Ahora que se retiran cuatro pilotos de F1 que ganaron cuando menos nueve GPs cada uno, nos quedamos pensando qué tan buena es la generación del siglo XXI y nuestro editor encontró que en esta era tenemos multiplicidad de carreras, con siete que serían campeones (Nico no era todavía, pero al final lo fue), especialmente entre 2010 y 2012, lo cual da idea de la competitividad de las batallas del periodo; eso nos da la base para pensar que esta generación, propulsada por sus siete magníficos, podría ser la más grande de la historia.
PARAMETRO
La idea es que para que un piloto sea miembro de una generación que está dividida en décadas tiene que haber corrido la mayoría de sus carreras en esa década. Por ejemplo: Mika Hakkinen podría ser miembro de la generación de los 90 o de la de los años 2000, pues en la primera corrió en ocho campañas con 128 carreras, pero en los 2000 corrió en dos temporadas con 33 carreras. Entonces, para términos prácticos, es de la de los 90, la cual además fue su etapa más productiva estadísticamente, aunque tenga seis triunfos en este siglo.
Los mejores pilotos son los campeones, generalmente, y los que más triunfos obtienen, lo cual nos da una población muy apretada, con 33 campeones y ninguna década con más de siete distintos. Entrando al siglo XXI, que consta de 17 campañas (2000-2016), hasta que podamos dividir los 2000 y los 2010, tenemos que hay siete campeones en 310 grandes premios y aparte hay otros 14 ganadores de GPs en ese periodo, lo cual nos deja una población de 21 pilotos. Y de ésos, dos terceras partes han ganado al menos cinco GPs, que sería un segundo filtro para separarlos. Entonces tenemos 21 pilotos, de los cuales siete han ganado, siete fueron ganadores consistentes y los otros siete son los que dan título a este artículo.
Michael “El Kaiser” Schumacher
El mayor ganador de todos los tiempos es también el mayor ganador del Siglo XXI, con 56 triunfos en 180 GPs, para un promedio de casi uno de cada tres GPs en lo más alto del podio –el cual sería como 12 puntos mejor si no contáramos los tres años de su retorno cuando ya tenía 40 años, que no aportaron más triunfos–, es también el mayor ganador de títulos en este siglo, con cinco.
Con Schumacher en 2011 y 2012 tuvimos seis campeones en la parrilla y Nico Rosberg, un séptimo futuro. Sus años de esplendor son los primeros cinco del siglo, cuando era virtualmente intocable en condiciones de carrera, ganaba cuando hacía menos paradas y cuando hacía más paradas que sus rivales, teniendo que conservar las llantas o que poner vueltas de calificación consecutivas durante media carrera para sacar la brecha que le permitiría la parada extra. Un piloto completo en la pista, con una visión táctica especial, nunca rehuía el combate auto a auto con sus rivales y sabedor de la necesidad de tener un equipo afuera del auto tan bueno como él para lograr sus metas.
Además fue el que fijó el estándar de acondicionamiento para los pilotos –nadie lo batió por cansancio, ni sus rivales ni su propio cuerpo– y llevó al extremo germánico la teoría Senna de “te pongo el auto donde tú decides si chocamos o te rebaso”, por lo cual algunas veces padeció penalizaciones muy publicitadas. Si una computadora diseñara un campeón con propiedades tangibles –nada de “inspiración”, “ayuda divina” o “magia”– sería muy parecido al teutón heptamonarca, por eso sus registros estadísticos son tan brutalmente aplastantes como lo parecen al leerlos por primera vez; realmente en estadísticas es un piloto más grande que la realidad, simplemente con pensar que Senna y Prost juntos tienen una victoria más que él, es increíble.
