El sexto tricampeón de la historia es también el más joven y el único en lograrlo consecutivamente, por lo que nuestro economista en jefe CAJAL nos hace un recuento de su breve historia en la F1 y lo que le espera en el futuro.

Ha sido una campaña larga y sin definición hasta dos vueltas antes del final de la última carrera, cuando el auto de seguridad salió a la pista y finalmente supimos que Jenson Button ganaría el Gran Premio de Brasil y aunque Fernando Alonso terminaba segundo –con colaboración del escudero Felipe Massa– Sebastian Vettel estaba sexto y con eso tenía los puntos suficientes para coronarse por tres de ventaja sobre el asturiano de Ferrari.

Es el tercer título al hilo para el joven germano, quien a los 25 años de edad ya es tricampeón. Habría que recordar que en 1972, a sus 25 años, Emerson Fittipaldi se había convertido en el campeón mundial de F1 más joven de la historia, hasta entonces. Ahora, 40 años después, a la misma edad Vettel le triplica en títulos, aunque también tiene muchas carreras más que el brasileño a la misma edad.

Pero lo que no tiene Vettel, quizás por su juventud, es el reconocimiento de los medios –que se traslada inevitablemente al gran público– para lo que ha conseguido en su corta edad. Es más, hasta el propio Fernando Alonso minusvalúa a su ahora victimario –quien lo ha rebasado en la carrera por ser el tricampeón más joven- y decía durante toda la temporada que enfrentaba a un auto diseñado por Adrian Newey, como si eso fuera la bala de plata mágica que mata a los rivales.

Vettel es, y que no les quede duda, el piloto más talentoso de la nueva generación que corre actualmente. Es un piloto súper dotado que ha gozado de la fortuna de tener a un diseñador/genio de cabecera, tal como lo fuera Colin Chapman para Jim Clark o Patrick Head para Alan Jones. Son ese tipo de combinaciones que se dan pocas veces en la historia, pero que elevan la barra a nuevas alturas en calidad y desempeño.

Vettel es una parte de la ecuación tan importante como Newey en Red Bull Racing y recordemos que con todo su palmarés y títulos, Adrian no había conseguido ganar con la escuadra austriaca –por vía de Milton Keynes, GB– hasta que llegó el joven germano a su escuadra hermana Scuderia Toro Rosso y venció en Monza con el STR3, que era la versión ensamblada en Faenza del RB4 diseñado por Newey en Inglaterra.


Eso es una verdadera hazaña, ganar con Toro Rosso que tenía 49 carreras disputadas desde su cambio de nombre en 2006 y 345 más en su anterior encarnación como Minardi desde 1985 en la máxima categoría. Y la escuadra italiana no ha vuelto a ganar desde que Vettel se fue en 2009 a la hermana mayor Red Bull Racing. Pero el que sí ha seguido ganando es Vettel, quien lleva ya otros 25 triunfos con RBR en los autos diseñados por Adrian Newey y no ha sido menos que subcampeón mundial en los cuatro años que estuvo comandado por Christian Horner.

Su tan apreciado coequipero en RBR, el australiano Mark Webber, tuvo palabras despectivas para Vettel cuando chocaron tras el auto insignia en el lluvioso Gran Premio de Japón en 2007, calificándolo de “niño”. En cuanto fueron coequiperos en RBR, Mark, quien nunca había sido vencido por un coequipero, no ha visto la suya y fue batido cuatro años al hilo, por lo que se ha resignado a ser el escudero de Vettel, aunque no lo demuestre en la pista. Y se ha tragado sus palabras sobre el “niño” en cuatro campañas consecutivas.

Quizás lo más impresionante de todo sea que por su edad, el teutón tiene oportunidad de ir por todos los récords de la Fórmula Uno, mismos que hoy parecen inalcanzables. Supongamos que tenga, como Schumacher, otros 15 años de carrera pendientes y se retire a los 40 cumplidos.

En cinco años en la F1 lleva 26 triunfos, por lo que en el triple de eso podría tener otros 75 –haciendo una extrapolación sencilla– con lo cual llegaría a 101 triunfos, 10 más que el récord actual de Michael Schumacher, quien dijo adiós el mismo día que Vettel se volvió tricampeón.

Claro que eso supondría mantener el nivel de excelencia, tener una carrera longeva y competir con un equipo de primera línea, todos los cuales son complicados en conjunto. Pero existe la posibilidad real de ir por los récords, lo cual en el caso de cualquier otro piloto corriendo en la actualidad es casi un imposible.

