General Motors está considerando la venta de sus marcas europeas –Opel y Vauxhall– al grupo francés PSA, la casa matriz de Peugeot y Citroën. GM y PSA aceptaron que hubo pláticas pero dijeron que no hay confirmación de que se llegará a un acuerdo. Ambos grupos han trabajado juntos en una alianza desde 2012 en tres proyectos y dijeron que las dos partes examinan constantemente ampliar el acuerdo.
General Motors ha sido propietario de Opel, el “motor” de sus operaciones europeas, desde 1929. Opel aporta una experiencia global considerable en ingeniería para GM –el Buick Regal, por ejemplo, es básicamente un Opel Insignia- y la marca ofrece un importante volumen de ventas en los mercados europeos.
La venta de Opel y Vauxhall, que GM posee desde 1925, significaría que el gigante norteamericano ya no desafiaría a Volkswagen y Toyota por la posición como el fabricante de automóviles más grande del mundo, al menos no en el mediano plazo, pues ejecutivos de GM han dejado entrever que ya no quieren perseguir volumen como su premisa.
La medida podría enfocar a GM para buscar un desarrollo mayor en movilidad y tecnología autónoma. Otros beneficios, sin embargo, no son claros para GM: “deshacerse” de Opel y Vauxhall, que en conjunto emplean a miles de personas y producen millones de vehículos, podría resultar un proceso complicado y doloroso para el grupo. También podría haber problemas de propiedad intelectual, pues GM casi vende Opel al proveedor automotor Magna en 2009, aunque ese acuerdo fue disuelto más tarde.
PSA, un conglomerado que controla Peugeot, Citroën (incluyendo su división premium “DS”), y otras entidades, se formó en 1976, aunque Peugeot tiene historia en la fabricación de automóviles desde la década de 1880. Comprar las divisiones europeas de GM le daría más tamaño y alcance para competir más aguerridamente con otros grupos mundiales fabricantes de vehículos.