Cuando al tricampeón reinante le mandan no rebasar a su coequipero, desobedece, gana, y le llueven las críticas, mientras en otro equipo un piloto sí obedece las órdenes, pese a tener mejor auto, y de él se escribe sobre su gran madurez, hay algo que no encaja. Nuestro equipo editorial ataca el asunto desde varios ángulos, pero siempre con la mente clara que este es un deporte no un ejercicio corporativo de marcas.

PRÓLOGO

La Fórmula Uno nació como un deporte individual, no de equipos, y en su génesis las escuadras tenían más de dos pilotos, pero no necesariamente uno de ellos era considerado el número 1, aunque en algunas como la efímera Mercedes de 1954-55 si era clara la definición. Había algunas escuderías como Ferrari en la que se usaba un juego psicológico para enfrentar a los pilotos entre ellos y lograr que fueran más veloces, el cual algunas veces terminó en tragedia. En otras, como Alfa Romeo, eran libres de darse con todo entre ellos, excepto si el campeonato estaba en juego, que generalmente podía ser una vez al año. Quizás tenía que ver el temperamento latino de las escuadras italianas para carecer de líder, o el de los equipos sajones con un #1 elegido metódicamente, pero el deporte transcurrió sin grandes problemas hasta que empezaron a entrar en juego los intereses comerciales, y se acabaron los equipos de un auto, o más de dos, los patrocinadores añadieron sus nombres y resultó que los pilotos eran “empleados”, en las tristes palabras de Bernie Ecclestone cuando los volantes hicieron una huelga en 1982 por el precio de las superlicencias. El mundo había cambiado…

Las órdenes de equipo han existido, aunque también han estado prohibidas tácitamente –entre 2003 y 2010 por el problema causado en Austria 2002 por Ferrari, y es entendible que se usen cuando hay necesidad de apoyar a un piloto por un título, pero realmente la segunda carrera del año, como han hecho Mercedes y Red Bull en 2013, es muy pronto para aplicarlas, no hay título en juego, no hay razón que valga.

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Un piloto se revela, Sebastian Vettel esgrime su condición de tricampeón y dice que lo haría de nuevo, que él sale a ganar siempre. Lo apoya el asesor austriaco Helmut Marko, del dueño austriaco de Red Bull Racing, contra el director inglés, Christian Horner. El otro, Nico Rosberg también alemán, acepta su destino por el bien de la firma Mercedes y cede ante su coequipero inglés, aunque sale en su auxilio otro tricampeón, Niki Lauda y dice que no habrá más órdenes de equipo, aunque el director inglés Ross Brawn, dice que en caso de necesidad se usarán. La F1 enfrenta a alemanes (o germanoparlantes) contra ingleses (o angloparlantes) y la rabiosa prensa inglesa habla del lado obscuro de Vettel, como si su australiano favorito, Mark Webber, fuera uno de los millones de borregos en Oz listo para ser sacrificado por el taimado alemán. En cambio, alaban a Rosberg y su obediencia para seguir a Lewis Hamilton pese a tener mejor auto; como si el deporte motor fuera propiedad de los que hablan inglés.

Convenientemente olvidan cuando sus ingleses se han revelado contra campeones – Mansell y Hamilton, por citar a dos– y exigen órdenes de equipo como si el imperio todavía existiera, la reina Victoria no hubiera muerto y todos lucharan por el bien común… del imperio. Pero no hay tal, hace mucho que el sol se puso para los británicos y sus aliados, su mejor equipo es de herencia neozelandesa y el mejor de la historia está en Italia. Pero hay que calentar la F1, llamar a las armas a los aficionados ingleses y guillotinar al insurrecto sin importar que sea tricampeón. Y luego ya nos ocuparemos de esos tercermundistas que osan tener un asiento en el recinto sagrado en Woking, y otro más en los Alpes suizos. Los otros latinos se han ido yendo por su propio pie, ni el apellido salvó a Bruno de la quema y quedan pocos cariocas en las pistas; de los italianos ya se han deshecho, el colombiano está contento comiendo hamburguesas en Florida y al venezolano se le cerró la llave del petróleo cuando se murió su comandante patrocinador.

