Bajo la piel del Porsche Mission R (FOTO: Porsche)
Bajo la piel del Porsche Mission R (FOTO: Porsche)

En plena fase de desarrollo del Mission R, antes incluso de portar su elegante carrocería, el ingeniero y piloto Lars Kern puso a prueba la tecnología del futuro. El prototipo recientemente desvelado podría convertirse en la base del primer Porsche de carreras para clientes totalmente eléctrico.

A principios de septiembre, el Mission R fue el blanco de todas las miradas en el Salón Internacional del Automóvil (IAA) de Múnich. Se trata de un vehículo totalmente eléctrico para pilotos privados, que permite hacerse una idea de cómo será el auto de carreras 100% eléctrico del futuro. De momento, es sólo un prototipo.

El diseño exterior e interior es fascinante y crea controversia. Los vehículos conceptuales son investigaciones de mercado en forma de objeto; a menudo, se reducen a carrocerías con un estilo atractivo, simples modelos de exposición sin motor ni tecnología alguna bajo la piel. No es el caso del Mission R, que es un vehículo de carreras potente y capaz.

Implementación de la estrategia de Porsche

Bajo la piel del Mission R, Porsche materializó su estrategia de sostenibilidad y responsabilidad social. La marca ya compite en Fórmula E, utiliza combustibles sintéticos en la Porsche Supercup y está desarrollando un nuevo vehículo híbrido para las carreras de resistencia. Con el Mission R, también está electrificando las carreras de clientes.

Para Porsche, no basta con construir un chasís rodante que muestre una visión del Departamento de Diseño. El espíritu de Weissach exige un rendimiento bueno, incluso a los prototipos. Durante su creación, cada paso del diseño asistido por ordenador (CAD) se aborda con el mismo esmero que si se tratara de un vehículo de preproducción.

El Mission R tiene tracción total y potencia de 1088 CV (800 kW) generada por dos motores eléctricos. La transmisión, de una sola marcha, también se fabricó en Zuffenhausen: con un peso previsto inferior a 1500 kilogramos, promete una aceleración de 0 a 100 kph en menos de 2,5 segundos. Dependiendo del desarrollo elegido, la velocidad máxima puede superar los 300 kph.

Sistema de refrigeración

Gracias a la refrigeración directa del estátor –el elemento fijo del motor eléctrico en el que gira el rotor– es posible alcanzar un rendimiento constante muy alto. Este auto se las arregla para funcionar con un único circuito de refrigeración por aceite y sin una gota de agua.

La batería de alta tensión se enfría directamente con aceite, gracias a una innovación basada en un sistema que fue desarrollado para el 919 Hybrid, tres veces ganador de las «24 Horas de Le Mans». El tren de rodaje también incorpora tecnología del automovilismo deportivo y destaca por su eje delantero con doble brazo oscilante.

Incluso se implementó un parabrisas calefactable, capaz de mejorar la visibilidad cuando el auto rueda bajo la lluvia.

Trabajo artesanal en Weissach

Weissach es sinónimo de excelencia en ingeniería, pero también de artesanía. La construcción del chassis del prototipo –cuando aún era un proyecto secreto– se llevó a cabo en Flacht, en el Departamento de Automovilismo. Después, fue trasladado al edificio 100 de Weissach, un lugar de alta seguridad debajo del estudio del Departamento de Diseño de Porsche (‘Style Porsche’). Allí se dio forma al exterior e interior del vehículo.

Durante el desarrollo, tuvo que salir a la luz sin tener todavía una carrocería que lo protegiera. Esta primera prueba dinámica, menos de seis meses antes del debut en el IAA de Múnich, fue todo un hito; no importaba en aquel momento que muchos componentes fueran aún provisionales.

En esta primera salida a pista, por ejemplo, la estructura antivuelco era de acero, ya que la jaula definitiva de material compuesto aún no se había fabricado. El asiento, el volante y los pedales pertenecían a vehículos  ya existentes, y las llantas no eran las monotuerca vistas en el concepto recientemente presentado.

Aquel auto que Kern condujo daba la impresión de estar desnudo. Incluso él mismo parecía estarlo en comparación con los compañeros que lo rodeaban y que, en ese frío día de primavera boreal, vestían gruesos abrigos.

“Hay días de trabajo claramente más cálidos”, declaró el ingeniero de desarrollo con una sonrisa. “Pero también mucho peores… Poder participar en un proyecto así fue absolutamente emocionante. ¡Lo viví como un niño pequeño!”.

Una y otra vez sacó el prototipo para conducirlo sobre el circuito de pruebas. Algunos juegos de neumáticos más tarde, el reparto de frenada entre los ejes delantero y trasero quedó perfectamente ajustado.

“Lo que más me sorprendió fue lo avanzado que ya estaba el auto. Y, por supuesto, el tremendo par motor y la adecuada puesta a punto de los elementos que intervienen en la dinámica de conducción. Fue entonces cuando supe que estaba naciendo un auto que será fuente de grandes alegrías”.