Texto: Anthony Rowlinson
Fotos: Andre W Ferraro/LAT

Rush llevará la Fórmula Uno a la pantalla grande en una forma en la que ninguna otra película lo ha hecho antes. En la víspera de su estreno, F1 Racing charló con su director Ron Howard sobre esta mega producción

Cualquier lector de F1 Racing sabrá que fue la temporada que lo tuvo todo: cenicienta vs campeón; Inglaterra
vs Alemania (bueno, germano parlante); McLaren vs Ferrari; celebridad vs autómata. Se convirtió en leyenda y entregó una narrativa de 16 carreras que la F1 nunca ha igualado. Pero esa contienda épica ocurrió hace 37 años y está a punto de convertirse en sepia con el paso de los años para quienes estuvieron ahí. Niki Lauda tiene
64 años; el ex jefe de equipo, Luca di Montezemolo tiene 65; Hunt murió hace
20 años, y su jefe de equipo, Teddy Mayer, falleció en 2009. Es, entonces, una historia lista para volverse a contar, y no solo eso, también para dejar su sello indeleble en nuestra retina, al estilo de Hollywood.

Ron Howard en escena. Para una generación será para siempre el Richie Cunningham de Happy Days, pero ha crecido hasta convertirse en un director de lista A en Hollywood, con una lista estelar de éxitos de taquilla a su crédito: Splash, Cocoon, Parenthood, Backdraft, Apollo 13, Una Mente Brillante, El Código Da Vinci y Frost/Nixon, por nombrar algunas.

Rush, lista para estrenarse a fin de septiembre, es la más reciente, y promete presentar el drama de la acción de la F1 con un factor asombro de pantalla ancha que ni la realidad proporciona. No es,
 sin embargo, un recuento definitivo de una temporada más sinuosa que Spa. En vez de eso, busca sacar el carácter de los dos protagonistas que convirtieron la temporada en lo que fue, mientras evoca el espíritu de la época, mortal, de solapas amplias. La autenticidad absoluta, dice Howard, conversando con F1 Racing en un hotel londinense, es imposible de lograr en una película de 2 horas diseñada para taladrar entre los ojos de la audiencia.

FM_Page_076_Image_0001

“La primera película que hice y que intentó realmente ser auténtica, fue una sobre periodistas llamada The Paper. Realmente quería tener bien el contexto y quitaba y metía y me preocupaba por ello… hasta que me di cuenta que era imposible plasmar todo lo que estaba aprendiendo en una película construida sobre estas escenas particulares que necesitaban fluir rápido de una a otra. “Así que regresé y comencé a ver películas sobre películas y me di cuenta que nunca lo logran.
Es imposible. No puedes expresar por completo, de forma auténtica, una tarea humana complicada. Al menos no de una manera tan concisa como para que siga siendo drama. Así, buscas tener ciertos detalles muy bien y permitir que otras cosas sean cortas o sugeridas”.

Es aquí donde los puristas tiemblan temiendo que se hayan tomado licencias con la historia. Hay rumores, por ejemplo, que Hunt y Lauda son presentados como acérrimos rivales, y no como los buenos compañeros de carrera que realmente fueron. Y esos momentos de drama real han sido maquillados en búsqueda de intensidad en la pantalla grande. Pero, después de todo, ¿1976 necesita algún embellecimiento? ¿No son ya sus héroes más grandes que cualquier cosa que Hollywood conjure?

Howard reafirma: él y su equipo estuvieron agudamente conscientes que mientras un espectador casual solo podría diferenciar el M23 de Hunt del 312T2 de Lauda
por sus colores, los aficionados “de hueso colorado” de la F1 se regodearían señalando hasta el error más trivial. “Los retos fueron similares a los que experimentamos con Apolo 13; lograr la autenticidad era vital, y en realidad era vital también para el valor de entretenimiento de la película. Parte de lo que queremos hacer es transportarte hacia un momento muy intenso e interesante, un momento serio. Ese es un reto similar a Apolo 13. Pero presenta también un desafío técnico: puedes entender el momento pero, ¿cómo lo recreas? Simplemente es algo que no puedes ir y filmar, porque no existe”.

