El Vuhl 05 es otro entrante al mercado creciente de autos de día de pista. Si quieres gastar dinero de nivel súper auto en un auto así, están el Radical RXC500 y el BAC Mono, pero hay autos más baratos como el Zenos E10, el Ariel Atom y el elenco renovado de Caterham Seven, opciones más sensibles en precio. El Vuhl se asienta en medio de ese grupo de autos extremos.

No hay tina de fibra de carbono ni motor multicilindro turbocargado monstruosamente potente, por lo que los productores del auto mexicano pueden pedir la nada loca cifra de 90,000 USD por él. Lo que hay es una carrocería bonita, una tina de aluminio y un motor Ford Ecoboost de 2.0 litros que produce 285 caballos y 310 lb/pie. La caja es manual de seis velocidades, también Ford, y el auto pesa apenas arriba de 700kg con fluidos. El Vuhl se ve contundente, y la calidad de su ejecución es una sorpresa para los acostumbrados al acabado dudoso de máquinas para pista de otras marcas. La instrumentación es provista por una pantalla digital monocromática y hay un arreglo central esbelto de botones e interruptores para las funciones esenciales.

Los asientos también esbeltos ofrecen una comodidad decente y soporte en una cabina en la que el piloto promedio no tendrá problema para encontrar una buena posición de manejo. Con 1.90 de estatura, tuve algunos problemas con el espacio para mis piernas, y golpeé mi casco muy fácilmente contra las barras antivuelco; hubiera agradecido una caja de pedales un poco más grande, pero esos son detalles relativos que los creadores del Vuhl ya atendieron para sus primeros clientes.

La primera impresión es de una civilidad inesperada y facilidad de operación. El pedal del embrague es ligero y progresivo y la dirección no asistida tiene peso moderado. Generar velocidad rápido te hace desear una mejor protección contra el viento, pues el deflector hace un trabajo apenas promedio arriba de 80 kph. Con el casco puesto, es tolerable. El Vuhl es inesperadamente amigable y accesible para el manejo, además de predeciblemente rápido. Los creadores del auto, Iker y Guillermo Echeverría, trabajan en una fábrica en la Ciudad de México, donde las calles son muy accidentadas. Como resultado, el Vuhl tiene 110 mm de altura sobre el suelo –mucho para un auto de pista– lo que influencia su paseo y manejo. Sin embargo, también cuentan sus dimensiones. Su distancia entre ejes es tan corta como la del Lotus Elise, pero su huella es tan ancha como la del Porsche 911 Turbo.

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La compañía ofrece el auto en especificaciones “calle” y “carrera”; nuestro prototipo era de carrera, por lo que su motor succiona aire a través de un filtro apenas a centímetros de la oreja del piloto. De esta forma, el sistema de inducción tiene un mejor suministro, aunque se sacrifica el encanto auditivo del motor. La buena noticia es que el motor tiene una buena respuesta del acelerador una vez que el cigüeñal gira arriba de 3,000 rpm. Revoluciona libre hasta el doble de eso y hace que el auto se sienta tan rápido como un superauto deportivo que cuesta el doble. También tiene el torque de rango medio para lograr un progreso terso en la carretera.

El chasis, también posibilita disfrutar al Vuhl lo mismo moderadamente que a un ritmo desenfrenado. Los niveles de adherencia son considerables y la respuesta de la dirección es nítida, pero ninguno vuelve hiperactivo o hiperresponsivo su manejo. Una dirección nítida y positiva, pero con un ritmo sensible, permite vueltas precisas y telegrafía hermosamente la carga en las curvas. Hay algo de rólido con que lidiar, más, probablemente, de lo que esperarías, pero nunca tanto como para llevar el auto hacia un sobreviraje provocado. Tiene compostura también, suficiente para lidiar con un bache o bordo sin notarlo realmente, lo que lo vuelve un auto de calle genuinamente práctico.

No apostarías que un par de hermanos en la Ciudad de México crearían algo tan dinámicamente sofisticado al primer intento, pero esto es lo que ha ocurrido. El Vuhl 05 es un auto de una madurez inesperada. No es perfecto, sin embargo. Una cabina un poco espaciosa se agradecería. También lo sería un motor que realmente suene como un motor. Sin embargo es un buen comienzo y un punto de partida prometedor para las versiones con más agarre y potencia que vendrán.

MATT SAUNDERS