La F1 se calienta y la prensa inglesa llama a recuperar el prestigio y los campeonatos dejando de lado a todos que no son miembros del imperio, incluyendo ranas francesas, españoles ceceantes, latinos sonrientes y asiáticos amarillentos. Sólo los flemáticos pueden ser ídolos, aunque sean negros y usen aretes hip hoperos. Hay que calentar la pasión, inflamar a las masas y recuperar el control, no vaya a ser que sin Acuerdo de la Concordia se pierda la hegemonía en el automovilismo, como se perdió en el fútbol, que también los británicos dicen haber inventado. Hay que polarizar, blanco y negro, nosotros contra ellos; ¡angloparlantes del mundo motor, uníos!

Pero en la pista las cosas son más racionales que en las páginas de los semanarios y los propios pilotos se encargan de bajar la tensión, guardando sus armas y aparentando una cordialidad que está muy lejos de ser cierta. Todos podemos jugar al juego, pero los resultados en la pista son los que hablan. Y muchas veces más vale tener cara de póquer que dar órdenes. Así no saben si te quemas o realmente o lo estás disfrutando. ¡Que siga la acción y que gane el mejor!

Para respaldar lo dicho veamos ejemplos:

REVIVE ROSS

Con Lewis repite su esquema favorito

Los cinco campeonato de Schumacher avalaron el esitlo personal de gobernar una escuadra de Ross Brawn, con un Número Uno todopoderoso y un segundo piloto a su servicio. En Brawn GP, con el cual obtuvo la corona en 2009, tuvo a Button de Número 1 y “Twobens’ Barrichello en su acostumbrado #2. Ahora en Mercedes ya sin el gran elefante –por su peso– Schumacher, quiere poner a Nico Rosberg de Número 2 y dejar a Lewis Hamilton como primer piloto, por lo cual ya dio instrucciones en Malasia. Veremos si Nikki Lauda lo deja actuar tan abiertamente y si Nico agacha la cabeza otra vez “por bien del equipo”. Y recordemos que, como Irvine en Ferrari, Nico gana una quinta parte de lo que Lewis, así que no conviene que vaya a ganar si es tan barato. Un perro viejo no aprende trucos nuevos, dice el refrán.

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LOTUS VACILANTE

Pacto de caballeros

La escudería de Norfolk en genera descartó las órdenes de equipo y fue la inventora del Número Uno conjunto cuando reunió a los campeones Jim Clark (1963 y 1965) y Graham Hill (1962) en 1967 para manejar sus autos. Clark era de casa, pero Hill había sido fundador del equipo antes de irse a BRM y no hubo enemistades ni necesidad de órdenes. En cierta ocasión hasta se jugaron un volado entre ellos para definir quién ganaba ya que ambos salían en primera fila en autos idénticos y el campeonato estaba perdido, pero su Lotus era dominante en Watkins Glen; además acordaron que el que ganara ahí le dejaría al otro vencer en la siguiente carrera, México.

Chapman, a veces, se hacía el sueco

Ronnie Peterson fue un piloto favorito del dueño Colin Chapman por su gran velocidad y espectacularidad, aunque no aportaba mucho en el aspecto técnico. Cuando acompañó al campeón defensor Emerson Fittipaldi en 1973, entre los dos le dieron el título de constructores a Lotus, pero se quitaron tantos puntos entre ellos que la corona de pilotos fue para Jackie Stewart, de Tyrrell. Incluso en Monza, Chapman se negó a pedirle al sueco, quien lideraba, que dejara pasar al brasileño, para que este llegara con opción a la fecha final.

Años después, Ronnie regresó a Lotus para hacer pareja con Mario Andretti, quien llevaba un par de años desarrollando el auto efecto suelo. Con el Lotus 79 dominaron la temporada, pero Ronnie había dado su palabra de respetar a Mario, aunque frecuentemente era más veloz. No lo pasaba, pero si lo presionaba listo para cualquier error, que el estadounidense no cometía por su gran pericia. En Holanda fue muy obvio como se salía de la estela del líder para ser su sombra y quedaron 1-2 separados por tres décimas, por lo que casualmente su auto tuvo problemas en Monza, chocó en las prácticas por un error en los frenos y tuvo que usar un modelo anterior para la carrera, en cuya arrancada tuvo otro choque, quedó lesionado y murió al día siguiente en el hospital. Andretti se coronó, pero aquí siempre quedó la sospecha de órdenes de equipo con los mecánicos, pues Colin quería que Mario fuera el campeón y, además, Ronnie había firmado para irse a McLaren en 1979.

