Fernando Alonso decidió correr la Indy 500 del GP de Mónaco este año, y para ello se preparó con Mario Andetti, campeón mundial de F1 1978 y ganador de las 500 Millas de Indianápolis en 1969, para debutar en óvalos con Andretti Autosport.
Como era de esperarse Alonso cumplió con su tarea: estudió material de cámaras de cabina y pasó mucho tiempo en el simulador de Honda Racing Development antes de correr en la pista, lo que le permitió calificar quinto y liderar la carrera varias vueltas. Pero claro, Alonso es un piloto excepcional y muchos piensan que con o sin simulador hubiera tenido un buen resultado.
En el otro extremo del espectro está Lando Norris, debutante en F3 Europea. A Norris no le ha faltado tiempo en un asiento. Ha probado autos de F3 desde 2015 y ganó carreras en la F3 británica en 2016. Incluso en el Hungaroring, donde se esperaba que el equipo Prema quedara en la punta, Norris encabezó el primer día de pruebas, aseguró la victoria desde la PP y remató con la VR.
Luego ganó otras dos de sus primeras 15 carreras, marcó siete podios más y está en la pelea por el título al cumplirse media campaña.
¿Su truco? Un Pro-Sim, simulador personalizado casero que puede modelar cualquier auto, en cualquier pista, en cualquier momento, lo que hace que la mejora del piloto sea más accesible que nunca. Es una idea del ex piloto de GP2, Adrian Quaife-Hobbs, quien lanzó su compañía y está cambiando las reglas de entrenamiento para los pilotos jóvenes.
En su búsqueda por el nivel máximo de relevancia, Quaife-Hobbs escribió el código él mismo y basó cada modelo de auto en su experiencia directa. Norris dijo: “Adrian fija datos para mí que tengo que intentar vencer. Siempre es muy rápido en el simulador y una referencia buena, así que definitivamente ayuda que no conduzcas contra ti mismo todo el tiempo. Obviamente, como él también es piloto, puede describir una sensación similar a la que tiene otro piloto. Si digo algo, él entiende”.
Adrian también colaboró con Charlie Robertson para crear el Ginetta LMP3 cuando el escocés se embarcó en su única temporada en la ELMS 2015: “Hicimos el modelo del auto entre los dos. En esos tiempos la P3 era bastante nueva y no había muchos datos. Es una gran herramienta y es mucho más barato que tiempo real en la pista”. Robertson ganó el título con Chris Hoy.
Quaife Hobbs admite que la tecnología disponible hoy en día le habría ayudado mucho en su carrera, pero está contento con que pilotos como Norris y Robertson puedan evitar los obstáculos que él enfrentó: “Gané el campeonato en mi primera temporada en autos T en 2005, después manejé exactamente de la misma manera en Fórmula BMW y acabé décimo. En esa situación es fácil frustrarse y terminar atrapado en un ciclo de exigirte demasiado. Toma mucho más tiempo cuando intentas averiguarlo por ti mismo, pero ahora toda la información está ahí y sabes qué necesitas para lograrlo, sólo tienes que hacerlo”.
Lo más revolucionario es que un simulador cuesta aproximadamente lo que un día de prácticas en una pista profesional y si llueve no es un día perdido. El deporte motor seguirá siendo caro pero el costo de entrada se abarató con la tecnología, pues del Xbox, Playstation o Nintendo, con un asiento, volante y pedales al Pro-Sim, no hay un gran salto.