Lee Iacocca, visionario en la industria automotriz y director de dos de las armadoras más importantes del siglo XX, falleció este martes a los 94 años de edad.
El originario de Allentown, Pennsylvania, perteneció a Ford Motor Company por más de tres décadas, asumiendo la posición de Presidente de 1970 a 1978; a la postre salvó a Chrysler Corporation de la bancarrota. En ambos casos, su astucia para las ventas consolidó la reputación de las marcas en Estados Unidos.
De padres italianos, e ingeniero de profesión, Lido Anthony Iacocca comenzó su trayectoria profesional en la fábrica de Ford en Dearborn, Michigan, en 1946, aunque después se especializó en el ramo de las ventas y estrategia de producto, creando campañas exitosas a nivel nacional.
Así se convirtió en Vicepresidente y Gerente General en 1960. Su logro más famoso fue encabezar al grupo que desarrolló y promocionó del Ford Mustang, uno de los deportivos más icónicos en la historia, cuyas ventas se dispararon en 1964. Por ello, se le acredita como el «Padre» de este vehículo.
En esa época, juntó al personal clave para que naciera el programa de autos GT que, a la postre, derrotaría a Ferrari en las «24 Horas de Le Mans» de 1966; sin embargo, los choques con Henry Ford II generaron una relación tan turbulenta que culminó con el despido de Iacocca en julio de 1978.
Pasó poco más de un año para que fuera contratado por Chrysler, que en su momento reportaba pérdidas de hasta 260 millones de dólares y se acercaba a la bancarrota. En 1980 consiguió un préstamo federal de 180 millones, suficiente para estabilizar y volver a catapultar las ventas.
En tres años, la compañía cubrió la deuda en su totalidad gracias a la venta exitosa de productos como los «Serie K», pero fue el Plymouth Voyager 1984, derivado de la Minivan T115, el que devolvió las ganancias, además de cambiar el estereotipo de los vehículos familiares. Por si fuera poco, adquirió la marca AMC, propietaria de Jeep.
Tras retirarse de Chrysler en 1992, Iacocca dedicó sus esfuerzos a la investigación de la cura de la diabetes, junto con otras labores filantrópicas. Su muerte fue confirmada por su hermana más joven, citando causas naturales; le sobreviven dos hijas y ocho nietos.