Murió Stirling Moss, a quien muchos consideran el mejor piloto inglés de la historia, arriba de un Lewis Hamilton o un Nigel Mansell que tienen muchas más victorias.
Es difícil comparar, pero ciertamente fue un tipo con clase enorme, muy patriota y que nunca se dio por vencido pese a que compitió en desventaja gran parte de su carrera.
Muchos pensarán: ¿Mercedes en 1955? Con Fangio como líder y campeón reinante, ciertamente no estaba arriba. Otros dirán: ¿su año en Vanwall? Pues tendría quizás ventaja tecnológica, aunque no en confiabilidad –cinco podios y cinco retiros en 10 fechas– y evidentemente sus coequiperos no le facilitaban la vida.
Cuando el destino le dio una ventaja por una decisión errónea de los comisarios en Portugal 1958, él se encargó de corregir el error y mostrar que ganar sin honor no es ganar, sino perder. Además, ¿quién necesita la ventaja cuando se sabe mejor?
Hombre de honor
En el GP portugués, Stirling obtuvo la PP delante de su rival Mike Hawthorn (Ferrari) y se alejó desde el inicio con Hawthorn igualmente despegado del resto.
En el giro final Moss alcanzó a Mike, quien por problemas de frenos se despistó y una vez fuera de la pista empujó su auto hacia la pendiente para echarlo a andar de nuevo; los oficiales se aprestaban a ayudarlo, pero Stirling, en su vuelta de honor, los detuvo a señas, ya que eso implicaba la descalificación de su rival que rearrancó y completó el giro para llegar segundo a cinco minutos de Moss.
Luego los comisarios descalificaron a Hawthorn por empujar el auto contra la dirección de la carrera; sin embargo, Stirling testificó que Mike lo empujó fuera de la pista, no dentro y eso no ameritaba descalificación. Hawthorn conservó el segundo lugar, logró siete puntos (el extra es de la VR) y encabezó el campeonato.
Al final del año, Moss, vencedor de cuatro GPs contra uno de Mike, perdió el título por un punto, aunque no le importó, pues corrigió el error que le hubiera dado la ventaja indebida y una corona sin honor.
No volvió a estar en un auto de punta; no obstante, la historia lo valora más que a sus rivales pese a no tener títulos. Ganar no es necesariamente terminar primero, sino hacerlo con dignidad sin aprovechar elementos externos que demeritan un triunfo.
Moss se ha ido, pero su ejemplo perdura y se extraña en una era en la que el fin justifica los medios. Q.E.P.D.