El galo de Citroën llega a nueve títulos al hilo y 76 triunfos; se retira por falta de rivales.

En el rallismo mundial el disco rayado se ha repetido desde 2004 para el francés Sebastien Loeb y su Citroën. 2012 no fue excepción y Seb llegó a nueve coronas y 76 triunfos, récords impensables siquiera de igualar.

Quizás por eso esta rama del deporte permanece en la oscuridad cuando se le compara con las que se corren en pista, donde un dominio de nueve años es simplemente impensable.

Loeb inició el año ganando el Rally Montecarlo y lo terminó ganando el Rally España; en total 13 fechas en la temporada, de las cuales ganó nueve, incluyendo todas las de asfalto.

Se coronó en la ronda 11, en casa en Francia, y llegó a 76 triunfos, casi el triple de su más cercano perseguidor (el retirado hace años Carlos Sainz con 26) histórico. Su Citroën DS3 ganó además otra fecha (Italia) de la mano del segundo piloto de la escuadra, Mikko Hirvonen, y debió ganar también en Portugal, donde Mikko fue descalificado por ua irregularidad técnica no imputable a él.

Ford, con su Focus WRC, fue el otro ganador del año. El joven noruego Mads Ostberg heredó el triunfo en Portugal, y Jari Matti Latvala, del equipo oficial, ganó en la nieve sueca y en el lodo inglés (más bien galés) para quedar tercero en el campeonato, detrás de los pilotos de la firma francesa.

Mads fue cuarto, mejor de los semiprivados, y superó a su compatriota y campeón 2003, Petter Solberg, coequipero de Jari Matti en el equipo oficial, quien inició con podios en tres de las cuatro primeras fechas y luego se apagó para irse al retiro al acabar el año.

Mini mostró buenas cosas, pero no concretó un triunfo y otras marcas han sido ahuyentadas por el éxito de Loeb, incluso Ford que se retira después de una década infructuosa batallando con el galo.

Precisamente eso es lo que hará Loeb, retirarse en 2013, aunque hará una mini gira de despedida corriendo en Montecarlo, Argentina, Alemania y Francia para Citroën, a manera de agradecimiento por los años y los títulos. Eso abre las posibilidades para la campaña venidera, pues por primera vez en una década, Loeb no será el favorito al título. De hecho no hay favorito y esa incertidumbre es buena. ¡El rey, figurativamente, ha muerto!