Con el tiempo se recuerdan más sus aciertos que sus errores y pareciera que el único error grande fue salir a esquiar ese 29 de diciembre de 2013…
Sebastian “El Bebé” VETTEL
Otro germano, ganador de los títulos consecutivos de 2010 a 2013, este piloto es una especie de Schumacher, más precoz todavía que el heptacampeón, al cual, obviamente, creció idolatrando en su natal Alemania. El joven era un talento en formación de BMW, que fue robado por RBR para su programa juvenil tras marcar puntos en su debut en F1 como reemplazo de Robert Kubica en el equipo Sauber-BMW en 2007. Logró lo que parecía imposible: ganar con un Toro Rosso (heredero de la escuadra Minardi, perenne cólera de F1) y eso le valió subir al equipo grande, RBR, donde a partir de 2009 mostró su talento disciplinado para acoplarse al auto que diseñó el genio Adrian Newey y llevarlo a cuatro títulos al hilo.
Tras una campaña mala en 2014, cuando cambiaron las reglas y el motor Renault fue pésimo, como Schumacher antes que él, Vettel y su cara de bebé fueron a Ferrari para intentar lo que Fernando Alonso no había logrado: reverdecer los laureles de la escudería de Maranello y devolverla a la cima de la F1. En 2015 logró batir a los Mercedes omnipotentes en tres ocasiones, pero en 2016, por fallas estratégicas, no pudo ganar cuando menos dos veces y su frustración empezó a crecer hasta hacerse pública, un poco como la de Alonso en su año final con los rojos. Vettel es un talento brutal que no tiene un auto a su altura, pero parece haber perdido la capacidad de adaptación que lo hizo un material maleable para las ideas de Newey y sus diseños que requerían un manejo adaptable. Ahora parece ser que con cuatro títulos encima el auto es el que debería adaptarse a él y cuando no lo hace empieza la verbalización, de la cual luego se arrepiente y que resulta muy peligrosa en un equipo sin sentido del humor cuando falla, como lo han experimentado tanto Prost como Alonso.
Pero recordemos que a Schumacher le llevó cinco campañas darle la vuelta a Ferrari y Vettel apenas entrará en su tercera, por lo que todavía hay tiempo para emular al gran Kaiser.
Más bien buscar superarlo, porque esa es la meta…
Lewis “EL Rapero” HAMILTON
A veces la suma de las piezas no es tan buena como cada una de ellas individualmente. Es como la Vuelta Rápida ideal que se logra sacando los mejores tiempos de los tres sectores de una pista. El problema es poner los tres tiempos en la misma vuelta.
Lewis es un piloto con talento natural, ciertamente no heredado. Detectado por Ron Dennis a temprana edad, fue subido a McLaren en F1 para ser escudero de Fernando Alonso. Bueno, ese era el plan, pero no funcionó, más bien salió respondón y peleó tanto con el español en la campaña que perdieron el título en un cierre espectacular. Lewis, ya sin Alonso en el equipo, ganaría el título en 2008 y luego vería a otro campeón, Jenson Button, llegar como coequipero en 2010. Jenson lo batió en uno de los tres años que pasaron juntos y perdió los otros dos por muy poco, batiéndolo en puntos totales. Primera prueba de que en el corto plazo es derrotable.
Luego emigraría a Mercedes, algo que todos pensaban sería un error, pero tras un año de adaptación, especialmente en reformar su estilo de correr tres sprints de 100 kilómetros en lugar de una carrera de 300 como debe ser, con el cambio de reglas de 2014 llegó el dominio brutal en 2014 y 2015 con dos títulos. Cuando preveíamos más de lo mismo, nuevamente fue derrotado por un rival menos talentoso, pero más enjundioso y concentrado en 2016.
No fueron sólo las fallas del equipo o el esfuerzo sobrehumano de su coequipero los que le ganaron, pues Lewis también aportó con sus distracciones. Ahora, el niño cuya obsesión por los autos no lo dejaba ver otra cosa, descubrió que hay vida fuera de la F1 y esa vida lo distrae. Es, sin duda, el campeón de F1 que menos lo parece, pero también lleva 53 triunfos en el siglo y pronto podría ser el mayor ganador de esta generación.
Falta ver si la F1 le seguirá atrayendo cuando las derrotas sean más que las victorias y los autos no sean tan dominantes, porque ahí es donde los campeones se muestran…
Fernando “El Matador” Alonso
De todos los campeones del siglo XXI, muchos consideran al español como el mejor, pues fue el que destronó a Schumacher y retuvo el título el año siguiente, mandando al alemán al retiro inicial en 2006. Pero lo que indudablemente sí tiene es la peor suerte del mundo.
