La primera vez que nos encontramos con el Audi RS3 segunda generación fue sobre la nieve justo afuera del Círculo Ártico. Ahí, como se esperaba, probó ser lo suficientemente bueno para trazar medias lunas gigantes en un terreno de prueba congelado. Pero ahora es primavera y estamos a 20 centígrados en Italia, donde las cosas se ponen serias.
Hay muchos puntos que podríamos tachar en la lista. Sí, es más potente que el modelo original, con los 27 caballos que casualmente necesitaba para quitar al Mercedes- Benz A45 AMG de su pedestal. Un turbo revisado y un interenfriador mandan el motor de 2.5 litros a 362 caballos, mientras que el torque máximo es nada más 11 lb/pie mejor. A la caja automática Stronic de siete velocidades de embrague dual le han bajado varios decimales en el tiempo de cambio y el auto es 55 kg más ligero aproximadamente, por lo que la relación peso-potencia mejora y ahora cumple también la norma europea 6 de emisiones, lo que trae ahorros de eficiencia y una reducción de 23 g/km de emisiones de CO2. Pero nada de esto nos da razones para estar felices.
El problema del RS 3 anterior no era de ritmo, sino de sentirse excesivamente rígido e intransigente en partes iguales. Así que lo que aquí nos interesa es el estado de la suspensión estándar (no adaptable) y el software renovado con la intención de hacer que el sistema de tracción total del RS3 sea menos pesado en la trompa.
Desafortunadamente, después de mostrarnos lo sublime en Finlandia esta vez Audi insistió en llevarnos a lo ridículo. A pesar de tener un circuito perfectamente bueno, optó por no permitir que el control de la estabilidad del auto funcionara por completo, tirando por la borda cualquier inspección seria de la distribución del torque, aparentemente más dócil, que Audi promovió tanto en Finlandia.
Las vías públicas en los alrededores no dieron tregua. La mayoría era de una variedad estrecha y cacariza, pobres para el manejo de alto nivel, pero excelentes para mostrar los límites de comodidad en su manejo. Aunque mejorada, la configuración del RS3 continúa forzándote a soportar golpeteo secundario duro mientras intentas disfrutar el paseo primario. Con frecuencia estarás haciendo ambas, porque el RS3 es extremadamente rápido y permanentemente dispuesto a probarlo. El motor de cinco cilindros se siente marginalmente más lineal que antes, pero mantiene su voz grave y suficiente frenesí para asegurarle un lugar alto en la liga premier de los cinco puertas calientes, tal vez más allá del A 45.
Para algunos podría ser testimonio suficiente de las habilidades del Quattro que el RS3 también esté remachado al suelo y sea muy fácil de ajustar, pero esperábamos algo más. En vez, la experiencia, incluyendo la dirección torpe y los frenos disparejos, resulta bastante familiar. Los derrapes a cuatro llantas que experimentamos en hielo probaron ser un recuerdo lejano, e incluso así esperábamos que se enganchara más al ajustar su línea de acuerdo al toque del acelerador. Debido al meneo insignificante de su cadera en alguna salida de curva, se podría pensar que el enganche podía estar pendiente, pero no en la pista, el auto –o su cuidador– errando demasiado frecuentemente con precaución exasperante.
Eso deja al jurado técnicamente en suspenso, aunque si esperan el veredicto final para comprar al medio hermano del RS3, el Golf R, no esperen mucho. Puede ser marginalmente más lento y con menos carácter, pero el Golf se conduce con más aplomo, levita como un misil de crucero, cuenta con una caja manual estándar y lo más importante, no necesita que apaguen su ESP para hacerte pasar un buen rato.