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EN FERRARI LOS PUNTOS HABLAN

Frustran el podio más joven

Una de las instancias de órdenes de equipo notorias fue la de Ricardo Rodríguez, quien aventajaba a Phil Hill, campeón mundial defensor, en 1962 en el GP belga en Spa y en la última vuelta fue conminado a cederle el sitio en el podio, pues el campen tenía más puntos en el año y era el piloto más experto entre los de Maranello, ergo, el de mayores posibilidades de obtener el título. Ricardo hubiera sido el más joven en obtener un
podio – como lo fue en debutar y en obtener puntos– pero las órdenes de Eugenio Dragoni se interpusieron. Y Phil aceptó como había aceptado dejar segundo a su coequipero ingles Mike Hawthorn en Marruecos en 1958 a fin de que se coronara. A veces te dan, a veces te quitan.

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Amigos fuera, rivales dentro

Aunque la técnica de don Enzo Ferrari consistía en no tener un Número Uno abierto, a menos que alguien como Alberto Ascari –bicampeón 1952-53– lo ganara en la pista batiendo a todos con autos iguales, no todos los pilotos de Ferrari eran enemigos mortales. Hay dos casos claros de coequiperos amigos, como son el austriaco Nikolas Lauda y el suizo Gianclaudio Regazzoni, quienes se apoyaron mutuamente cuando Clay, el extrovertido, peleó el campeonato contra Fittipaldi en 1974 y perdió, o en 1975 cuando fue el turno de Niki contra el propio Emerson, y lo ganó. Pero en 1976 en la arrancada del GP inglés en Brands Hatch, Clay le dio con todo a Niki, campeón o no, y así fueron siempre rivales en la pista, amigos afuera. Cuando el suizo se fue, llegaría Carlos Reutemann y Niki fue lapidario con el che pues le preguntaron si era su coequipero o su rival y dijo: ”Ninguna de las dos”.

Luego vendrían (1979 y 1980) Gilles Villeneuve y Jody Scheckter a la Scuderia y de igual manera se respetaron hasta el final, aunque para Gilles eso significó no atacar a Jody, quien tenía más puntos, en Monza 1979 y escoltarlo hasta el final para verlo coronarse. Pero Gilles era un hombre de palabra y cuando murió, el que estuvo con su viuda para hacerse cargo de todos los trámites fue Jody, aunque ya se había retirado de la F1.

La traición de Didier

El coequipero de Villeneuve a la partida de Scheckter fue el galo Didier Pironi, quien aprendió de su líder de equipo durante 1981 y se sintió con ganas de pelear en 1982, aunque nadie creyera que tenía el talento del canadiense. En Imola, cuando estaba Gilles adelante, el equipo les mandó órdenes –un cartel que decía Slow– pues temían que si seguían al ritmo que iban se quedaran ambos sin gasolina. Gilles iba cómodamente adelante y jugó para los aficionados a pasarse y repasarse con Didier, pero éste lo rebasó en la última vuelta y no aflojó, robándole la victoria. En la siguiente carrera Gilles estaba determinado a ponerlo en su sitio y como Didier era más rápido en las calificaciones en Zolder, el canadiense intentó una vuelta final con llantas gastadas, se equivocó al pasar al rezagado Jochen Mass y murió en el accidente subsecuente. Lo peor es que el director de Ferrari primero negó que hubieran existido órdenes de equipo, pero luego confesó que la traición de Didier había sido real y no había querido actuar en su contra por amistad.

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El Schuminator y su coequipero barato

Cuando Ferrari contrató al bicampeón Michael Schumacher en 1996, era obvio que llegaba como primer piloto. Un segundo era Eddie Irvine, quien debía apoyarlo en toda instancia, pero ganaba aproximadamente una octava parte del sueldo del germano. En 1999 ‘Schumi’ se rompió la pierna en Silverstone y súbitamente Irvine estaba en posibilidad de pelear el título, a un precio de rebaja comparado con el teutón. Casualmente, en Spa a Irvine le perdieron un neumático en una detención en los fosos –órdenes de equipo al estilo Chapman– y salió muy atrás, terminando atrás de su rival, Mika Hakkinen de McLaren, quien logró síes puntos contra tres puntos del norirlandés, quien estaba delante antes de su parada. Al final, Irvine hubiera necesitado que Schumacher lo dejara pasar en el GP de Japón y haber quedado adelante en Bélgica. Pero eso haría ver mal a los directivos que contrataron al germano con gran costo, si el “barato” Eddie les daba la corona que no lograban desde 1979. Irvine dejó al equipo ese año y lo reemplazó Rubens Barrichello, quien entendió bien lo que era ser el número 2 y el ‘Schuminator’ inició su época de gloria con cinco títulos seguidos de 2000 a 2004.

