Nuestro historiador residente y editor en jefe recuerda el génesis de la primera incursión de la Fórmula 1 en tierras aztecas, en 1962.
El Gran Premio de México tiene su eje en la decisión de construir el autódromo de la Magdalena Mixiuhca, tomada virtualmente el día que Adolfo López Mateos asumió la presidencia de la República Mexicana el 1 de diciembre de 1958, justamente, medio mes después de que la propia Ciudad Deportiva de la Magdalena Mixiuhca fuera inaugurada por su antecesor, Adolfo Ruiz Cortines.
Se usaron los caminos de interconexión de la instalación para el diseño de un trazado principal de 5 kilómetros con opciones alternas que contemplaban un óvalo a sugerencia de los hermanos Pedro y Ricardo Rodríguez, quienes disfrutaban mucho las competencias tipo Indy y NASCAR en ese tipo de pistas.
El autódromo, que hoy lleva el nombre de los hermanos, fue inaugurado el 20 de diciembre de 1959, en una carrera que ganó Pedro, seguido por Moisés Solana y Ricardo, nuestros tres grandes exponentes del deporte motor en la época dorada del automovilismo.
Desde entonces se empezó a ver la posibilidad de un Gran Premio y en julio de 1961, se confirmó que el GP de Marruecos, programado para cerrar el campeonato mundial el 29 de octubre de ese mismo año, había sido cancelado, por lo que en una reunión en el Club RODA, los miembros discutieron la idea de reemplazarlo con el GP de México, a sugerencia del promotor Lowell Merrill, más conocido como ‘Mickey’.
La idea era programarlo después del GP estadounidense en Watkins Glen y se le propone la cuestión al presidente, mientras Don Pedro Rodríguez acepta poner el depósito o fianza para el evento, 50,000 dólares, ante la Comisión Deportiva Internacional (CSI) de la FIA.
Lowell también propone la alternativa de una carrera internacional para el 17 de diciembre en México, quizás en Fórmula Libre o Intercontinental, aprovechando a todos los pilotos que van a Bahamas y el RODA decide explorar ambas posibilidades. Pero Lowell no logra entrevistarse con el presidente López Mateos y su empresa se cancela al no conseguir los permisos necesarios de parte de las autoridades mexicanas.
Prontamente varios miembros del RODA hacen otro comité para lograr el apoyo presidencial por intermediación de Gilberto Valenzuela, su Secretario de Obras Públicas, miembro del RODA y cuñado de Javier Velázquez, quien es elegido como director del Comité Organizador junto con Carlos Braniff, Rómulo O’Farrill y Juan Manuel Rullán.
Con esos apoyos el presidente ahora sí da el visto bueno y para octubre, cuando Ricardo ya había debutado en Fórmula Uno, en un homenaje que le organizan en el RODA se da a conocer que el club será el organizador del Gran Premio de México programado para 1962, unas semanas después del de EU.
Ese final de año el Comité Organizador deposita una fianza de tres cuartos de millón de pesos para asegurar el autódromo y pide a los hermanos que sean los portavoces y embajadores del evento que deberá colocar a México en el candelero internacional, además que su presencia asegura la asistencia de las masas de aficionados que consideran a los hermanos Rodríguez como patrimonio nacional.
Cuando la FIA publica su calendario internacional de carreras para 1962, México viene incluido para el 29 de octubre o 5 de noviembre, pero es obvio que la fecha real es el día anterior en ambos casos, pues las publicadas caen en lunes. Pero la carrera no será puntuable, pues la FIA quiere asegurar que saben organizar un Gran Premio y esta primera edición será el examen de los organizadores mexicanos.
En 1962, los preparativos son labor de todo el año y Ricardo hace labor en Europa en su campaña de F1, al igual que Pedro quien lo acompaña en algunas carreras, y antes del GP de Italia le avisan que irá una delegación mexicana a Monza a invitar a los equipos personalmente.
En las prácticas en Monza se le aparece Javier Velázquez, el operador del Gran Premio de México y Ricardo lo presenta a los pilotos y le ayuda a hacer las invitaciones para la carrera mexicana que ha sido pactada para el 4 de noviembre. Al terminar los entrenamientos lo lleva al hotel a cenar y ahí le presenta a más pilotos y dueños de equipos, la mayoría de los cuales acepta ir a la carrera mexicana.
Ricardo les promete una gran fiesta mexicana a los que vayan y, en lo personal, acuerda que él usará el número 1 y Pedro el 2 en sus autos en México y que los organizadores correrán con el costo de la inscripción para ellos, aparte del pago por arranque que se estilaba en esas épocas.
En octubre, con los hermanos Rodríguez de regreso en México, tras otra victoria en los 1000 Kilómetros de París, la promoción del GP se intensifica, Ricardo correrá con el equipo Rob Walker Racing, cuyo Lotus 24 usará en la carrera, ante la ausencia de la Scuderia Ferrari que ha decidido no acudir a las fechas norteamericanas por sus malos resultados en el año.
Pedro tiene contratado el Lotus similar del alemán Wolfgang Seidel, quien tiene una suspensión en su país y ha acordado prestarle su montura, aunque todavía podría usar el tercer auto de la escuadra Lotus si hay un acuerdo con Colin Chapman.
