Ferrari no ha ganado en los cuatro años de esta época de nuevas reglas desde 2009. Casi lo lograron en 2010 y 2012, pero el casi no llena la vitrina de trofeos y tras el subcampeonato de 2012, regresan con una evolución de su contendiente pasado, desarrollado y habiendo incorporado todos los adelantos de los otros equipos, a fin de coronarse con el nuevo F138 en el último año de la era.

El auto es menos radical que el de 2012, más probado en sus detalles y en el túnel de viento de Toyota en Colonia, pues el suyo está en remodelación tras encontrar fallas en la correlación de resultados respecto a lo medido en pista. Por ello, el auto se parece mucho, tanto interna como externamente, al que acabó la campaña anterior, pero no tanto al que la empezó.

El mayor cambio está en la parte trasera, en la que tuvieron que copiar el desarrollo de Sauber, que emplea el motor Ferrari, pero ahora se ve todavía más pulido, similar al estilo semi-Coanda que usa McLaren –que también es copiado del Sauber C31 si nos ponemos exigentes– y destaca su original salida de aire caliente de los radiadores, por atrás de los escapes en vez de encima de la caja como hacen otros equipos, pues el arreglo Ferrari permite que el carenado sea más angosto y corto. Siguen con su caja de perfil bajo, tipo Williams, y en la suspensión trasera el brazo inferior es más al estilo RB8 con el árbol de transmisión encasillado.

Donde si marcan la pauta es en el KERS, que ahora está contenido en un solo módulo de batería y generador debajo de la celda de combustible. El chiste es que todo funcione bien desde el principio, pues aunque son muy buenos para adaptarse y recomponer el auto, eso significa que siempre van un paso atrás de sus rivales, lo cual en la F1 se paga con subcampeonatos, algo que Ferrari no acepta, pues su única meta es ganar.

Fernando Alonso manejó gran parte de 2012 sin apoyo de su coequipero Felipe Massa, quien revivió apenas al final de la campaña. Si Massa hubiera sido consistente, los puntos que no le quitó a los rivales hubieran permitido a Fernando ganar el título, por lo que ahora, con la alineación intacta y el brasileño apoyando al español en serio, la desventaja no existe y hay más posibilidades de triunfo, especialmente por el manejo de Alonso, que es considerado el mejor del mundo en gran variedad de sectores.

Sin embargo, hay un punto flaco en el flanco Ferrari, una distracción grande encima: la preparación del nuevo motor para 2014, sin tener los recursos de, digamos, Mercedes y sin tener equipo que atender, como Renault, que solamente hace motores tras deshacerse de su escuadra (ahora Lotus).

¿Alcanzarán los recursos de los de Maranello para atender dos equipos de diseño –el del auto 2013 y el del 2014– y un nuevo tipo de motor que no se parece en nada al actual? Esa es la pregunta que las huestes de Stefano Domenicali tienen que responder afirmativamente si quieren tener la oportunidad de coronarse en esta época en la que se acaban las reglas que rigieron la F1 durante un lustro. La alternativa impensable es seguir desperdiciando los grandes años de Alonso al volante.