El Senna es un hiperauto biplaza de motor central que promete prestaciones de infarto, está diseñado para un uso intensivo en pista, pero obviamente también puede circular en la calle. Es como la mezcla perfecta y muy exótica entre el 720S y el mítico P1, ya que toma elementos de uno y otro, y a pesar de ser tan similar, McLaren consigue darle una personalidad única e irrepetible. Es más que obvio decir que su nombre rinde tributo a la leyenda de F1, Ayrton Senna, que entre otros, corrió con monoplazas de McLaren.

El motor que da vida a esta maravilla es un V8 de 4.0 litros, sobrealimentado por dos turbocompresores (de origen Mitsubishi) y va colocado en posición central trasera. Entrega 800 caballos de potencia máxima, 590 libras/pie de torque y mueve las ruedas traseras. Tiene lubricación por cárter seco y cigüeñal plano (como el Shelby GT350, toda  proporción guardada). La toma de admisión está ubicada en el techo, mientras que el sistema de escape está fabricado de titanio e inconel, una aleación de níquel y cromo. La transmisión es de embrague doble (DCT), tiene siete velocidades y se puede manejar de forma manual con unas paletas tras el volante, que según McLaren “están optimizadas para ser usadas con o sin guantes de competición”. Se pueden elegir cuatro modos de conducción: Comfort, Sport, Track y Race, éste último activado desde un botón independiente.

Por potencia y tamaño, un par de rivales más o menos cercanos al Senna serían el Lamborghini Aventador S y el Ferrari 812 Superfast. El “problema” es que el primero es un coche mucho menos radical que el McLaren, mientras que el Cavallino tiene el motor al frente y una orientación de Gran Turismo, no tanto un monstruo de pista. Por su parte, el chasis es de tipo monocasco, y es una evolución del que McLaren emplea en el 720S, “el monocasco más fuerte jamás construido por McLaren para un vehículo legal”.

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