Hoy se cumplen 53 años de la entrada de Pedro Rodríguez al terreno de la leyenda, con sus actuaciones memorables en la lluvia, en la nieve, en pistas rápidas, en óvalos, en ruta o fuera de ella, y en todo tipo de monturas, incluyendo hasta caballos, pues pocos saben que era un charro consumado y montaba desde muy chico, con su hermano Ricardo, todavía más pequeño, cuando su familia vivía enfrente de Chapultepec, afición que conservó toda la vida. Domaba desde un caballo hasta cientos de ellos en los motores más potentes de la época sobre autos de Fórmula Uno y F2, Prototipos, Auto Sport, Grupo 7, Stock, Gran Turismo, Turismos e incluso autos de Rally, pues era uno de los más versátiles de la historia, y solía decir que un fin de semana sin carreras era un fin de semana desperdiciado.

Pedro, en 1970, con su uniforme de BRM (Foto Archivo Scuderia)

Pero correr más de 40 fines de semana al año, multiplicaba las posibilidades de un accidente en esos tiempos en que el deporte motor era mortal y la parrilla perdía hasta un 30% de sus miembros en un año malo. Y Pedro encontró a su creador un 11 de julio de 1971 en el “Mónaco alemán”, el Norisring en la antigua capital del Sacro Imperio Romano, liderando desde el principio la última carrera de su vida terrenal, hasta que su montura falló y perdió una masa llevándolo al impacto contra el puente que hoy en día, gracias a los esfuerzos del ayuntamiento de Nuremberg, del Motorsport Club local y de la Scuderia Rodríguez fundada por él y su hermano Ricardo a finales de 1959, en la que luego tendrían cabida sus hermanos Alejandro y Sergio, quienes aportarían más triunfos a su nombre.

Patilla y pelo largo como acostumbraba el canon de la época. Foto Archvio Scuderia)

Pedro el Grande, hermano de Ricardo Corazón de León, y no hablamos de monarcas territoriales sino de la pareja de pilotos que puso a México en el mapa internacional con su valentía, arrojo, velocidad y técnica cuando eran apenas unos adolescentes, algo poco común en el siglo XX. Los Rodríguez, siempre adelantados a su tiempo, mostrando a la vez que un mexicano, o dos en este caso, puede ser el mejor del mundo en su disciplina elegida. Los recordamos a ambos con una galería del Archivo Scuderia, a quienes agradecemos el préstamo de las imágenes, y a Carlos Jalife, su biógrafo, este pequeño recuerdo de uno de ellos que, como dice él: «Son los héroes que nos dieron pista».. Así es…

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