente vacío. Durante la fila para documentar –tomando una sana distancia obligada–, las autoridades australianas informaron a todos sus ciudadanos que no se les permitía salir del país, lo que también ocasionó descontento en algunos de los pasajeros del vuelo, ya que algunos vivían en Estados Unidos aunque viajaban con pasaporte australiano.
Yo volé a Hawái, donde también me encontré con un aeropuerto fantasma, y después de una escala larga pude subirme a un vuelo rumbo a Los Ángeles. La sensación de entrar a un avión con capacidad para casi 300 pasajeros y ver apenas 25 lugares ocupados, te hace darte cuenta de la gravedad de la situación.
Eso se agravó al llegar al aeropuerto de Los Ángeles, donde verdaderamente no había NADIE. No pude adelantar mi vuelo a México y tuve que quedarme en un hotel aledaño al aeropuerto antes de poder tomar el camino a casa.
El coronavirus ha puesto todo de cabeza y, cuando termine esta crisis, es probable que nuestras vidas cambien de forma permanente. ¿Qué pasa con el entretenimiento? ¿La gente volverá al cine? Por supuesto. ¿La gente regresará a los centros comerciales y de entretenimiento? Por supuesto, pero de manera distinta. ¿Se van a abrir a volúmenes de gente diferentes debido a los temores en torno al distanciamiento social? ¿Qué tan rápido desaparecerá eso?
Las alternativas
La televisión tradicional está a la alza, los ratings en los programas normales están subiendo, aunque el streaming está explotando. Esta situación definitivamente está acelerando estas tendencias existentes.
En cuanto a la música, los conciertos digitales ya están despegando. Los conciertos en vivo volverán, por supuesto, pero los conciertos en streaming no van a desaparecer. En cuanto a las carreras, estamos viendo un sinnúmero de ellas en simuladores online con calidades increíbles, categorías como F1, Indy, GT, NASCAR, Supercars, etc. con pilotos extraordinarios de F1 como Vettel, Button, Norris, Leclerc, Albon, Fittipaldi, Villeneuve, Montoya, Russell, etc., así como la mayoría de los pilotos de Indy, motos, turismos y hasta invitados especiales de otros deportes.
Esperemos que para el GP de Austria ya estemos viendo competir a los autos de verdad, por el momento las carreras virtuales, al menos a mí, me han mantenido entretenido. Lo que sí es que ¡ya estoy mejorando mi simulador! ¡No me vuelve a pasar!