Esa película ya la vi

El esquema del ‘Schuminator’ se repite en Ferrari ahora con Alonso y su escudero Massa. La demostración inició con las clásicas palabras “Felipe, Fernando, es más rápido que tú, ¿entiendes?”, proferidas en el GP alemán
de 2010; desde entonces Felipe ha sido el escudero que fue para Schumacher y en pago le renuevan el contrato cada año. Pero el hombre que fue campeón mundial medio minuto en 2008, lo prefiere así, segundón en Ferrari que principal en otra escuadra.

McLAREN, SÓLO AL QUE SE DEJE

Ni Lauda ni Prost ni Senna

Lauda en 1984, Prost en 1985, 1986 y 1989 y Senna en 1988, 1990 y 1991 le dieron títulos a McLaren, siendo Niki y Alain coequiperos en 1984-85 y Alain y Ayrton en 1988-89, pero no recibieron órdenes de ayudar al otro –ni se necesitaron– y nos dieron los mejores duelos sobre la pista, batallas brutales sin pedir cuartel, con resultados parejos debido a su gran habilidad.

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Mika sobre David

Coulthard y Hakkinen fueron la pareja más longeva de coequiperos hasta hace poco tiempo, pero la escuadra siempre se decantó por el finlandés, pues en la primera victoria de 1998 Mika cometió el error de entrar a los fosos pensando que lo habían llamado y el equipo hizo que David, quien había tomado la punta, bajara el ritmo y le devolviera el primer sitio al nórdico.
David aceptó las órdenes y le resultado fue que nunca se coronó campeón, mientras Mika fue bicampeón de F1.

¿El hijo o el bicampeón?

A McLaren llegó en 2007 el bicampeón mundial Fernando Alonso, quien tendría de coequipero al debutante Lewis Hamilton, protegido del equipo desde su etapa de kartista una década antes. Fernando suponía que llegaba a pelear
el título, pero pronto se dio cuenta que todo lo que él desarrollaba lo usaba el novato y obtenía buenos resultados sin tanto esfuerzo o conocimiento. Decidió dejar de cooperar, se aisló y rompió su contrato para 2008, peleando un batalla interna contra el hijo favorito de McLaren, tan feroz como la externa. Al final del día sucedió que ambos empataron en puntos, y en segundo sitio, detrás del Ferrari de Kimi Raikkonen, quien se coronó gracias a que su coequipero, Felipe Massa, lo dejó pasar y le permitió ganar en Brasil, por órdenes de equipo, probablemente las menos cuestionables, pues el título estaba en juego. Lewis vencería en 2008, Fernando sigue esperando el ‘tri’.

EL QUE SE RÍE, SE LLEVA

Webber y su corta memoria

Mark Webber armó un teatrote acerca de la orden ‘Multi21’ que indicaba que él debía ganar en Malasia y reclamó que Vettel hubiera quitado el sitio. Pero Mark tiene la memoria corta
y no recuerda como él atacó
a Sebastian en Silverstone
en 2011 al final de la carrera cuando el RB7 del germano estaba dañado y el equipo le pidió que lo respetara. También se le olvida que en Brasil 2012, con el campeonato en juego, fue innecesariamente difícil de pasar para el entonces bicampeón y con sus actos provocó el choque que casi elimina a Vettel en el inicio. Se vale no ayudar, se vale no aceptar órdenes de equipo, pero no se vale quejarse cuando el otro no acepta órdenes tampoco y te gana. Además, Webber perdió en mala lid y casi sacó a Vettel de la pista para evitar el rebase, pero ni así pudo contenerlo. Por algo el alemán tiene el número 1 en su auto desde hace años y lo ha batido insistentemente. Si alguien no necesita órdenes para ganar es Vettel.

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FLAVIO, EL TRAMPOSO

El precio de obedecer órdenes

El extremo de las órdenes de equipo fue obligar a Nelsinho Piquet en Renault en Singapur 2008 a chocar justo después de haberse detenido su coequipero Fernando Alonso, para que saliera un auto de seguridad y el español tomara la punta
y .ganara. El truco le funcionó
al director Flavio Briatore y al
DT Pat Symonds, pero Nelson padre habló cuando se enteró y provocó que los corrieran– igual que a su hijo, a quien nadie contratará nuevamente– de
la máxima categoría. Flavio ya
se pasea por el paddock de nuevo, Pat está con Marussia de asesor… y Nelsinho está exiliado en la NASCAR.