El jueves 1 de noviembre, primer día de entrenamientos del I GP de México, Ricardo se encuentra con Alf Francis y la puesta a punto del auto dura toda la mañana. El auto había sido encargado por el equipo de Walker y estrenado por Nino Vaccarella en el GP de Italia obteniendo el noveno lugar; posteriormente lo había usado Maurice Trintignant, también del equipo de Rob Walker en el GP de EUA, aunque se había retirado tras 32 vueltas con una fuga en el líquido de frenos que le provocó un despiste.
A México llegaba sin cambios importantes. Pedro arribó a la Magdalena Mixiuhca y se quedó con Ricardo mientras le armaban su auto, pero piensa que no era lo mismo el Rob Walker Racing que el Autosport Team Seidel aunque los dos tuvieran un Lotus 24; además, el suyo tiene motor BRM contra el confiable Climax del de Rob Walker.
Ricardo conoce la pista a la perfección y marca un tiempo de 2 minutos y 4 segundos exactos, el mejor registrado hasta el momento. Poco antes de las 16:00 horas Surtees en el Lotus 24 lo mejora en un par de décimas. Ricardo ya no piensa entrenar y empieza a despedirse, pero llega don Pedro y uno de los mecánicos le dice a Ricardo que la carburación está mejor.
Don Pedro, le pide que se vuelva a subir al auto para que lo pruebe y mejore el tiempo de Surtees, y Ricardo lo hace, da una vuelta, muestra el pulgar al pasar por los fosos y nunca completará esa segunda vuelta: la suspensión trasera derecha se rompe y él muere en la Peraltada provocando el duelo nacional.
Pero el Gran Premio no puede detenerse y a pesar de la muerte de Ricardo, se lleva a cabo. Los entrenamientos oficiales se dan los días 2 y 3 de noviembre y Pedro ya ni se aparece por el autódromo. Solana practica en un Cooper, pero decide no correr en señal de duelo por la muerte de Ricardo pues, pese a la rivalidad, se reconocían sus respectivas cualidades al volante.
El mejor tiempo lo logra Clark en el Lotus 25, que se queda a ocho décimas de los dos minutos y es seguido por Ireland en su Lotus 24 con 2 minutos y 1.7 segundos, Taylor a tres décimas de Innes, Surtees a otras ocho décimas, McLaren con el mismo tiempo y Penske en 123 segundos exactos, siendo cinco de los seis primeros autos Lotus.
Brabham y Salvadori quedan en la fila 4, Gregory y Hall en la 5, Schroeder y Beaufort en la 6, Moisés marca 2 minutos y 9.7 segundos para el lugar 13 en la parrilla de 2×2, el cual quedará vacío, Hansgen es el 14, Rader el 15, Connell el 16, Chamberlain el 17 y Seidel, a quien nadie recuerda su suspensión por la ADAC, usa su auto para lograr el último sitio en la parrilla, el 18, con un tiempo de 2 minutos y 23.4 segundos, pues no necesita confirmación de que Pedro no va a correr.
El domingo se efectúa la carrera y el Presidente está presente para depositar un arreglo floral en manos de Carlos Sales, el copiloto de Ricardo en el GP Independencia, quien lo lleva hasta el punto en que quedó el cuerpo de Ricardo en la Peraltada y se guarda un minuto de silencio en su honor.
Los autos se forman, pero Clark tiene algún problema y no puede arrancar por lo que termina siendo empujado mientras Ireland, Brabham y McLaren toman la punta. Reg Parnell, del equipo Bowmaker, protesta el empujón y Clark es descalificado en la vuelta 11 cuando rueda cómodamente en punta.
La gente de Lotus decide llamar a Trevor Taylor para que le ceda el auto y en el giro 15 el inglés se detiene a dejar que el escocés tome su auto y Clark retorna séptimo, atrás de McLaren, Brabham, Ireland, Surtees, Hall y Penske. Estos tres últimos no representan problemas, pero Ireland mantiene a su compatriota atrás hasta cerca de la vuelta 30 y Brabham cae al tercer sitio en la 32, que se vuelve segundo cuando McLaren también se detiene en esa vuelta heredando la punta a Clark.
Este ya no vuelve a perderla en lo que resta de las 60 vueltas programadas y termina con 2 horas, 3 minutos y 50.9 segundos, con más de un minuto de ventaja sobre Brabham y una vuelta completa sobre Innes. Hall y Gregory también cubren 59 giros y Schroeder hace 57 para obtener el sexto adelante de De Beaufort y Rader.
Chamberlain completa 53 vueltas y Hansgen es el último clasificado con 45, mientras que Clark también obtiene la VR, tres décimas abajo de dos minutos. La premiación y el festejo son muy tranquilos y en la noche se entregan los premios en una cena oficial del comité organizador.
La mayoría de los pilotos salen de México al alba del lunes siguiente a cumplir diversos compromisos, aunque la temporada sudafricana no empezará hasta el 15 de diciembre, pero ninguno está de humor para quedarse en el país entero que está de luto.