POR:  C A R LOS  J A L I F E • @ Scuderiargz

El año se acaba y no quiero dejarlo pasar sin rendir homenaje a un amigo que se fue. Yo conocí a Justin Wilson bastante cuando corrió en Champ Car, especialmente cuando él y su coequipero, AJ Allmendinger, lograron el podio juntos en México 2005 y nos quedamos platicando para una entrevista, con todas sus bromas sobre la diferencia de altura entre ellos y las formas de manejo y las clásicas sobre que el tamaño sí importa. Fueron momentos divertidos, y luego nos volvimos a ver, principalmente en Daytona, incluyendo cuando su detención en los fosos le costó otro triunfo a Memo Rojas en las 24 Horas. Y siempre las bromas acerca de su altura y un comentario que se me queda grabado de su respuesta a mi pregunta: “¿Qué tan bueno serías si midieras 1.78 en vez de 1.88?” y se me quedó viendo y me dijo “Cuando menos dos campeonatos mundiales….”, y después de unos segundos completó,”…de karts”, y nos reímos juntos.

Justin demostró su talento una y otra vez, ganando incluso con el equipo de Dale Coyne, que es como el colero perenne de los autos tipo Indy, y en prototipos tuvo su revancha en las 24 Horas de Daytona del 2012, curiosamente con AJ como coequipero; tuve la oportunidad de felicitarlos a ambos en el podio y verlo celebrar con ‘Shorty’, como le decía Justin a AJ.

Pero 2015 no fue un año bueno y apenas tuvo algunas carreras, aunque consiguió un podio en Mid Ohio. La siguiente fecha en Pocono iba en el pelotón cuando un piloto novatón –que ha sido criticado ampliamente por otros pilotos por su estilo agresivo, Sage Karam– tomó la punta y perdió el auto sólo tratando de manejar más allá de su capacidad.

El accidente no dañó a Sage, pero su auto soltó muchos pedazos de la carrocería y uno de ellos pegó en Justin. El gigante inglés nunca recuperó la conciencia y murió al día siguiente, sin deberla ni temerla, por culpa de un piloto que cree que las carreras son cosa de testosterona sin cerebro, trata de aparecer muy macho en sus entrevistas y no entiende lo que causó.

Para entender a Justin, hay que saber que salvó vidas aún después de morir, pues era donador de órganos y seis personas viven mejor gracias a él. A mí no me queda sino tratar de entender cómo elige el destino quién paga los errores de otros, aunque una cosa es entenderlo y otra aceptarlo. Descansa en paz, ‘Big Man’…