La ayuda llegó de diversas fuentes, más pertinentemente de Lauda mismo, quien
se volvió mentor del actor que lo interpreta en Rush, el hispano-alemán Daniel Brühl. “Fue grandioso que Lauda pasara tiempo con Dan”, explica Howard, “así como Jim Lovell (astronauta del Apolo) lo hizo con Tom Hanks. Fue increíblemente útil, como te lo podrás imaginar. Dan, literalmente, tenía a Niki en marcación rápida en su teléfono, y cuando discutíamos algo de carreras, especialmente cosas como los momentos previos a la carrera en la parrilla –la secuencia específica de eventos y la forma de hacer las cosas de Niki– Daniel lo llamaba y le preguntaba detalles. “¿Cómo te ponías los guantes?” Cosas como esas. “¿Cuándo de ponías la balaclava?””¿El casco te lo ponías antes o después de subir al auto?”.

FM_Page_076_Image_0002

Pero también hubo exabruptos de Lauda junto a las flores: “Sí”, acepta Howard, “el más grande fue al principio, cuando vio un guión inicial. Decía: “Niki se sube al Ferrari, gira la llave y el motor ruge”. Agitó sus manos hacia arriba y dijo: “Es terrible. ¡Está todo mal! ¡Son unos idiotas!. Peter Morgan, el guionista, preguntó: ‘¿Qué pasa?’ y Niki lo fustigó: ‘¡Los autos de F1 no tienen llave! ¡Es un desastre!’ Así que Niki nos ayudó a corregir una o dos cosas…”

Trabajar cerca de Lauda le dio a Howard una mirada privilegiada a los métodos
de un triunfador no solo en la pista (tres títulos mundiales, 25 triunfos), sino que tuvo un éxito significativo en el negocio
de la aviación. La experiencia le permitió
a Howard establecer paralelos entre
autor y el objeto: “Mi método es mucho más Lauda. Nunca me he considerado un talento natural. Así que, para mí, hay un botón de encendido y apagado. Si está encendido requiere toda la concentración que tengo y todo lo que pueda conseguir para intentar superar la media. Pero James era un talento natural. No creo que algún día pueda entender completamente el tipo de confianza en tu propia naturaleza atlética, de tu propio talento en ese momento, para que simplemente lo dejes llevarte a la victoria. Pero todos los personajes interesantes son paradojas y James, obvio, era famoso por vomitar antes de cada carrera”.

Detalles notables como ese infame reflejo de Hunt fueron llevados
a Rush por Alastair Caldwell, el director del equipo de Hunt en McLaren. Caldwell fue conservado en Rush como consejero técnico y, menos formalmente, como una piedra angular para asegurarse que la atmósfera de 1976 pudiera ser recapturada. También fue vital la ayuda
de la comunidad histórica de la F1, a la que Howard le da crédito cálidamente por prestar autos y accesorios de la época, para hacer posible que se filmaran las escenas de acción por las que Rush muy probablemente será aclamada.

Pero es el drama humano de dos protagonistas contrastantes lo que Howard y Morgan (quien también colaboró en Frost/Nixon) han buscado plasmar más afanosamente: “James y Niki eran dos personajes extremadamente cautivadores, y personajes que te sorprenden en la misma forma en que te cautivan. Ambos llevaron sus vidas y sus carreras en la
pista de forma diferente en búsqueda de
la grandeza y eso es lo que los vuelve cautivadores. Y, aunque Rush funciona por la acción en la pista, también describe la forma en que buscan la grandeza. Y si hay una sorpresa en la película es lo motivador que es ver los métodos que gente increíblemente talentosa usa para tratar de llegar a esa meta”.

FM_Page_077_Image_0003

La premisa central, la búsqueda de la gloria, es lo que le da el título a la película, y Morgan lo eligió por encima de algo más obvio, como Hunt/Lauda: “Es apropiado porque una parte importante de la historia que la amplía a ser entretenimiento
más allá de una recreación histórica de una gran época en las carreras, es la forma diferentes en que la gente busca la grandeza. En este caso, además de conseguir la grandeza, está sentir esa adrenalina y emoción. Y la victoria. Es la velocidad, pero más que todo, es lo que puedes obtener con esa velocidad. El respeto que te genera. Y la emoción que puedes generar”.

Howard habla con gran pasión para un hombre que no presume de ser aficionado al deporte motor (“beisbol y basquetbol es lo mío”) y es evidente que la emoción del tema se vuelve cada vez más adictiva mientras más tiempo pase inmerso en ella. En el GP de Estados Unidos 2012 –al que no tenía programado asistir por compromisos publicitarios– de pronto sintió “remordimiento de no ir” y se convenció a sí mismo y a su equipo de prensa que era esencial asistir.

