REVIVIENDO LA GLORIA

La historia de Ford en las carreras es tan añeja como la propia marca. El mismísimo Henry Ford era piloto y fue el creador de la frase “Ganar el domingo, vender el lunes”, e hizo competir incluso al Modelo T. Curiosamente fue su nieto, Henry Ford II quien tras la muerte de su padre –Edsel– siguió los pasos de su abuelo y llevó a Ford a alturas insospechadas en las pistas del mundo.

Mientras Ferrari obtenía seis victorias consecutivas en Le Mans a inicios de la década de los 60s, Ford se fijó como objetivo destronar a la marca del cavallino rampante, y tras años de investigación y desarrollo lo logró de forma contundente.

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Fueron cuatro victorias al hilo las conseguidas por el biplaza de la marca del óvalo azul, de 1966 a 1969, todas por el Ford GT40. GT por “Gran Turismo”, y 40 por su altura en pulgadas (1,016 mm). Un coupé de apenas 900 kg diseñado y fabricado originalmente en Gran Bretaña (las tres primeras generaciones), y luego en EUA. El GT40 usó motores V8 con desplazamientos de 4.2 a 7.0 litros, mientras que su archirrival, la serie P de Ferrari se mantuvo fiel a sus V12 con desplazamiento de 3.0 a 4.4 litros.
Cuatro décadas más tarde, en 2004, llegó al mercado la reinterpretación moderna de aquel mítico auto de carreras. Se llamó simplemente GT y se convirtió en el primer súper auto de Ford en la era moderna, muy por encima en prestaciones y refinamiento de los deportivos máximos que ofrecía su competencia directa: el Chevrolet Corvette y el Dodge Viper. Aquel Ford GT estaba impulsado por un V8 supercargado de 5.4 litros que entregaba 558 caballos y tenía caja manual de 6 velocidades.

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Se acerca el 2017 y con él, el que bien pudiera considerarse como nieto del deportivo original del Le Mans, sólo que ahora lo único que conserva de sus antepasados es el nombre, pues el auto en cuestión es mucho más refinado, construido con los mejores materiales disponibles y las técnicas de ensamble más avanzadas. Ya no hay motor V8, pues de alguna forma las presiones internacionales para que las marcas bajen consumos y emisiones obligaron al Ford GT a usar un V6 de la familia EcoBoost, lo que quiere decir que tiene doble turbocargador, y una lista larga lista de ingredientes maquiavélicos para que el pequeño 3.5 litros supere holgadamente la barrera de los 600 caballos, según cifras oficiales. El motor del GT nuevo no fue sacado de una Lobo y repotenciado, como pudiera pensarse. Está basado en el que Ford utilizó en la serie United Sportscar Championship en 2014, montado sobre el Riley MkXXVI DP, mismo que manejaba Memo Rojas.Ford-GT-66-Heritage-Edition-2
El V6 EcoBoost está asociado a una caja automática de embrague doble y siete velocidades que se maneja con paletas detrás del volante; no hay otro Ford que use esa transmisión. Por su parte, la plataforma está fabricada en fibra de carbono, al igual que los paneles de la carrocería, aunque ciertas partes de los subchasíses delantero y trasero son de aluminio. Aún no se ha publicado el peso oficial del GT, pero Ford dice que será uno de los vehículos “de producción” con mejor relación peso-potencia.
El alerón trasero puede variar su altura e inclinación para mejorar el agarre en curva o disminuir la resistencia al avance. La suspensión es de tipo “pushrod”, lo que explica que muelles y amortiguadores vayan casi en posición horizontal, en vez de vertical, una solución completamente racing, vista en modelos como el Lamborghini Aventador.

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Las llantas son Michelin Pilot Super Sport Cup 2, y fueron desarrolladas específicamente para este modelo. El sistema de frenos, firmado por Brembo, integra discos de material carbonocerámico, que los hacen más ligeros que los tradicionales de acero y mucho más resistentes a la fatiga, especialmente durante un uso intensivo en pista. Adicional a esto, Ford ha puesto como opción unos rines construidos en fibra de carbono que ayudan a reducir el peso total.
Un deportivo de muy altos vuelos que bien pudiera catalogarse como el mejor deportivo yanqui de la historia. Y es que con un precio de partida que ronda los 450 mil dólares (unos 9 millones de pesos), ya reescribe la historia del automóvil norteamericano.