Pero su récord de victorias es bastante respetable; aunque el original lo estableció Juan Manuel Fangio al retirarse en 1958 con 24 triunfos, que Jim Clark rompió en 1967 con 25 y luego Jackie Stewart elevó a 27 en 1973, antes de que lo rompiera Alain Prost, quien lo dejó en 51 al irse en 1993 y luego vino Schumacher para llevarlo a 91 en 2006, pues ya no añadió más triunfos en su etapa 2010-2012 con Mercedes GP.


Vettel ya está solamente 26 abajo de Stewart, Mansell, Senna, Prost y Schumacher. Nada mal para un muchacho de 25 años. Incluso si no volviera a ganar nunca más, ya estaría en el panteón de los grandes pilotos de la historia.

Tampoco hay que olvidar que Vettel está creciendo como piloto todavía, es un piloto con cinco temporadas completas en F1 y otras ocho carreras en 2007. No ha alcanzado esa madurez que implica perder un poco de la velocidad máxima que tiene un buen componente de inconsistencia, para cambiarlo por un ritmo constante de alto nivel que dura el 100% de la carrera.

Pero con las reglas actuales que han obligado a los pilotos a dominar un gran premio de 300 kilómetros y no tres sprints de 100 kilómetros como se habían acostumbrado en la etapa de recargas de combustible a discreción de la estrategia de cada equipo, la velocidad punta sigue importando para calificar, pero el ritmo constante se ha vuelto mucho más necesario en la carrera.

Vettel todavía no es tan bueno para mantener ese ritmo que alguien como Prost volvió un ejercicio de excelencia, pero va llegando y cada vez son menos los valles y colinas en su desempeño, sin perder esa velocidad natural que lo define. Sebastian ha logrado 35 Posiciones de Privilegio (PPs) en las 75 carreras disputadas con RBR, para un 46.7%, mayor que el de cualquier otro piloto en ese mismo período 2009-2012.

Pero claro, la prensa nacionalista de varios países insiste en que hay pilotos más rápidos que él en calificación, lo cual es la gran falacia que no puede mantenerse comparando sus números contra los de sus rivales.

No hay piloto más rápido en la F1 que Sebastian Vettel, ni en calificación ni en carrera –contando esta última por victorias no por Vueltas Rápidas (VRs) que se vuelven irrelevantes cuando el líder y dominador de una carrera administra su ventaja hacia el final y permite que otros sean los que se apunten la VR a fin de llevarse alguna medallita a casa- punto. Cualquier otra conclusión es una manipulación de la realidad, los números no mienten.


Fuera de eso, es un placer ver a un joven que disfruta las carreras, es extrovertido y un digno embajador del deporte. Un tipo siempre dispuesto a dar la entrevista, no hastiado de la prensa. Sabe que es el representante máximo del automovilismo en el mundo y se comporta –generalmente–a la altura.

Habría que detallar que a veces es un poco mal hablado, pero así son cada vez con más frecuencia los jóvenes. Además tiene la mala suerte de practicar su inglés hablando con sus mecánicos –no exactamente el grupo más refinado en lenguaje– ingleses.

En cierta forma hasta le da un encanto travieso que a las fanáticas les gusta y que permite no catalogarlo como el típico piloto que ha sido aleccionado hasta la saciedad en relaciones públicas y da las mismas respuestas corporativamente robóticas en cualquier entrevista. Sebastian se permite bromear, muestra su lado humano y por si fuera poco maneja mejor que todos los de su generación.

Como colofón, el alemán comparte también la gloria de ser tricampeón con Stewart, Senna, Jack Brabham, Niki Lauda y Nelson Piquet, pero es el primero en lograrlo consecutivamente –aunque los puristas dirán que Fangio y Schumacher también lo hicieron, pero ellos no se quedaron en tres así que no cuentan como tricampeones– y 2013 pinta muy bien para seguir en la cima. ¿Por qué? Pues porque es el último año de reglas similares en la Fórmula Uno, y sin cambios, generalmente el dominio se mantiene.

El auto más ganador en 2012 fue el RB8 por lo que el RB9 no debe ser muy diferente ni cambiará radicalmente sus parámetros principales, por lo que tampoco deben hacerlo sus resultados.

Entonces, con un escudero a modo, un auto ganador como debe ser el RB9, y su talento natural, es muy probable que Vettel ligue su cuarto título, quizás con una actuación dominante similar a la de 2011, no tan apretada como las de 2010 o 2012. Ya lo leeremos en diciembre de 2013 en estas mismas páginas, pero el potencial está ahí y es obvio cuando se estudian un poco los números.

No le crean a esos que insisten en subvaluarlo; es el mejor por mucho, que no les quede duda. Incluso podría llegar a ser el mejor de la historia si mantiene su ritmo actual dentro y fuera de las pistas. Ese es Vettel.