AL GUSTO DE SIR FRANK

La guerra no sólo estaba en las Malvinas

Carlos Reutemann llegó a Williams en 1981 como coequipero del campeón recién coronado, el australiano Alan Jones. Éste ganó la apertura del año, pero Reutemann clasificó en la PP en Brasil y lideró la carrera, pese a que había señales desde los fosos pidiéndole que dejara pasar a Jones, como estipulaba su contrato. ‘Lole’ ignoró las señales en la pista mojada a ratos y ganó para empatar en el liderato a Jones, pero ese fue el fin de su relación con el equipo y sólo su ingeniero y sus mecánicos le hablaban y lo apoyaban.

Carlos llegó de líder a la fecha final en Las Vegas, pero sobre Nelson Piquet, con Jones ya eliminado. Sin embargo, una misteriosa falla en la caja, tras una brillante calificación, relegó al argentino en la carrera y Piquet lo pasó y se coronó. Jones ganó la carrera, pero en 1982 los dos estarían fuera de Williams por decisión propia.

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El accidente que abrió la puerta a Mansell

Nigel Mansell era un don nadie cuando Piquet llegó en 1986 con contrato como primer piloto y dos campeonatos mundiales bajo el brazo a correr con él en Williams. Pero en las prácticas en Francia Frank Williams sufrió el accidente que lo dejó parapléjico y su recuperación tardó. Ante el vacío de poder, Nelson no tenía a quien acudir para quejarse que Nigel no respetaba su estatus de piloto Número Uno y los dos ganaron muchas carreras, pero se quitaron puntos y permitieron que Alain Prost les quitara el campeonato en el McLaren claramente inferior. Nelson decidió jugar por su cuenta en 1987, cesó la cooperación con su coequipero, y lo batió cuando pudo en la campaña o acumuló segundos sitios detrás de él cuando no tenía forma de ganar. Resultado: Nelson usó un nuevo diferencial en Hungría para asegurar su ventaja definitiva y se coronó tricampeón en Japón mientras Nigel iba camino al hospital. Y en 1988 se llevó a Honda con él a Lotus, dejando a Mansell con motores Judd y un auto inferior.

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Abierto para Jacques y Damon

Damon Hill era el líder en 1996, pero Jacques Villeneuve era el campeón de CART y de la Indy 500 al unírsele en Williams ese año. La decisión de Frank fue no meterse y el resultado trajo un título en 1996 para Damon, y otro para Jacques en 1997. No necesitaron volados como el padre de Damon; el tiempo equilibró los títulos para pilotos de habilidad similar en autos iguales, cual debe. Sin embargo, el título de Villeneuve vino con órdenes intra equipo, pues McLaren había pedido a sus pilotos, Mika y David, no atacar a Jacques mientras peleaba con Schumacher la punta y así lo hicieron. Cuando Jacques tenía el título seguro, dejó pasar a los McLaren para pagar el favor y sumó cuatro puntos para coronarse.

FANGIO, SIN NECESIDAD

Cinco coronas en cuatro equipos

Fangio ganó cinco títulos sin necesitar órdenes de equipo, aunque requirió de la ayuda de su amigo Peter Collins quien le cedió el auto en Monza para completar la carrera y ganar unos puntos decisivos, luego que Luigi Musso se había negado a hacerlo pese a la sugerencia del director de la Scuderia Ferrari en 1956. Y cuando corrió para Mercedes siempre batió a Moss en buena lid, incluso lo dejó ganar en Aintree (GP británico) y dijo que Moss había sido mejor. ¿Órdenes? Los campeones no reciben órdenes de empleados del equipo.

EPÍLOGO

Ejemplos hay muchos, pero lo importante es ver que las órdenes de equipo causan problemas en general y aunque son muy buenas para vender periódicos (y revistas), no lo son para el deporte motor. Eso de histerizar a las masas por nacionalismo recuerda a Goebbels, pero la prensa inglesa siempre ha sido amarillista, así que no nos sorprenda que quieran crucificar a Vettel, mientras alaban a Rosberg. Para ellos, el único teutón bueno es el teutón sumiso, podríamos resumir.

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