Al cumplir 26 años de edad, Fangio apenas tenía un puñado de carreras locales bajo su manto y no sería hasta 1938 que empezaría a correr la serie nacional de Turismo Carretera, cuando ya tenía 27 años de edad. Al cumplir 26 años de edad, Alain Prost había conseguido cinco puntos en su primera temporada de Fórmula Uno con McLaren y se preparaba para debutar con el equipo Renault en la campaña de 1981. Al cumplir 26 años de edad, Michael Schumacher ya era campeón del mundo reinante y se preparaba a obtener su segundo título mundial en 1996 manejando para la escuadra Benetton; acabaría el año con 19 triunfos en la F1 en apenas su cuarta temporada completa. Al cumplir 26 años de edad, Sebastian Vettel lideraba el campeonato mundial de F1 rumbo a su cuarto título en apenas seis campañas completas y tenía 29 victorias en la máxima categoría, pero desde julio ha acumulado otras seis y sellado el cuarto título.
Fangio, Prost, Schumacher y Vettel son los únicos tetracampeones de la máxima categoría del automovilismo, y como se puede apreciar, el mote de ‘Joven Maravilla’ no le queda grande al campeón reinante. Nunca nadie fue tan bueno, tan rápido, tan exitoso a tan temprana edad.
Pero se supone que en estos tiempos de la F1 moderna, digamos del siglo XXI, los pilotos cuentan mucho menos de lo que solían contar. Los expertos dicen que en las primeras dos décadas (1950s y 1960s) el piloto aportaba 50% de la ecuación de hacer andar rápido un auto, siendo el resto el propio auto con sus características mecánicas. Posteriormente se descubriría que la aerodinámica tenía aplicaciones interesantes para hacer más veloces a los autos y vendría un lento, pero constante, cambio en la ecuación que dejaría a los pilotos del siglo en curso como participantes con una cuarta parte del aporte total, siendo el auto otro 40%, las llantas un 15% adicional y el motor cubriendo el 20% restante, pues estos dos últimos rubros han sido emparejados mucho por las autoridades para hacer que las carreras sean más equilibradas y menos costosas. Ya no existen las guerras de llantas y los motores tienen límites artificiales en potencia y mapeos y usan un cerebro (ECU) común.
Si esta aportación de los pilotos ha disminuido en el total de la ecuación de una combinación ganadora, habría que comparar a la combinación que ha regido los cuatro últimos años de la F1 (2010-13) Vettel-Newey- Red Bull Racing-Renault-Pirelli (salvo 2010 que fue de Bridgestone todavía) con otras combinaciones similares de dominio. Con Fangio no hay comparación pues él era el que escogía a los equipos y ganó sus títulos con Alfa Romeo, Maserati, Mercedes y Ferrari. Pero entre 1962 y 1965 hubo una combinación similar, la del ‘escocés volador’ Jim Clark- Colin Chapman- Lotus-Climax-Dunlop. En esos cuatro años Clark ganó los títulos de 1963 y 1965 y perdió en la última carrera los de 1962 y 1964 –de hecho en México en 1964 fue en la última vuelta– a pesar de tener más triunfos que sus rivales. Chapman diseñó el primer monocasco de la F1 en 1962, el Lotus 25, y su sucesor, el Lotus 33, duró hasta el final de la era de los motores de litro y medio, siendo usado indistintamente ambos por el equipo oficial. Obtuvieron 19 triunfos –todos del escocés– en 40 carreras oficiales (47.5%), nada mal para un período de cuatro años y Clark sería el que rompiera el récord de triunfos de Fangio, quien lo dejó en 24 al retirarse en 1958, con 25. Pensemos que RBR en la era Vettel tiene 34 triunfos (más otros 9 de Mark Webber, coequipero de Sebastian) en 90 GPs disputados entre 2010 y 2013 (37.8% Vettel solo, 10% más con Webber).
Chapman volvió a tener otro período dorado con el Lotus 72 entre 1970 y 1974 consiguiendo títulos de pilotos y constructores en 1970 (Rindt) y 1972 (Fittipaldi) y además el de constructores adicional en 1973 (Fittipaldi y Peterson) logrando 17 triunfos en 46 carreras (37.0%) e incluso llegó a ganar con Peterson un par de carreras más en 1974 cuando ya era un modelo anticuado tecnológicamente. Otro período de dominio, entre 1984 y 1986 fue el de la combinación McLaren MP4-2 TAG- Porsche diseñado por John Barnard y manejado por Niki Lauda (campeón 1984) y Alain Prost (campeón 1985 y 1986) que usó llantas Michelin el primer año y Goodyear en los dos subsecuentes. Son 22 triunfos en 48 carreras (45.8%), seis de ellos para Lauda y el resto para Prost, pues Keke Rosberg no aportó en 1986 tras el retiro del austriaco.
Pero con la modernidad se fue haciendo cada vez más difícil que un auto sobreviviera para una segunda temporada, incluso los McLaren MP4- 2 son distintos el 2 del 2B de 1985 y del 2C de 1986, mientras que los Lotus 72 de 1970 eran todavía los mismos chasises de 1974, reforzados, no eran autos nuevos como se acostumbra ahora. McLaren tendría otra etapa de oro entre 1988 y 1991 con cuatro títulos al hilo, pero sería con un núcleo muy distinto pues aunque Ayrton Senna fue el piloto los cuatro años y ganó en 1988 con el MP4-4, en 1990 con el MP4-5B y en 1991 con el MP4-6, Alain Prost lo fue en 1989 con el MP4-5, pero el primero era un V6 turbo de 1.5 litros diseñado por Gordon Murray y Steve Nichols como el del título de Prost que era un V10 de 3.5 litros igual que el de 1990 –pero este diseñado por Murray con Neil Oatley– y para 1991 era un V12 de 3.5 litros producto de Oatley, todos ellos con motores de Honda y calzados por Goodyear. Como se ve, no había una unidad ni en diseño ni en especificaciones, pero la constante fue la dirección de Ron Dennis y la implementación de Jo Ramírez que le dieron la estabilidad a McLaren para que en ese período Senna obtuviera 27 triunfos (42.2%), más otros 11 de Prost y Gerhard Berger añadió uno en 1990- 1991 para darles un 60.9% total en 64 grandes premios disputados.
