El hombre que perdió las piernas y se convirtió en superhombre, como nos explica Elías Pelandini, entró en la mitología como ejemplo de la capacidad humana o sobrehumana de vencer al destino
ALessandro Zanardi es un piloto italiano multicampeón en series menores, que subió a F1 con Lotus en los años 90, cuando el equipo inglés iba rumbo a la extinción. Alex emigró a Estados Unidos a correr en CART (Champ Car) donde se volvió famoso con el rebase por fuera a Bryan Herta en la curva del ‘sacacorchos’ en Laguna Seca y los títulos conseguidos dominando la serie con el Ganassi Racing en autos rojiamarillos. Inició la costumbre de las ‘donas’ después del triunfo y regresó a la F1 con Williams BMW, pero no tuvo mucho éxito por la diferencia entre autos.
Para 2001 estaba de nuevo en CART, pero en un equipo más chico, con menos visibilidad y tuvo algunos problemas para ajustarse al regreso, aunque el optimismo estaba presente y sabía que era cuestión de tiempo regresar a los podios, como me comentó en Monterrey cuando lo entrevisté. Sin embargo en la gira europea de la serie empezó a conjuntar su potencial, quizás le hacía falta el sabor de su continente.
El 15 de septiembre en la carrera en el Lausitzring lideró hasta cerca del final cuando hizo su última parada en los fosos. En su premura por regresar a pelear la punta se patinó en la pista, y Alex Tagliani lo impactó a más de 320 kilómetros por hora, llevándose toda la parte delantera del auto, incluyendo las piernas de Alex.
La pronta intervención del equipo de rescate de CART le salvó la vida y fue enviado en helicóptero al hospital donde quedó en coma y despertó días después para saber que le habían amputado ambas piernas arriba de la rodilla y probablemente nunca volvería a correr. O eso pensaban los doctores.
Alex enfrentó al destino y en vez de rendirse y dejarse caer –ya había logrado muchas cosas en su vida y nadie le iba a reclamar si se iba a casa a descansar– anunció que volvería a la pistas. No muchos le creyeron y pronto estaba en el Mundial de Turismo (WTCC) a bordo de un BMW del equipo Italia-GB con controles adaptados en el volante.
Así vino a México, donde se quedaba en un departamento dentro de la pista del autódromo de Amozoc, adaptado para evitar que tuviera que movilizarse demasiado, pero no porque lo haya pedido, sino porque se le reconocía su calidad humana y su espíritu de superación y todos querían ayudar.
Platicamos y era el mismo Alex de cuatro años atrás en Monterrey, simpático, ingenioso y muy profesional. No se quejaba y si no sabías que no tenía parte de las piernas ni cuenta te dabas. Platicaba de su familia, del gusto por la vida y de cómo iba a ganarles a sus rivales, lo cual consiguió en más de una ocasión.
Luego vendría el retorno a probar un Champ Car en el Lausitzring, para dejar atrás los fantasmas del 15 de septiembre, imponiendo de paso un récord mundial de velocidad para una persona con discapacidad de su tipo. Y BMW lo dejó probar un F1, con el cual hizo tiempos competitivos, mejores que varios en la parrilla real.
Pero la vida no es nada sin los retos y Alex empezó a pensar que si era piloto tenía que ser más veloz en su silla de ruedas también, la cual usaba en traslados largos en vez de las prótesis. Y teniendo amigos ingenieros pronto su silla era la más veloz del vecindario. Otros amigos lo animaron a competir en pruebas en sillas de ruedas y se dio cuenta que no era tan fácil, pero su espíritu competitivo despertó y pronto estaba ganando.
De eso a querer correr internacionalmente en maratones, había un mero paso y Alex ganó el maratón de Roma, al año siguiente el de Nueva York y pronto está en el equipo paralímpico italiano que disputaría los Juegos de Londres 2012. Ahí tuvo una gran actuación al conseguir tres preseas, la primera en la contrarreloj individual clase H4, y la segunda en el maratón que ganó con tiempo de 2 horas y 33 segundos.
Luego añadiría una más, de plata en la prueba de relevos con sus coequiperos italianos.Alex es un superhombre, tan fuerte como los de los comics, capaz de vencer al destino que pensó haberle quitado su profesión, su vida, su espíritu, pero no contaba con la voluntad del piloto que recuperó lo que era suyo, y más.