Por Fernando Tornello
“Todos los años hay un campeón pero no siempre es un campeón verdadero, respetado, admirado, indiscutible. Muchas veces es un vencedor sin mérito que triunfa por desgracias ajenas. Yo gané mis títulos de la mejor manera”.
Ayrton Senna me dijo esa frase en noviembre de 1991, en la sala vip del aeropuerto de Ezeiza, en Buenos Aires. Estábamos solos, mientras mi socio y amigo, Felipe McGough se había ido con su pasaporte a la oficina de migraciones. Ayrton acababa de llegar desde Australia, luego de ganar bajo la lluvia la carrera más corta de la historia de F1 días después de haber conquistado su tercera corona, en Suzuka. Esa noche lo esperaba una cena con Juan Manuel Fangio, que habíamos armado a su pedido.
“El mejor piloto de todos los tiempos fue Fangio, además me gustaron Fittipaldi, Stewart, Lauda y Gilles Villeneuve”.
Su admiración por el piloto argentino no tenía límites. Siempre confesó que el “Quíntuple” era el mejor de la historia y siempre actuó en consecuencia. Fangio sentía lo mismo por Ayrton y decía que era un orgullo si Senna lo superaba porque era el mejor.
“En julio de 1983 me senté por primera vez en un F1, fue en Donington, cuando Frank Williams me invitó a probar su auto, era el equipo campeón. Salí y marqué el record para la vuelta”.
En aquel momento no imaginó que, 10 años después, en ese mismo circuito, escribiría la página más gloriosa de su carrera y una de las mejores de la F1. El 11 de abril de 1993 ganó allí el GP de Europa, bajo la lluvia, condición en la que superó en la primera vuelta a Wendlinger, Schumacher, Damon Hill y Prost. ¡Inolvidable!
“La vida de un piloto es muy dura. Tengo horario para desayunar, llegar a la pista, subirme al auto, bajar, almorzar, volver a subir al auto”.
Tal vez por esto resultaba casi inexpugnable para los extraños. Tenía una enorme vida interior, escuchaba música en los viajes y los hoteles, estaba siempre acompañado por su primo, Fabio Machado da Silva y ocultaba todo lo que podía sus romances.
“Una sola vez en mi vida soñé con tener un hijo, fue con Xuxa pero ella estaba demasiada ocupada en su propio mundo”.
Fue la relación que más le movió los sentimientos. Antes se había casado en Brasil con Lilian de Vasconcellos pero se separó al tiempo de llegar a vivir a Inglaterra. Siempre reconoció que esa relación había sido un error. En cambio, con Xuxa todo era diferente, más allá de que cada uno desarrollaba su carrera a miles de kilómetros del otro, lo que terminó acabando la relación. Su última novia fue Adriane Galisteu, compañera de sus años finales.
Ya pasaron 20 años de su viaje a la eternidad. Hoy prefiero imaginar que, cada 15 días, entre Ayrton, Fangio y Jim Clark se disputan la posición de privilegio en un circuito celestial.