El reto, ahora, para Rush, es ser tan irresistible para los asistentes al cine como su narrativa lo fue para Ron, aunque él sostiene que la taquilla no es la única forma de medir el éxito: “Si la gente que conoce y ama este deporte respeta lo que hemos puesto en la pantalla, y la gente que no conoce el deporte se involucra con los personajes y los entiende, entonces habré hecho mi trabajo. Hemos hecho todo lo que hemos podido para crear una experiencia cinematográfica y transportar a la gente tanto emocional como visceralmente”.

Rush. Los detalles de la nueva película de Ron Howard en nuestro próximo número
Rush. Los detalles de la nueva película de Ron Howard en nuestro próximo número

Júzguenla ustedes mismos.

LOS ÉXITOS DE RON HOWARD EN HOLLYWOOD

De chico estrella a director ganador del Óscar

FM_Page_077_Image_0001

HAPPY DAYS (1974-84)
Howard no llegaba a 20 años cuando fue parte del elenco de Happy Days como el adolescente Richie Cunningham. Ya era conocido en la TV estadounidense como actor infantil, con papeles en El Fugitivo, Dr. Kildare y Lassie, así como una estancia de ocho años, desde los seis, en el Show de Andy Griffith.

GRAND THEFT AUTO (1977)
Su verdadera ambición era dirigir y, aunque aún aparecía en Happy Days, consiguió un acuerdo con el productor de películas B, Roger Corman. A cambio de sus servicios actorales en la película de 1976, Eat My Dust, Corman financió –con un presupuesto ajustado– el debut como director de Howard, una película de bajo presupuesto que coescribió con su padre, Rance Howard. La filmación duró dos semanas y la película tuvo ingresos modestos.

COCOON (1985)
Howard saltó a la escena mundial a mediados de los 80s, dirigiendo éxitos como la comedia de sirenas Splash con Tom Hanks y Darryl Hannah. Pero fue Cocoon la que demostró sus habilidades más allá de la comedia. Logró, con efectividad, convertir una trama potencialmente tonta (un grupo de ancianos que recuperan su juventud luego de entrar a una piscina donde se incubaban alienígenas) en un éxito de taquilla que ingresó más de 75 millones de dólares y ganó dos premios Óscar, a mejor actor de reparto (Don Ameche) y mejores efectos visuales.

FM_Page_077_Image_0002

BACKDRAFT (1991)
La octava película de Howard que salió a la pantalla grande le valió nominaciones al Óscar por sus efectos especiales y de sonido, pero en el contexto de su carrera es más significativa porque tiene un perfil más duro que sus filmes previos. La historia de dos hermanos bomberos, su relación disfuncional y su investigación sobre un incendiario, está llena de clichés, pero Howard saca las escenas de acción con gran solvencia. Fue un éxito con la audiencia, aunque los críticos no estaban listos para aceptar a Howard como director de peso completo.

UNA MENTE BRILLANTE (2001)
Diez años después de Backdraft, y con más éxitos en su cuenta –desde la ligera El Grinch a las más exitosas Apollo 13 y Rescate– Howard finalmente se convirtió en ganador del Óscar con su película biográfica sobre el genio esquizofrénico de las matemáticas, John Forbes Nash Jr. Aunque la película fue criticada en algunos sectores por exagerar ciertos aspectos de la vida de Nash, era lo suficientemente apegada a la realidad como para llevarse el Óscar como mejor guión adaptado, al igual que a mejor película, mejor director y mejor actriz de reparto (para Jennifer Connelly).

FROST/NIXON (2008)
Howard trabajó por primera vez con el escritor de Rush, Peter Morgan, en la historia real sobre el encuentro entre el ex presidente estadounidense en desgracia, Richard Nixon, y el ambicioso presentador de televisión, David Frost. Howard resistió la tentación de simplificar una historia compleja en una disputa del bien contra el mal; el Nixon de Frank Langella es oscilante y deshonesto, mientras que el Frost de Michael Sheen es un oportunista incisivo fuera de su liga. Irónicamente, considerando la reputación temprana de Howard como director de películas para sentirse bien, perdió el Óscar frente a ¿Quisiera ser millonario?