Domingo 1 de mayo de 1994, inicia el Gran Premio de San Marino en el circuito italiano de Imola con el pelotón de la categoría máxima encabezado por Ayrton Senna, quien lideraría la competencia hasta el último segundo de su vida.
Fue un fin de semana trágico que inició con un accidente brutal y espectacular que mandó al Jordan de Rubens Barrichello contra las bardas y el volante terminó en el hospital aunque sin daños mayores. Al día siguiente, el sábado en las prácticas el Simtek del austriaco Roland Ratzenberger se fue de frente en la curva Villeneuve al fallarle los frenos y las asistencias nada pudieron hacer para revivir al piloto después del impacto mortal. Ayrton Senna visitó el sitio del accidente, lo que le acarreó la molestia de los comisarios, al igual que había visitado a su compatriota en el hospital antes. Había un presentimiento turbio en el aire y Senna dudaba en correr, pero finalmente se decidió, alea iacta est.
La carrera inició con un incidente entre JJ Lehto y Pedro Lamy que sacó el auto de seguridad tras el cual giraron las primeras vueltas los autos de F1 liderados por Senna en su Williams. Cuando la pista quedó limpia y se retomó la bandera verde Ayrton aceleró y se mantuvo adelante, pero en su segunda vuelta lanzada al llegar a la temible curva de Tamburello se fue de frente, con la dirección rota, e impactó la barda rebotando hacia la trampa de arena que había brincado en un solo rebote. Los comisarios acudieron de inmediato con sus extintores, pero no se acercaron al ver la escena. El mundo había perdido a un gran campeón, el más grande dicen algunos, y lo recordamos cada 1 de mayo desde entonces.
En Imola hay una estatua de Ayrton enfrente de la ahora Ese de Tamburello, pero del lado interno del circuito y ahí la gente va a rendir sus respetos al campeón y siempre hay detalles de gente inspirada por él, que lo vio correr, lo conoció o sabe de su historia, incluyendo a los aficionados mexicanos. Nuestro corresponsal Benoit Maroye estuvo ahí para tomar unas fotos de este memorial al brasileño a quien el mundo sigue extrañando. Y la foto de la portada es de nuestro editor, Cajal, tomada cuando era comisario en el GP de México en 1991 antes de platicar con el piloto y pedirle su autógrafo en un receso entre sesiones en pista.