La otra era de oro sería la de Michael Schumacher-Ferrari-RoryByrne-Bridgestone con el mando técnico de Ross Brawn y la dirección de Jean Todt que entre 2000 y 2004 trajeron cinco títulos consecutivos para la Scuderia de Maranello, con autos denominados Ferrari F1-200, F2001, F2002, F2003-GA y F2004 todos con motores propios V10 de 3 litros de aspiración normal. En 85 carreras disputadas en ese lustro Schumacher ganó 48 (56.5%), más otras nueve de Rubens Barrichello para un porcentaje total de la Scuderia de 67.1%, o sea, dos de cada tres. Una unidad monolítica que se desarmó al irse Byrne y terminó por dejar a la deriva al gran equipo italiano, que ahora se reconstruye con otros líderes.
Realmente, estos son los logros contra los que pueden ser medidos los de Vettel-Newey-Red Bull Racing-Renault-Pirelli y no desmerecen ni en montos totales ni en porcentajes. Pero lo más asombroso es la parte de la ecuación que representa Vettel. El alemán es un joven que está en el primer tercio de su vida, y ya tiene más de 100 carreras disputadas y apenas tiene 26 años de edad. Si pensamos que Schumacher alcanzó su madurez como piloto a los 33 años aproximadamente, en esa campaña brutal de 2002 con 11 triunfos y la mantuvo hasta 2004 cuando ganó 13 grandes premios, asusta pensar que Vettel todavía tiene cinco años más de crecimiento como piloto pues en 2011 arribó a 11 triunfos. Una vez alcanzado el tope de crecimiento, con el acondicionamiento físico actual, es factible mantener ese pico por tres años, incluso un lustro en los atletas más grandes. Eso nos daría 10 años más de Vettel ganador… acompañado del dedo índice marcando el número 1, ese que tanto le molesta a sus detractores y que otros vemos simplemente como una expresión de triunfo, tal como lo eran los saltos de Schumacher en el podio, o la mano que habla de Alonso cuando cruza la meta en primer sitio.
La combinación que lidera Vettel –aunque algunos digan que es Newey, para mí es claro que el piloto es el que le hace dar el 100% al auto y no hay un diseñador que pueda acercarse a los tiempos que un piloto campeón puede lograr y que son los que hacen que el auto dé su máximo obligando a los cambios para mejorar materiales, puesta a punto, compuestos y teorías– ha tenido cuatro años de ensueño en todos sentidos. El alemán ha pasado de ser un niño simpático y veloz a un campeón muy agradable –para los que lo conocen, pues los que lo odian porque su nomex no es del color del de su escuadra favorita realmente no tienen objetividad para juzgar– que tiene como meta, tácita pues no lo dice, ser el mejor de la historia en todo. Eso no es de asombrar pues creció idolatrando a Schumacher, que era exactamente el prototipo del germano robot que arrasa y se apropia de todo aquello en lo que lo pongan a participar, sea fútbol, autos, cohetes espaciales, uniones políticas, etc. No en balde a Vettel le decían ‘BabySchumi’ o ‘Schubastian’, por sus características tan similares a las del heptacampeón.
Paul Kennedy bien decía en su libro del Ascenso y Caída de los Grandes Poderes, que no hay imperio eterno y la Fórmula Uno no es la excepción, aunque Bernie Ecclestone nos haga dudar a veces. En la pista, 2014 marca un cambio de reglas, de enfoque, de parámetros. Llegan autos más pequeños de motor y con tecnologías más amigables al ambiente. Hay cambios en las reglas y todos los equipos empiezan de cero. Son esos los tiempos en los que aún los dinosaurios más temibles –podríamos decir que el Red Bull es el Tiranosaurio Rex de estos tiempos– se extinguen y dan paso a otros que resultaron más adaptables a lo que la nueva era trajo. No sabemos si Red Bull seguirá dominando los confines del mundo motor o regresará a sus tiempos del Jaguar que rondaba las selvas de asfalto evitando a depredadores mayores como el potro de Maranello, el kiwi de Woking y el rombo de Viry-Chatillon.
Pero el presente es ahora y en el presente hay un tetracampeón, Sebastian Vettel con 116 carreras, 35 triunfos, 42 PPs, 21 VRs, 58 podios y victorias en cada una de sus seis campañas completas incluyendo 4 títulos. Por donde quiera que se le vea, uno de los grandes campeones de la historia, logrado enfrentando oposición mayor de hasta otros cinco campeones en la pista –punto que siempre se le toma en contra a Schumacher porque no tenía mucha oposición externa en sus años de gloria– y batiéndolos a todos. Pero quizás el dato más indicativo es uno que generalmente se ignora: Vettel obtuvo la única victoria y podio de Scuderia Toro Rosso (antes Minardi) en 487 carreras hasta la fecha (345 como Minardi) desde su fundación como equipo de F1 en Faenza en 1985 (había sido equipo de F2 entre 1980 y 1984) … y lo hizo a los 21 años de edad. Es el único que ha podido vencer la inercia de décadas de medianía. Eso es quizás tan impresionante como los cuatro títulos… y lo que falta.