Las «500 Millas de Indianápolis» no tendrían tanto prestigio en el mundo del deporte, de no ser por todas las tradiciones que sus promotores en turno y la gente han mantenido.
Por más de 100 años, esta competencia no sólo se caracteriza por ser parte de la «Triple Corona» del automovilismo o por un lugar de innovación de la tecnología y seguridad, trasladada a la industria, sino también por los detalles que hacen que la pasión se herede de generación en generación, con énfasis en la comunidad estadounidense.
A continuación, enlistamos algunas de las tradiciones históricas de la Indy 500.
EL LITRO DE LECHE
No hay otra tradición más famosa en el automovilismo que beber el litro de leche tras ganar la Indy 500. Esto surgió en 1936 cuando Louis Meyer, quien se convirtió en el primer tricampeón, bebía el líquido para contrarrestar el calor.
La práctica no se volvió a efectuar hasta 1956 y, a medida de las necesidades de cada persona, los pilotos pueden elegir el tipo de leche (entera, sin grasa, semientera, etc).
En 1993, Emerson Fittipaldi bebió un vaso con jugo de naranja para promocionar una empresa de producción que él tenía, pero recibió muchas críticas.
EL DESFILE EN LA CIUDAD
El día antes de la carrera, las calles del centro de la ciudad de Indianápolis se cierran para que los 33 pilotos y celebridades locales, nacionales e internacionales, paseen a bordo de autos lujosos o clásicos, saludando al público.
Se realizó por vez primera en 1957, cuando 150 mil personas atestiguaron el paso de bandas musicales, vehículos y motocicletas de la policía, actores de la época y coches que hoy son clásicos.
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Otros eventos que se realizan en el llamado «Día de las Leyendas» son la junta pública de pilotos, que año con año tiene lugar en la línea de fosos y en la que se les entregan anillos que los acredita como participantes. También está la firma de autógrafos, de pilotos actuales y pasados.
BACK HOME AGAIN IN INDIANA
Pocos minutos antes del encendido de motores, una de las canciones más tradicionales se interpreta: “Back Home Again in Indiana”, que rinde homenaje a la calidez de los residentes, su imagen al mundo y la historia del estado.
La melodía sonó en el autódromo de Indy por vez primera en 1946, pero fue el actor y comediante Jim Nabors quien más veces participó en este acto (de 1972 a 2014), convirtiéndose en un ícono de la ciudad.
En los últimos años, Jim Cornelison, quien entona otras canciones para los Blackhawks de Chicago de la NHL, se encarga de esta tradición sentimental.
Otra tradición que se volvió polémica es el lanzamiento de globos, que inició en los años de la Posguerra a petición de la madre de Tony Hulman, quien revivió la Indy 500 tras la Segunda Guerra Mundial; sin embargo, grupos ambientalistas han pedido que esto se elimine.
MÚSICA DE TODOS Y PARA TODOS
Si alguien sabe cómo avivar el ambiente son todos los conjuntos musicales invitados.
La marcha de bandas musicales se destaca, siendo la All-American de la Universidad de Purdue la principal; compuesta por al menos 250 miembros, que dirigen a 16 conjuntos de secundarias y preparatorias, su primera aparición fue en 1919, y desde entonces interpretan canciones patrióticas de la región.
También están los Gordon Pipers, grupo frecuente desde 1962, en el cual cuatro gaitas le rinden honores al ganador de la carrera tocando “Scotland the Brave” mientras inician las celebraciones en el Círculo de Ganadores.
Año con año, se ofrecen conciertos el fin de semana de la Indy 500 (Día de Carburación, de Leyendas y de la Carrera); hay gustos para todos, ya que artistas de clase mundial y de géneros varios han aparecido en el escenario que se ubica al interior de la Curva 3.
Por supuesto, el momento más solemne es el del protocolo de la Indy 500; al realizarse convencionalmente en el fin de semana del Día de los Caídos en mayo, se homenajea a los héroes de guerra con los «Taps», «God Bless America» y el himno nacional con la aparición de aviones/helicópteros de la milicia.
PARA LA INMORTALIDAD
Otras tradiciones son la toma de fotografías de la primera fila de salida (el lunes antes del evento) y el ganador de la Indy 500 (el día después), junto con las que se les hace a cada piloto, una vez que completan un intento exitoso de calificación.
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Asimismo, hay actividades como la premiación al novato más rápido en la calificación (el martes previo) y la competencia, y el banquete anual, en el que se honra a los participantes.
Por último, y quizá más importante, está el Trofeo BorgWarner, de 1.64 metros de altura y 50 kilogramos, que contiene 106 rostros a escala en plata esterlina: los de los ganadores (y co-ganadores) de las 103 ediciones y de Hulman.
Desde 1988, al triunfador se le entrega una réplica del trofeo, de 45 cm, del mismo material, conocida como “Baby Borg”.
Aclarar que, desde mediados de los años 90, el ganador de la Indy 500 y su equipo besan los ladrillos de la línea de meta después de la victoria, pero esa tradición la inició NASCAR en 1996.