En 2007 no logró el título al cambiarse a McLaren, por la renuencia del equipo inglés de alinear al equipo en apoyo de su lucha. Regresó a un Renault muy inferior al de antes y cuando emigró perdió un título más en 2010, por una decisión táctica errónea desde los fosos. Los que debieron ser sus años de gloria con la Scuderia Ferrari fueron volviéndose una relación acrimoniosa y malavenida que se desgastó y se rompió. Fernando se fue de Ferrari a McLaren, pero la promisoria alianza McLaren-Honda fue flor de un día y le endilgó otros dos años perdidos en peleas por algunos puntitos, una miseria para un campeón que debía estar peleando por más coronas, no buscando cómo entretenerse, mientras su auto falla y sigue dejándolo tirado en todas las pistas.
Probablemente ya no sea el más rápido, pero es extremadamente veloz y con el auto adecuado puede pelear con cualquiera. Tiene un sentido de la estrategia en carrera y en la temporada muy desarrollado, por lo cual al fin debería imponerse a sus coequipero si no hay factores exógenos que interfieran.
Probablemente el único defecto de Alonso, contra el cual no puede hacer nada, es su edad. Los años no pasan en balde y aunque su nivel de acondicionamiento es superior, siempre el cuerpo tarda menos en recuperarse cuando se tienen 21 que cuando se cargan 36 a cuestas, tal como lo mostró su choque del GP de Australia en 2016, que le impidió correr la fecha siguiente, mientras se recuperaba.
“Mi reino por un caballo” clamaba Ricardo III en el siglo XV y Fernando de Asturias bien podría parafrasearlo en este siglo, pues no hay montura que haya estado a la altura de su talento en la década pasada. 2017 es su última oportunidad de tenerla…
Nico “EL Bonito” ROSBERG
El segundo hijo de un campeón que se corona (el otro es Damon, hijo de Graham Hill), Nico estuvo cerca de no igualar a su padre tras ser batido decisivamente en las campañas previas por Lewis Hamilton, su amigo de infancia.
Nico tiene un estilo muy distinto al extrovertido, dentro y fuera de la pista, de su padre Keke, el campeón de 1982. Mientras el finlandés prefería el subviraje masivo y domar al auto a base de volantazos, también entendía que para educar a su hijo alemán como piloto era necesario enseñarle a conducir de forma limpia, fina y sin perder tiempo patinando las llantas, según la famosa escuela de “haz lo que digo, no lo que hago”.
Nico aprendió bien y se volvió un volante fino, tanto como sus facciones, que le ganaron el apodo de “Britney” (por Spears) entre sus rivales. Con apoyo paterno fue creciendo hasta coronarse campeón en las series que forman la escalera de la F1 y llegó a ella en 2006, como primer campeón de GP2.
Su velocidad nunca se cuestionó, pero sí su hambre, su docilidad (o decencia) para dejarse rebasar cuando le ganaban la posición, sin los cerrones usuales de los pilotos que creen que es su derecho divino ir adelante y que se atenta contra su hombría cuando se les quiere pasar. Tras su estancia en Williams dominó a placer al retornado Schumacher cuarentón y luego enfrentó a su antiguo coequipero, Lewis, desde 2013 y encontró su realidad.
Sin poder superar al inglés, Nico simplemente planeó ganar carrera a carrera, aprovechar todos los resquicios que dejó el británico por distracciones, fallas o mala suerte. Se repuso de la primera respuesta de Lewis para regresar del receso veraniego enfocado y cerró el campeonato en Japón, sabiendo que aunque su rival le ganara las cuatro fechas restantes –como lo hizo–, él tenía tres segundos y un tercer sitio para lograr el título y lo consiguió.
