POR: F E R N A N D O  T O R N E L LO • @ F1Tornello

Claro, el dinero lo puede casi todo, pero no logra vencer a la naturaleza. Los millones de dólares que mueve la F1 chocan, a veces, contra tifones, huracanes, niebla, que, con su sola presencia, impiden volar a los helicópteros y todo se cancela.

Pasó hace poco, en el GP de los Estados Unidos, cuando un diluvio acompañado de fuertes vientos obligó a posponer la calificación en Austin. Ocurrió también hace unos años en Suzuka, cuando un tifón postergó la misma sesión calificatoria hasta el domingo por la mañana.

Cuanto más dinero, más tecnología y cuanto más avances en esa área, más afectan los fenómenos naturales. Los fanáticos todavía recuerdan que James Hunt ganó su título de 1976 en Fuji, en condiciones de diluvio que hoy no permitirían correr. Qué ironía.

Aquellos viejos pilotos bajaban su visera y aceleraban. Ganaban poco dinero y mucha gloria. Hoy, los grandes campeones como Hamilton y Alonso cobran, según sus contratos, más de cien mil dólares por día. Sí, por día.

FOM percibe unos 500 millones de dólares anuales por derechos de TV de la F1, las entradas para el Paddock Club, con comidas y champagne incluidos, cuestan unos 5,000 dólares por carrera, en línea con lo que se paga por un servicio parecido en otros eventos, como la Champions League, de fútbol, o el torneo de tenis de Wimbledon.

Un estudio muy bueno de Autalia Businessport cuenta que algunos patrocinantes como Martini, Shell, Marlboro, Petronas y Red Bull invierten cifras que van desde unos 30 millones anuales hasta más de 200 millones, tratando de lograr un contacto por persona lo más barato posible. La F1 es ideal para ello. El estudio calcula que Martini logra ser identificada por 7.33 personas por cada euro invertido, mientras por la misma cifra Shell alcanza a 3.79 personas, Petronas a 3.31 y Red Bull a 2.07.

Algunas marcas de autos, como Mercedes, han logrado aumentar su penetración en el mercado hasta un 20% tras su ingreso a F1, sobre todo luego del dominio mostrado en los campeonatos de 2014 y 2015. Por su parte, Renault mostró algunos altibajos, alcanzando ventas importantes cuando Alonso ganó el mundial de 2005. Luego cayó y se levantó nuevamente con los títulos de Red Bull y Vettel, potenciados con un motor de la marca francesa. Lo notable es que en 2014, año de frustraciones en F1, pudo mantener las ventas de 2,700,000 unidades de los buenos tiempos. La vidriera de la categoría ayudó.

Otra marca aspiracional como Ferrari, tiene políticas diferentes para su marca y para su hermana menor, Maserati. Ferrari se autolimita a una producción y venta de unos 7,000 vehículos anuales en todo el mundo, en tanto ha hecho crecer considerablemente a Maserati. La marca del tridente vendía unos 5.600 autos en 2010, pero se superó, creció, y llegó a más de 36,000 en 2014. La estrategia del Grupo FCA fue mantener a Ferrari como marca más exclusiva, y hacer masiva, con muy buenos productos, a Maserati. Todo apoyado por la F1, como siempre.

Por todo esto, asusta pensar que tanto dinero, desarrollo tecnológico, fábricas, miles de empleados, apoyos gubernamentales, choquen contra un elemento invencible: la naturaleza. La tecnología en F1 crece, los equipos también, los motores ya tienen seis componentes y se llaman unidades de potencia, las computadoras casi manejan los autos, la telemetría delata las maniobras de los pilotos, pero todo se lo puede llevar por el aire un viento fuerte o una lluvia exageradamente intensa.

Está claro, la naturaleza manda y hay que cuidarla, aunque Bernie no lo pueda aceptar.