El auto que modernizó los métodos de construcción de los F1 y posicionó al piloto de forma moderna

En 1962 Lotus debutó el revolucionario 25 con un chasis monocasco similar al de un avión de combate, con mayor resistencia y rigidez y menor peso total. El diseño de Colin Chapman –cuyos primeros esbozos fueron sobre una servilleta mientras comía con Frank Costin– cambió para siempre la Fórmula Uno. Aunque el primer auto monocasco data
 de 1911, el 25 fue el primero en 
ser utilizado en la F1 y Chapman comentó: ”El 25 fue el primer monocasco, en lo que a mí concierne nunca había visto uno antes y no sabía si funcionaría”.

Para sus clientes fue el Lotus 24 tubular, y experimentó con el 25 para el equipo oficial. Chapman usó los lados del monocasco para poner los tanques de combustible y lograr una distribución mejor del peso, mientras la sección central incluyendo la cabina del piloto, era el
elemento estructural
 del cual se anclaba 
todo lo demás, incluso
 el motor, algo inédito 
y que mejoraría con 
el Lotus 49 en el cual
 el motor era ya parte 
del elemento estructural. La rigidez estructural y torsional del monocasco duplicó el del marco tubular del
 24, hasta casi una tonelada por pie cuadrado, permitiendo geometrías de suspensión insospechadas. Pero su genialidad también incluía la posición reclinada del piloto para minimizar 
la nariz del vehículo y ayudar a la aerodinámica, como en los aviones, 
y los volantes nunca más volverían a manejar sentados.

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Su genialidad también incluía la posición reclinada del piloto para minimizar la nariz del vehículo y ayudar a la aerodinámica.

El cambio sólo fue aparente cuando el Lotus 25 llegó a la pista. En su primer año estuvo a 20 giros del título pues Clark lideraba por medio minuto en la novena y última fecha, en Sudáfrica, cuando un tornillo zafado causó la pérdida del aceite que lo marginó otorgando la corona a Graham Hill, de BRM. El problema real en 1962 resultó ser la confiabilidad, pues en varias ocasiones sufrieron retiros, pero eso no impidió que se llevaran tres victorias, seis PPs y cinco VRs con el subtítulo de Clark.

Para 1963, el 25 seguía siendo un auto tecnológicamente superior al resto por lo que no fue sorpresa que, una vez resuelta la confiabilidad, dominara y Clark obtuviera el primer campeonato para Lotus al ganar siete de los 10 grandes premios programados añadiendo otras siete PPs y seis VRs para el palmarés. Clark, además quedó segundo en un GP y tercero en otro y solamente quedó fuera de los puntos en Mónaco. Ganó cuatro carreras con el mismo juego de llantas, las R6 de Dunlop, como testimonio de su manejo neutral. El punto flaco es que nunca logró obtener un 1-2 en carrera, situación atípica para tal dominio.

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En 1964 y 1965, los competidores se acercaban 
a Lotus y Chapman introdujo la evolución del 25:
 el también ganador Lotus 33. Clark perdió el título
 en la última vuelta del GP de México, cierre de la campaña 1964, por una fuga de aceite, pero ganó indiscutiblemente el de 1965 con seis triunfos al hilo –no corrió Mónaco por estar en Indy ganando las 500 Millas– y el Lotus 25, que obtuvo tres victorias en seis GPs en 1964, se despidió en el GP francés de 1965 con la PP y el triunfo en su cuarto año de vida.