Objetivo acerca de su talento y con su meta (el título) en mano, dejó la F1 en la cima, pues para él sí hay vida fuera de las pistas…
Kimi “El Hombre de Hielo” RAIKKONEN
Si hay un apodo apropiado en la F1, este es. El Hombre de Hielo no se presiona, no se derrite, no se calienta –a menos que Max le dé cerrones durante varias carreras– y maneja hasta donde el auto se deja. Quizás esto último es su problema grave. A él le gusta un auto que sea ligero adelante para sentirlo, posicionarlo y manejarlo, pero necesita que las llantas delanteras se calienten rápido y con los Ferrari y Lotus de su última década, eso no ha sido posible, tal como era con McLaren antes de 2007. En efecto, no es que haya perdido su velocidad de calificación, es que no tiene un auto como le gusta. La muestra está en que en carrera sólo Schumacher tiene más Vueltas Rápidas que él en la historia, pues ahí sí tiene tiempo para calentar el auto y manejarlo a placer.
Kimi no es el piloto macho alfa que pide un auto construido como él quiere, sino que se adapta a lo que le den y no pelea porque no es su estilo. Si Vettel y Alonso quieren un auto que se comporte distinto, Kimi acepta y cumple, pero no le pidan victorias si el auto no es de su agrado. Él no necesita demostrar que puede batir a Alonso, a quien le quitó el título remontando una desventaja de 17 puntos en las dos carreras finales en 2007, o a Vettel, a quien le ganó en 2016 en calificación, cuando el auto está hecho a gusto del germano, parecido al del finlandés, por cierto.
Es dudoso que Kimi pueda volver a pelar un título como coequipero de Vettel, al cual le ha cedido el paso en varias ocasiones porque entiende que no tiene caso una pelea fútil por el cuarto sitio, pero si algo no funciona es la póliza de seguro de cualquier equipo que necesite un volante de primera línea, sólido, que no se pierda en ideas locas o atajos improbables de desarrollo.
Dicen que la oportunidad rara vez llama dos veces, pero cuando llamó en 2007, Kimi estuvo para contestar y ceñirse la corona con su precisión implacable y veloz.
Raikkonen sigue ahí, esperando por si reaparece…
Jenson “EL Fino” BUTTON
Hay cosas que los expertos ven que otros no aprecian, como un niño que termina tercero en la F3 y es preferido sobre los que acabaron arriba de él, campeón y subcampeón. No, no hablamos de Max Verstappen al final de 2014, sino de Jenson Button al final de 1999, cuando fue firmado por Williams para su escuadra de F1 y en 2000 se convirtió en el piloto más joven en marcar puntos en F1, rompiendo un récord de 38 años que tenía Ricardo Rodríguez.
Pero no todo funcionó como se esperaba y vendrían años de vacas regulares con Benetton, con BAR y con Honda, hasta que el genio de Ross Brawn lo heredó en 2009 y con el Brawn GP obtuvo el título ansiado. Después firmó con McLaren, donde se retiró al acabar la campaña 2016.
Tuvo tres años de lucha intensa con su compatriota y coequipero, Lewis Hamilton, ambos campeones, y aunque perdió 2-1 en temporadas, ganó en puntos totales en el trienio, mostrando que cuando se necesita, puede elevar su nivel. Pero esos días se han vuelto más esporádicos, ayudados por lo difícil que es motivarse a ganar cuando el auto tiene casi un lustro sin ser competitivo, pese a las promesas y cambios en el equipo técnico del otrora poderoso McLaren.
Es el campeón con menor número de victorias en forma absoluta y relativa en este siglo, pero la finura de sus trazos, su habilidad de conservación de las llantas y su habilidad en condiciones cambiantes –lo cual demostró en el GP canadiense de 2011, batiendo a Sebastian Vettel en el giro final pese a haber parado seis veces en los fosos– lo hacen un campeón que cuando está en su momento óptimo no conoce rivales, sin importar el palmarés de éstos.
Los patrocinadores aman su porte limpio y su facilidad de trato, además de su estilo de vida sano y sin escándalos, pues es un triatleta consumado, de clase mundial.
Jenson dejó la F1 al final de 17 campañas, en un retiro disfrazado de año sabático. Elegante y fino hasta el final…