Por Carlos Jalife • @ Scuderiargz
“GET YOUR MOTOR RUNNING…” STEPPENWOLF
La F1 está de regreso en México. Simple y contundente. Todos esperamos la fecha, que será entre octubre y noviembre de 2015, para ir a comprar boletos, o pedir acreditaciones, en mi caso.
Cuando eres mexicano no puedes dar por sentado que siempre habrá un gran premio de F1 en casa y por eso es importante el anuncio. Tuvimos 16 ediciones de un total de 65 posibles, apenas el 24.6%, o una de cada cuatro en número redondos. Yo he ido a los de 1967 (prácticas), 1968, 1969, 1970, 1988, 1989, 1990, 1991 y 1992, pues en los otros estaba muy chico o estudiaba el doctorado fuera de la patria, pero esas últimas ediciones fueron el desquite pues fui comisario en fosos, al igual que en el WSC (prototipos Porsche, Mercedes, Jaguar y Peugeot). Pero eso sí, todos los vi en la tele cuando no estaba en el autódromo, aun a los 4 años de edad.
Y he ido a muchos grandes premios, desde 1975 en Austria hasta 2014 en Hungría, pero nada como el recuerdo de estar parado en la tribuna frente a los fosos en 1967 esperando que saliera el Lotus verde con amarillo de Jim Clark o el Cooper verdoso (yo lo veía negro) con rayas blancas de Pedro, pues esos eran los dos cuyos cascos identificaba sin problemas. El resto ni me importaba (confieso que ni Moisés porque tenía un casco blanco “equis” completamente y yo lo consideraba “malo” junto a Pedro, aunque un año después cambiaría mucho mi visión en la carrera del NARRC en marzo y ya entendería que era, también, un gran piloto). Y en 1970 me tocó ver a Pedro, pasar a unos metros de donde estaba yo en las Eses pidiendo a la gente echarse para atrás. Recuerdo bien la cara de desazón que tenía pues él lo que no quería era ver mexicanos muertos, una posibilidad muy real si había un despiste. Fue la última vez que lo vi con vida.
Ya veinteañero me tocó el GPMX2.0 y fue otra cosa. Llevar a los gemelos vestidos con sus trajecitos tipo nomex con escudos de Honda y Lotus y no sé qué más, uno apoyando a Senna, el otro a Piquet y ver sus caras extasiadas cuando los autos pasaban a toda velocidad, fue otra emoción distinta. O saludarlos desde los fosos cuando estaba yo trabajando de comisario en Arrows o March o Jordan o Larrousse o Tyrrell, era muy divertido. Pero a Javier ya no le tocó ir conmigo y espero que en 2015 tengamos la oportunidad de compartirlo, porque en esencia, la Fórmula Uno es un deporte familiar. Es un deporte que integra, que permite prolongar la sobremesa ad infinitum, que fomenta la competencia, pero honorable, sin los aspavientos teatrales de sus participantes cada medio minuto como en el deporte popular de una pelota, aunque luego hay cada chillón en el radio…
Viene la F1 a México de nuevo y yo ya estoy con piel de “carne de gallina” desde 15 meses antes. Creo que sí soy fanático.